Tribuna

tomás navarro

Periodista y arabista

Los Idus de Bachar al Assad

Washington y Moscú están más cerca de pactar la finalización del conflicto en Siria de lo que la gente corriente se cree

Los Idus de Bachar al Assad Los Idus de Bachar al Assad

Los Idus de Bachar al Assad

El punto de inicio del conflicto sirio se inició a mediados de marzo de 2012 coincidiendo con los Idus de marzo que terminaron con el asesinato del invicto general romano Julio César en el pórtico de la Curia de Pompeyo el 15 de marzo del año 44 antes de nuestra era. El presidente sirio Bachar al Assad por llegar tarde a una reunión en el Ministerio de Defensa de su país en el 2012 una potente bomba muy sofisticada a punto estuvo de asesinarlo. Murieron en el intento de magnicidio altos mandos militares y el propio cuñado del presidente. La intención de quienes montaron la operación terrorista no era otra más que descabezar al país del gobernante que garantiza su unidad territorial y aprovechar el caos que se propagó inmediatamente para desmembrar a Siria en función de los intereses ocultos de las potencias implicadas en desestabilizar el país.

Este fallo hizo posible la resistencia del régimen frente a una invasión de mercenarios yihadistas que fueron introduciéndose en Siria gracias a la permeabilidad de sus fronteras con Turquía, Jordania, Israel e Iraq. Al conservar su capacidad de acción, Al Assad recibió el apoyo inmediato de las Fuerzas Armadas, así como de los partidos políticos con representación en su Parlamento y el mayoritario apoyo de sus ciudadanos. Los opositores al régimen entraron a la lucha armada con divisiones internas insalvables y además fagocitados por la presencia de más de cien mil yihadistas provenientes de 80 países que chocaron desde el primer día con la estrategia a seguir para el derribo del régimen a confesional, propalestino y mantenedor de la libertad de religión que constituye la República Arabe Siria.

En estos cinco años del conflicto, el régimen ha sabido mantener fuera de las operaciones militares a las principales urbes del país, salvo Alepo, dejándoles a los yihadistas del Daesh, Al Nusra y otras filiales afines o contrarias al régimen la Siria más desértica y fuera de los grandes núcleos de población como su capital Damasco. Para que al Assad haya ganado este inmenso desafío dentro y fuera de su país, presionado por potencias rivales y hegemónicas que ambicionan dominar la posición estratégica de Siria, el presidente ha sabido contener las presiones bélicas gracias a sus ejércitos que le profesan una gran lealtad y también a los apoyos, desde 2015 principalmente de la Federación Rusa, pero desde 2012 contó también con la solidaridad del movimiento de resistencia islámica del Líbano, Hezbolá, que ayudó a los sirios leales a doblegar a los terroristas del Daesh en poblaciones vitales como acaeció en la cristiana Maloula, donde los comandos libaneses lograron junto con los sirios derrotar y expulsar a los terroristas de ésta célebre localidad donde está la tumba de Santa Tecla, hermana de San Pablo y lugar de peregrinaciones cristianas desde hace dos mil años.

Desde la prestación conforme al derecho internacional de la Federación Rusa de su ayuda a Siria, el vuelco militar ha sido notable. También Irán colabora apoyando al régimen sirio aunque no por ello los ejércitos gubernamentales ya disponían de una terrible experiencia al enfrentarse a los terroristas. Pero Al Assad quién nadie apostaba por su supervivencia y profusamente calumniado por los grandes medios occidentales que apostaron por su derribo en varios meses, o a lo sumo dos años, han visto cómo su análisis de la realidad resultaba erróneo. Al no poder asesinar al inicio de la crisis al presidente sirio, las potencias implicadas apostaron por los yihadistas enviados por las monarquías medievales del Golfo porque los gobiernos occidentales al tanto de la operación no quisieron implicarse con tropas de tierra. Por ello intentaron coordinarse mejor con los yihadistas a través de la aviación bombardeando más al ejército sirio que a los yihadistas mostrando así su apoyo indirecto a los terroristas, que una vez más, se mostraban ante la opinión pública occidental como "rebeldes moderados", como si estar con las armas en la mano fuese parte de la moderación alguna. Este caos en las filas del yihadismo asociado a su vez a grupos armados por los gobiernos interesados que un día sí y otro también pactaban con Daesh y Al Nusra sus operaciones militares, no lograron disponer de una estrategia seria para el derribo del régimen sirio, objetivo principal desde que le colocaron la bomba para al Assad en 2012.

Esta vez los Idus de marzo no se cumplieron sino que fallaron. De este fallo nace una Siria tutelada por la Federación Rusa que ha sabido ganarse su sillón en el Medio Oriente sin tener bajas relevantes entre sus tropas destacadas en el país. También el libanés Hezbolá se consolida en la región por tener comandos muy cualificados para situaciones de crisis bélica y también Irán respira más tranquilo viendo que sus enemigos regionales cargan ahora con toda la crisis provocada por ellos en su desastroso "camino de Damasco". Ahora para el presidente Donald Trump el problema no es el presidente al Assad sino el Daesh, cosa que para el anterior presidente Obama era al revés. Washington y Moscú están más cerca de pactar la finalización del conflicto en Siria de lo que la gente corriente se cree.

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