Tribuna

Jaime valdivieso

Economista

Militantes y barones

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Militantes y barones

El holgado triunfo de Sánchez en las primarias a la Secretaría General del PSOE, a pesar de sus resultados electorales que han ido de mal en peor, puede tener una explicación. Cuando la militancia se ve desbordada por una mayoría de gente joven, sin experiencia política, orienta sus preferencias en sentido estético. Sánchez parece más guapo que Susana y que Patxi.

El problema que tendrá ahora el PSOE con esta elección es que si con la edad y la experiencia algunos políticos reconocen sus errores y se hacen más racionales, otros no. Sánchez no parece reconocer la grave responsabilidad de sus fracasos en las elecciones generales: "Yo no soy presidente porque Iglesias no quiso" (Susana le aclaró: "No fuistes presidente porque sacastes 85 escaños"). También la frase de Sánchez agrega el factor ego a su déficit, empeorándolo.

Otro elegido en primarias que tampoco parece muy dispuesto a reconocer sus errores es ZP quien calificó de "accidente" el crimen de ETA en Barajas (mientras negociaba con los terroristas) y luego negó la existencia de la crisis económica con lo que causó la peor caída del empleo que se recuerda. Y todavía no entiende que su entrañable amigo Maduro es un dictador criminal y pretende domarlo dialogando. Parece que la cacareada inteligencia emocional falla cuando la emoción nubla la inteligencia, como en el fútbol. Éstos, a pesar de su incapacidad de reconocer sus graves errores, son los elegidos de la militancia por guapos.

La derecha aprendió la lección el siglo pasado cuando Miguel Herrero -favorito de la baronía- perdió en un Congreso del partido frente a Hernández Mancha. Éste en 1987 cometió la insensatez de presentar una moción de censura contra el Gobierno del PSOE que tenía mayoría parlamentaria absoluta. El fracaso de la moción era evidente para los barones, lo que le costó su carrera política. Así se entiende por qué el PP no se fía de la militancia y deja en manos de sus barones la elección del gerifalte.

Obviamente, las primarias del PSOE son más democráticas. En el PP los barones reeligieron a Rajoy el pasado febrero con un ¡96% de votos! Un triunfo sorprendente teniendo en cuenta que durante su mandato han sido imputados por corrupción todos los tesoreros que ha tenido el partido hasta hoy, tres secretarios generales en los últimos años, uno condenado y dos encarcelados y durante su reinado, hasta 29 altos cargos se han sentado en el banquillo de los acusados. Así caben sólo dos opciones para calificar a Rajoy: si no se entera de lo que ocurre dentro de su partido es incompetente para el cargo, y peor aún si estaba enterado y no actuaba en consecuencia, estaría corrompido. Ese ciclópeo apoyo de la baronía a pesar de la corrupción huele a eso de 'el que se mueve no sale en la foto' como en la Cosa Nostra.

A pesar de la amplitud y profundidad de esos escándalos, las últimas elecciones han dado un triunfo creciente al PP y las encuestas confirman la tendencia. ¿Cómo se explica esto? El crecimiento de la economía y la consecuente reducción del paro han ido en paralelo con ese mayor apoyo al PP. De aquí se deduce que quienes otorgan esa mayoría dan tanta importancia al crecimiento económico como para contrarrestar los efectos de la corrupción. Ven que el único camino posible, o el menos malo si se prefiere, es mantener al PP en el Gobierno.

Si bien las cifras de crecimiento son positivas, sin corrupción la economía iría aún mejor. Los sobornos de empresarios a políticos a cambio de favores frente a la competencia no son gratis, la empresa recupera con creces esos gastos en perjuicio del consumidor y de la economía en general. Otra consecuencia de la corrupción afecta al compromiso de control del déficit; sin la mayoría parlamentaria, ahora el Gobierno debe someterse al chantaje (cuyo precio no se conoce con exactitud) para aprobar los presupuestos. Esas sólo son dos entre otras evidentes consecuencias de la corrupción.

Según Rajoy, el PP es el partido que más lucha contra la corrupción mediante su Plan de Regeneración. También ha acordado con los demás partidos, entre otras medidas, limitar a ocho años la presidencia del Gobierno y la prohibición de indultar a condenados por corrupción. Pero estos dos acuerdos ¡no acepta ponerlos por escrito! (no vaya a ser que el indulto algún día le beneficie!).

Esto demuestra que la lucha contra la corrupción es mejorable. Por ejemplo, aprobando una norma que exija la expulsión del partido de quien teniendo la debida competencia haya nombrado a un correligionario que resultase procesado por corrupción, a menos que la denuncia proceda de quien lo nombró. Adicionalmente, exigir que cada nombramiento designe a un responsable individual de la idoneidad profesional y ética del sujeto nombrado.

Si bien los militantes no eligieron a Rajoy, éste -el querido de los barones- presenta el dilema que supone apoyarlo para mantener el crecimiento económico y reducir el paro, como lo confirma la última encuesta de población activa.

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