Tribuna

tomás navarro

Periodista y arabista

Musulmanes españoles

Queda mucho camino por recorrer para que España tenga un islam español para la convivencia y disponga de un corpus islámico jurídico propio

Musulmanes españoles Musulmanes españoles

Musulmanes españoles

Según las cifras oficiales el actual Reino de España alcanza ya la cifra de 800.000 musulmanes. En la década de los 90 del pasado siglo eran 200.000 las personas de religión islámica que disponían de nacionalidad española ya fuese como conversos en origen ya lo fuese por adquisición de la nacionalidad. La libertad de religión, consagrada en la Constitución del 78, abrió así la posibilidad de que este credo practicado en el globo por más de 1.200 millones de personas también se asentase en nuestro país.

Las relaciones de las organizaciones musulmanas españolas o en España se articularon en dos federaciones estatales mientras que otros colectivos han permanecido fuera de la mismas, eso sí, articuladas frente al Estado con sus responsables. La falta de praxis democrática islámica en un Estado aconfesional como resulta el español donde la estructura del islam por su idiosincrasia jerárquica aún tiene lagunas en su coordinación sociopolítica ya que existen intereses poderosos que distorsionan el encaje democrático de una fe religiosa que se antepone, a veces, a la concepción democrática del Estado mismo. Así no es lo mismo una visión islámica a la saudí que otra a la marroquí o libanesa… o egipcia ya que las diferentes interpretaciones del corpus jurídico islámico contiene senderos que chocan como un ariete contra el concepto de la democracia misma. El caso más evidente sería observar cómo hay países y Estados arabomusulmanes que prohíben la libertad de religión (y todas las demás) en su territorio mientras que en organizaciones político-religiosas amparadas bajo la denominación de "centros culturales islámicos", financiadas desde el exterior, se abren paso extendiendo un proselitismo islamista afín a los países de los que proceden.

El islam en el mundo exterior se debate entre el ser o no ser de continuar la senda laicista del desaparecido presidente egipcio Abdel Gamal Nasser y del iraní Saadek Mosadek o someterse a las pautas más rigoristas de los Estados árabes del Golfo donde su poder económico en la difusión de su versión local del islam, el wahabismo por ejemplo, se evidencia no conoce límites.

La carencia de unidad religiosa en la estructura del islam y la división histórica entre sunníes y chiíes donde cada concepción diferente islámica se erige en bandera política según la geopolítica dominante viene enfrentando violentamente al islam entre sí tanto como las potencias globales que mueven sus hilos en función de sus intereses tácticos en el damero maldito del Oriente Medio y fuera de él. Así los 800.000 musulmanes españoles de ahora repiten en sus creencias lo que el resto de los musulmanes del mundo ejercen, donde divididos y enfrentados, tratan de monopolizar su religión en beneficio de sus postulados políticos. El enfrentamiento presente entre saudíes e iraníes bien vale una misa.

Las organizaciones musulmanas españolas acogen en su seno todo lo que el aluvión islámico arrastra en sus crecidas. Y ahora la existencia del terrorismo yihadista es como una espada de Damocles bajo sus cabezas. La división religiosa interislámica y la diversidad social de sus creyentes maximaliza cualquier suceso que en una situación mejor estructurada dentro del Estado no tendría la profusión y el eco que en ocasiones alcanza la actividad terrorista de células yihadistas o individuos donde un reducido grupo (como el que atentó masivamente en Las Ramblas de Barcelona) no es nada frente a 800.000 musulmanes hispanos que lo condenan masivamente y también colaboran con las fuerzas de seguridad para que ésta "herejía" no se extienda.

En la España con musulmanes de ahora hay notables diferencias entre los españoles de origen y los que han ido asentándose en los últimos 30 años asumiendo la nacionalidad. Mayoritariamente son los procedentes de la vecindad iberomagrebí los que se sienten más integrados pero que no disponen, como los procedentes del Medio Oriente, de la financiación adecuada para la actividad de sus cofradías en mezquitas y centros islámicos. El islam proveniente del Norte de África tiene raíces de un sunismo de escuela Malikí y aunque actualmente no son tiempos de mística, lo cierto es que su visión sigue chocando con la proliferación del yihadismo en el Oeste africano y el Sahel y por ello un aliado imprescindible contra su extensión dentro y fuera de España.

La carencia de una jerarquía organizativa o en su lugar de unas mayoritarias ganas de los musulmanes españoles por extender su versión propia de un islam hispano para la democracia y desactivar las interferencias de dominio religioso con visiones del islam cruel, degradante y violento ejercido por países araboislámicos antidemocráticos pero extranjeros a efectos internos en la sociedad civil española, hacen posible que determinadas mezquitas alumbren poderes sobrenaturales y otras, curiosamente las más proclives a la convivencia democrática, queden al pairo de los avances políticos y sociales que el conjunto de la sociedad española de hoy empuja como pueden ser la igualdad entre sexos, la independencia entre Estado y religión y el amparo de la laicidad que hace posible que el núcleo duro de las interpretaciones subjetivas ejercidas por un patriarcado islámico vengador y sangriento se pongan por encima de los avances de la España democrática.

Nadie puede negar los avances que la sociedad española alcanza a la hora de integrar en sus seno a otras creencias y opciones religiosas, sociales o políticas. Pero bien es cierto que aún queda mucho camino por recorrer para que España tenga un islam español para la convivencia y disponga de un corpus islámico jurídico propio (como Al Ándalus lo tuvo) y asentar de una vez en nuestro país que islam y democracia no se contraponen sino que se interelacionan.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios