Tribuna

Carlos alarcón

Catedrático de Filosofía del Derecho en la UPO

Sistemas electorales y estrategias

Lo que causa desproporcionalidad con nuestra legislación vigente no es la aplicación del sistema D'Hondt, sino la circunscripción provincial

Sistemas electorales y estrategias Sistemas electorales y estrategias

Sistemas electorales y estrategias / rosell

Es posible mejorar nuestro actual sistema electoral? Todo sistema electoral debe dirigirse a lograr en la mayor medida posible que el parlamento refleje la voluntad democrática. Pero se suele asumir implícita o explícitamente que el grado de idoneidad de la legislación electoral no se mide únicamente por la proporcionalidad existente entre el número de votos que consiguen las respectivas formaciones políticas y el número de escaños que obtienen. De aceptar la proporcionalidad pura nos situaríamos en uno de los dos extremos de la clásica tensión entre la proporcionalidad y la gobernabilidad, por lo que tendríamos que soportar las previsibles consecuencias de la fragmentación excesiva de la representación parlamentaria. La cuestión no es por tanto tan simple como procurar alcanzar la máxima proporcionalidad, pero sí intentar que los matices a la proporcionalidad en aras de la gobernabilidad estén basados en criterios racionales y coherentes, y no contradigan gratuitamente principios constitucionales como la igualdad y la libertad. Sólo un motivo racional, coherente y limitado puede justificar que no todos los votos tengan el mismo valor. Sólo un motivo racional, coherente y limitado puede justificar la falta de libertad real para expresar la preferencia del elector hacia uno u otro candidato.

Durante las últimas semanas se han reunido representantes de Ciudadanos y Podemos para pactar una propuesta conjunta de reforma electoral. El resultado es a mi juicio decepcionante porque muestra una perspectiva muy similar a la de los dos grandes partidos, tan acertadamente criticada por quienes sin embargo imitan su comportamiento. El diagnóstico de Ciudadanos y Podemos se centra en la desproporcionalidad de la actual normativa electoral, que equivocadamente se suele atribuir de forma conceptual al sistema D'Hondt. Por eso la solución ha consistido simplemente en sustituir el sistema D'Hondt por el sistema Saint-Lague para distribuir los escaños dentro de cada circunscripción, algo que sigue causando desproporcionalidad, pero que de esta forma favorece al tercer, al cuarto o al quinto partido más votado, en vez de favorecer a los dos primeros.

Lo que causa desproporcionalidad con nuestra legislación vigente no es la aplicación del sistema D'Hondt, sino la existencia de numerosas circunscripciones en las que los escaños a repartir son cinco o menos. En las circunscripciones mayores, Madrid y Barcelona, el reparto es casi totalmente proporcional. Si queremos afrontar en serio el problema de la desproporcionalidad, y combatirlo sin poner en excesivo riesgo la gobernabilidad, lo que hay que cuestionar es la circunscripción provincial, aprovechando por otra parte la coyuntura de la próxima reforma constitucional. El primer párrafo del artículo 68 de la Constitución establece que los diputados del Congreso se elegirán por sufragio libre e igual, pero el segundo párrafo determina que la circunscripción electoral es la provincia, lo que en la práctica dificulta el carácter libre e igual del voto. Los votos valen incluso seis veces más en algunos territorios respecto a lo que valen en otros, y, si analizamos la relación entre el porcentaje de votos y el porcentaje de escaños en todas las elecciones, comprobamos que a algunos partidos les cuesta hasta diez veces más obtener un escaño que lo que les cuesta a otros. Por no hablar de la cuestionable libertad de los electores ante la obligación de votar listas cerradas, jerárquicas y bloqueadas.

Creo entonces que una reforma electoral debería abordar, sin presupuestos cortoplacistas, los principales defectos de nuestro sistema actual: a) desigualdad desproporcionada entre el valor del voto de cada elector según su procedencia territorial; b) desigualdad desproporcionada entre los costes medios en votos de los escaños de cada formación política; c) desconocimiento por parte de los electores de los candidatos elegidos, blindados por la lista cerrada y ordenada impuesta por la élite de los partidos; d) excesivas consecuencias bipartidistas de la utilización de la ley D'Hondt como método de reparto seudoproporcional en circunscripciones mayoritariamente reducidas; y e) tendencia progresiva a la implantación del voto útil, a la vez consecuencia de algunos de los factores citados, y causa de un paulatino crecimiento de la desproporcionalidad. Si de verdad queremos tener un sistema justo, articulado de forma que la proporcionalidad exista, pero no impida la gobernabilidad, es indispensable proponer alternativas que eviten estos defectos, lo que a mi juicio pasa por reformar la Constitución sustituyendo la circunscripción provincial, y dando mayor relevancia al porcentaje de votos obtenido globalmente en comunidad autónoma y en el Estado.

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