Tribuna

Javier González-Cotta

Escritor y periodista

La bobería del mundo

Al parecer, ha habido una discusión viral entre detractores y partidarios de la pizza con piña (el primer ministro de Islandia intervino en el asunto como detractor y luego se retractó)

La bobería del mundo La bobería del mundo

La bobería del mundo

Desde luego el mundo nuestro es lo más parecido a un colosal retruécano (y disculpen el palabro a bocajarro). De entre el sinsentido de la vida brota ahora el más deseado de los indicios: la vida tiene sentido y la felicidad está a nuestro alcance. Parece ser que el último grito que está de moda desde Canadá a Albacete es el silencio, la meditación en plan casero. Lo llaman mindfulness, la nueva felicidad. Libros del ramo están causando furor. Quedan atrás los vanos días de gloria de Paulo Coelho, ese tunante. También parecen quedar atrás el yoga a pelo o los viajes iniciáticos a la vera del Ganges, en la India, de donde uno aseguraba regresar como purificado consigo mismo, en plan Nacho Cano y Penélope Cruz (ay, tempus fugit).

Jon Kabat-Zinn, fundador de la Clínica de Reducción del Estrés de la Universidad de Massachusetts, es el adalid del método mindfulness. Su libro Vivir con plenitud las crisis es ya un referente mundial. Su idea, cargada de erudición, es la de incorporar la tradición budista oriental a la psicología occidental. Quiere decirse que usted puede llegar a ser feliz con técnicas de relajación doméstica tales como la respiración sanadora, el escáner corporal o el llamado paseo meditativo. Aparte, otro de los últimos éxitos editoriales es Mindfulness para dummies, del profesor inglés Shamash Alidina. Resulta que pasar la aspiradora por casa puede ser una tarea más espiritual que rezar ante un icono bizantino en el Monte Athos. O lavar los platos ("siente el calor del agua -explica el profesor-, siente la formación de las pompas de jabón y los reflejos del arco iris; deja de lado la idea del resto de cosas que podrías estar haciendo"). Ahora sí que nos parecen que los efluvios del Mistol o del Fairy tienen el brillo opalescente del mismísimo Ganges.

Uno, en fin, ha leído la estupenda trilogía del silencio de Pablo d'Ors. Su Biografía del silencio, que muestra cómo aprendió a meditar, se ha convertido en un best seller. El amigo del desierto y El olvido de sí conforman esta trilogía literaria dedicada al silencio, al sereno expolio y al vaciamiento de uno mismo por medio del ascetismo o del retiro a las inconmensurables arenas. La de Pablo d'Ors nos parece una obra bellísima. Pero sospechamos que el Mistol como relajo zen que sugiere el profesor Alidina es una patochada.

Sea como sea hay que dar la bienvenida a esta vuelta al silencio, a la insonorización mental. El ruido está ahí afuera. No nos referimos al ruido grosero, mundanal (obras callejeras, ulular de ambulancias, tertulianos sabelotodo, plasmas a todo volumen en los bares). La necedad y su variadísimo catálogo forma parte del otro gran ruido del mundo global. Decía Vargas Llosa que leer el diccionario de la RAE resulta divertido. Leer las noticias del día y lo que es tendencia o no lo es aún más. De ahí el supuesto influjo de los llamados influencers. O sea, gente con tirón en las redes y que te dice, por ejemplo, cómo hallar un bikini cool o qué selecto caldo pedir en una cita. Ocurre que la gente se mata haciéndose selfies asesinos (un traspiés, una mala caída). Incluso la rusa Angela Nikolau se ha hecho célebre por hacerse selfies desde las alturas (el rooftopping). Al parecer, ha habido una discusión viral entre detractores y partidarios de la pizza con piña (el primer ministro de Islandia intervino en el asunto como detractor y luego se retractó). Ahora, en marzo, podemos disfrutar ya en el restaurante Aponiente de El Puerto de Santa María del Gran Menú Luz de Mar, obra maestra del chef Ángel León (dos estrellas Michelín): propone comer calamares o pez limón con destellos lumínicos.

La memez postural y colectiva del Manequim Challenge parece que pierde fuelle. Pero siguen fuertes el vegano ultra, el feminazismo (stop a la caballerosidad y al perseguido hetero), el animalismo exacerbado (en Madrid se ha prohibido el circo con animales, cosa que nos parece bien para salvar los derechos del poni). Hay gente que carece de techo digno, pero en San Agustín de Guadalix (Madrid) existe un hotel de lujo exclusivo para gatos. Por la calle uno ve anuncios de talleres de escritura con el móvil de un coach literario (verídico). Igual que uno lee en una revista rupturista llamada El Topo un artículo en el que se explica "el reto de ser feminista y nacionalista andaluza".

Al parecer, un irlandés de Belfast se ha encerrado vivo tres días dentro de un ataúd para a través de Facebook ofrecer palabras de vida a potenciales suicidas. Más cerca, en una ciudad como Sevilla (y por aquello de la Semana Santa venidera), se han lanzado al mercado el perfume cofrade Esencia Macarena y otro llamado Pureza, fragancia que remite al parecer a los inextricables elixires de la Esperanza de Triana.

Y hay más, mucho más. Contra el ruido de tantísima bobería, pues lo dicho: mindfulness o, simplemente, quedarse absorto, inerte como ente celeste a la deriva.

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