Tribuna

José A. Climent Rodríguez

Profesor asociado de la Universidad de Huelva

La universidad no quiere profesionales

Aunque sin datos exactos a nivel nacional, se calcula que el profesorado asociado puede suponer entre el 30% y el 40% del total de la plantilla docente universitaria

La universidad no quiere profesionales La universidad no quiere profesionales

La universidad no quiere profesionales / rosell

Hace varias semanas, el participante de un concurso televisivo reveló en el plató que había abandonado su trabajo como profesor asociado en una universidad española para seguir probando fortuna en el programa… Y no es para menos, con un sueldo que rondaba unos 250 euros mensuales.

Por otro lado, se cumplen casi dos meses de huelga indefinida del colectivo de profesores asociados de la Universitat de València. Cansados ya de ver cómo curso tras curso sus condiciones empeoran y los sitúan como trabajadores de tercera categoría en la universidad, han decidido denunciar públicamente esa situación. El contagio al resto de universidades públicas era cuestión de tiempo, y así, en los próximos días se prevé la constitución de una Plataforma Estatal de Profesorado Asociado, que promete un fin de curso caliente en toda España.

La Ley Orgánica de Universidades establece la figura del profesor asociado como la de un profesional que ejerce su actividad fuera del ámbito académico universitario. La finalidad del contrato será la de desarrollar tareas docentes a través de las que se aporten sus conocimientos y experiencia profesionales a la Universidad... Ésta es la teoría.

La realidad del profesorado asociado en la universidad española, actualmente, es otra más triste y prosaica. Debido a la grave restricción impuesta por el Gobierno para proveer plazas estables en la Administración pública, la contratación de asociados se ha convertido en la fórmula adoptada por las universidades para seguir atendiendo a las urgentes necesidades docentes de los últimos años de recesión. El resultado para la institución universitaria, a corto plazo, ha resultado todo un éxito; burlaban las restricciones impuestas haciendo contrataciones mediante concurso público, pero que no "computaban" como incremento estable de plantilla. Y además, con el evidente alivio presupuestario que constituye tener a un docente contratado a un "módico" precio de 5 euros la hora.

Aunque sin datos exactos a nivel nacional, se calcula que el profesorado asociado puede suponer entre el 30% y el 40 % del total de la plantilla docente universitaria. Un profesorado que, lejos de centrar sus esfuerzos en enseñar lo que más sabe, debe conformarse con las "migajas" que les dejan el resto de sus compañeros del departamento, que escogen antes sus asignaturas. Lo normal es que finalmente impartan asignaturas que nadie quiere, por ser la de los grupos más numerosos de alumnos o por impartirse en horarios intempestivos. Y cada curso la misma incertidumbre; esperar, en el mejor de los casos, qué docencia ha "sobrado" en el reparto previo, para saber si seguiremos teniendo hueco en nuestra universidad un curso más, o se prescindirá de nosotros.

El problema es de tal magnitud, que el nuevo presidente de los Rectores Españoles, Roberto Fernández, denunció durante su investidura esta situación generalizada en todo el mapa universitario público de nuestro país.

En el sistema docente universitario español, caracterizado por la endogamia y un sistema de acreditaciones docentes alejada de los verdaderos criterios de calidad docente e investigadora, contar con profesionales del "mundo laboral" para acercar a nuestros alumnos la realidad de su profesión, las vías de inserción laboral y el contacto con las últimas tecnologías y herramientas de su sector resulta fundamental. Y todo ello sin hablar de la labor de "conexión" que se establece entre la universidad y el tejido social, empresarial y profesional de su entorno al contar con un colectivo de asociados que, en casi su totalidad, son profesionales de muy diverso ámbito (responsables en la Administración Pública, empresarios, gerentes y directivos en las empresas más representativas de la provincia, consultores, especialistas autónomos…).

En la Universidad de Huelva, los casi 130 profesores asociados representan a los sectores más pujantes de nuestra economía, y son la "savia" a través de la cual la universidad y la sociedad onubense se toman el pulso respectivamente. Es urgente buscar fórmulas que permitan dignificar, de una vez por todas, la labor de estos docentes, en riesgo de desaparición por desinterés de la institución universitaria. ¿De verdad queremos para nuestros hijos una universidad sin profesionales?

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