Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Los 'archivos' y nosotros

La película 'Los archivos del Pentágono'no hace si no reafirmar mi dedicación a una profesión que amo con locura

Es un gustazo poder encontrarse con alguna película que consiga levantar el ánimo a una vocación como la nuestra que la necesita como el árnica. Si además, hacia el final de la misma, uno consigue echar la lagrimilla porque una redactora del Washington Post logra con el teléfono en la oreja pronunciar una frase que es la que le motiva a uno a levantarse cada mañana y estar aquí horas, pasando el quinario, en condiciones cada vez peores, con menos gente, con una retribución que no hace justicia y con un papel en la sociedad cada vez más deteriorado, pues miel sobre hojuelas.

Lo cierto es que buena parte de lo anterior nos lo hemos ganado a pulso nosotros mismos, por eso tiendo a entender alguna de las reacciones de ilustres compañeros míos, que han aprovechado las inquinas contra Bradlee y Graham, para cantar las últimas voluntades de una profesión que, a su juicio, se muere. Cierto es que aquella época parece irrepetible y lejana, pero -y advierto que desde que dije que Pedro Sánchez iba a ganar las primarias en el PSOE no he vuelto a acertar ni una- creo que so pena de que Montoro me tenga trabajando hasta los 114 años, estiraré la pata con los periódicos de papel en los kioscos. Llevan décadas enterrándonos y seguimos en pie; también lo hicieron con la televisión y la radio, con aquella y el cine y con el teatro casi siempre, y todas ellas subsisten, con dificultades, pero en pie.

Todo depende de nosotros. Terminó la etapa del plomo, de la linotipia, pero también lo hizo la de los carretes de fotos y las grabadoras Sony que pesaban un quintal, aunque nunca fallaban. Ahora nos enfrentamos a las tablet, los móviles y las redes sociales, último refugio de los charlatanes de bar, de aquellos que lo saben todo de todo, de los chismosos extraoficiales, de los propagadores de bulos, de los alarmistas injustificados, de cotillas irredentos, de exhibicionistas impúdicos, de aprendices de reporteros que denigran la palabra cuentas veces la mencionan, de activistas de la madriocridad, de populistas vacíos, de seguidores de tertulias televisivas, de informaciones que no lo son, de noticias sin contrastar, de polemistas aficionados, de analfabetos funcionales, de escritores de pacotilla, de copiones de informaciones ajenas, de propagadores de una estulticia absurda, de insultadores oficiales y de repartidores de carnés de todo tipo.

A estos les ganaremos; costará, pero lo haremos. Pueden apostar.

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