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Plaza de España · Orense

El Mayo francés fue italiano

  • Manuel Carrera Díaz. Hijo de guardia civil, se quedó con la parte itinerante de su progenitor. De Galicia a Sevilla con escalas en Tortosa, Salamanca y Turín. Con una tesis sobre Cesare Pavese.

PODÍA haber nacido en cualquiera de los destinos de su padre como guardia civil: Tineo (Asturias), Guriezo (Cantabria), Olagüe (Navarra) o Trabazos (Zamora). Manuel Carrera (Ginzo de Limia, Orense, 1948), catedrático de Filología Italiana, director del departamento de Filologías Integradas de la Universidad de Sevilla, apareció en escena en el pueblo gallego de sus padres, en una casa familiar a la que siempre vuelve "para escapar del calor de agosto de Sevilla".

Esa retahíla de topónimos fueron decisivos en su vida. "Cada dos años cambiábamos de lugar y en los pueblos pequeños no había instituto". Con once años llega interno para hacer el bachiller en Tortosa (Tarragona). En 1966 empieza estudios en la Universidad de Salamanca. Tiempo de algaradas, huelgas, aunque el mayo francés en su caso fue mayo italiano. Su profesor Fernando Lázaro Carreter, que años después presidiría la Academia, le animó a irse de lector de español a la Universidad de Turín. Fue a enseñar español en Italia y acabó enseñando italiano en España.

Pasó tres años en Turín, entre 1971 y 1974. Visitó la Sábana Santa, vivió junto al estadio Communale en el que se alternaban Juventus y Torino y estuvo en el hotel Roma de la ciudad piamontesa donde se suicidó Cesare Pavese, autor al que dedicó su tesis doctoral. Regresa a la España que va a cambiar de Régimen por donde se fue, a la Universidad de Salamanca. La de Sevilla decidió incrementar su oferta de idiomas modernos y convocó simultáneamente las cátedras de Italiano y de Alemán. Manuel Carrera y Luis Acosta ganaron las plazas respectivas. En julio de 1979 tomó posesión de la plaza y durante seis años vivió en Resitur.

Sevilla fue la cuarta ciudad que creó la cátedra de Filología Italiana. "Empezaron a salir en sitios tan atractivos como Santiago de Compostela". Hijo de un guardia civil itinerante, imaginó que le seguiría los pasos. "Nunca pensé que me iba a jubilar en Sevilla. Siempre pensaba en cambiar de destino. Cada vez que lo pensaba, me gustaba más Sevilla. La ciudad, su geografía, el número de horas de sol, tan llana y paseable". Todos los años vuelve a Orense y a Turín. "Cuando uno ha vivido una temporada larga en el extranjero, no puede evitar volver. Es como lo de la novela policiaca, el asesino que vuelve al lugar del crimen". A sus amigos, para un fin de semana, les recomienda autores como Italo Calvino -en 1984 participó con Borges y Torrente Ballester en un Seminario de Literatura fantástica en Sevilla- o Dino Buzzatti. Pero siempre están los clásicos: Dante, Petrarca, Bocaccio. Sin olvidar a Pasolini, "que además de director de cine era un gran escritor". Un día la Embajada italiana en Madrid le pidió un encargo muy especial. Hizo de guía extraoficial de Leonardo Sciascia, el escritor siciliano. "Venía con un fotógrafo de L'Espresso para hacer un reportaje sobre la Semana Santa de Sevilla. Le busqué un piso en la Avenida, cerca del barrio de Santa Cruz".

La Nova Roma sigue con sus armaos pero pierde pedigrí romano. En la Universidad de Sevilla, el Italiano ha dejado de ser una licenciatura o un grado para ser "materia facultativa". "Es lamentable que se reduzca su estudio cuando una de las cosas más valoradas de la Universidad Hispalense en todo el mundo es el capítulo de idiomas modernos". En el departamento de Filologías Integradas que preside, el italiano está mezclado con el chino, el japonés, el árabe y la literatura hispanoamericana.

De Italia llegaron a España "el soneto, la octava real, la sextina o el endecasílabo". No se puede conocer la cultura y la historia de España "sin la referencia italiana, al menos en el arte y el pensamiento. Y la mejor manera de acceder a una cultura es su lengua". En los años 60, esa embajada eran sus cantantes -Domenico Modugno, Renato Salvatore, Adriano Celentano- y sus cineastas: Rosellini, Visconti, Fellini, Antonioni... "En los años 60 Italia era líder de Europa en tendencias musicales y cinematográficas. Ha perdido bastante. No se entendería nuestra generación sin aquellas canciones, sin los coches Fiat o Ferrari, sin la belleza de esas actrices. Sofía Loren en Los Girasoles, Claudia Cardinale en El Gatopardo. No me puedo imaginar a Mina con 75 años".

Cuando pasea por Sevilla, ve en las tiendas de Adolfo Domínguez o Roberto Verino consulados. "Hay en Orense tiendas con una ropa muy chula que sólo ves en Roma o en la calle Serrano de Madrid". Fue anfitrión del profesor Francisco Rico en sus visitas a Sevilla. "En 1982 dio la conferencia inaugural sobre Petrarca en el primer congreso de Filología Italiana que organicé aquí". El año que Italia ganó el Mundial de España "con el Rey sujetando a Pertini por la chaqueta".

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