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Plaza Nueva · Eugenio López Sánchez

"De niño no fui a la escuela, aprendí a leer en los tebeos"

  • Cambió el pueblo por la ciudad y las tijeras de barbero por el trabajo de electricista. Primer delegado de Vivienda del Ayuntamiento que presidió Luis Uruñuela. Niño de la República, padeció guerra y posguerra

Fue delegado de Vivienda del Ayuntamiento de 1979 y sigue viviendo en el mismo piso de la barriada Juan XXIII. Eugenio López (El Coronil, 1932), 82 años de lucha y memoria. Barbero. Electricista. Sindicalista. Concejal.

-¿Le atraía más la ciudad que el campo?

-Se vinieron antes mis hermanos, a trabajar de albañiles. Yo era el pequeño de los cuatro varones. Nos criamos en el campo, no teníamos para comer y mi padre, al ser el más chico, me metió en una peluquería para que aprendiera el oficio. Lo aprendí y me vine a Sevilla de barbero al Cerro del Águila, en la calle Teruel.

-Luego aprendió otro oficio...

-Lo de la peluquería no me gustaba, echaba muchas horas y no tenía tiempo para estar con los amigos. Hice un curso de radiotécnico de electricidad y entré de electricista en Entrecanales y Távora.

-¿Por quién ingresó en el Partido Comunista?

-Por un primo de mi padre que era conductor y por un paisano de mi pueblo, Francisco Toledo.

"En mi casa la política era tabú, pero en la barbería donde aprendí el oficio se hablaba de todo"

-¿Lo sabían en su casa?

-En mi casa la política era tabú, no se hablaba del Régimen ni de nada. A mi padre estuvieron a punto de fusilarlo en la guerra. En la barbería del pueblo se hablaba de todo, mirabas para los lados para ver quién estaba. Allí supe que en España hubo una República, una guerra y la dictadura. Me dije que yo allí no hacía nada, quería ir a un sitio donde pudiera luchar por cambiar las cosas.

-Lo detuvieron varias veces.

-Que yo sepa, doce. La primera, por un paro contra la pena de muerte por el proceso de Burgos. Sólo una acabé en prisión. La fianza de cien mil pesetas la pagó un militar del sindicato vertical.

-¿Quién le llama para ir en la lista de las municipales?

-Nadie. El partido me pone. El partido hacía las listas. Yo iba de número cinco y me pidieron que se lo cambiara a Víctor Pérez Escolano, que iba el seis. Al final salimos los dos.

-Le dieron Vivienda...

-Había mucha necesidad de vivienda en Sevilla. Sólo en Pino Montano hicimos tres mil. Es cuando más suburbios se han quitado de Sevilla.

-Pero el Vacie sigue...

-Eso no hay manera, se llenaba siempre rápido.

-¿Cómo fue el día a día?

-En el Tiro de Línea había viviendas de los militares abandonadas, con ratas, sin agua. En el Polígono Sur había una mafia, gente a los que les habían dado la vivienda, la vendían y volvían a reclamarla. Con algunos yo había coincidido en la cárcel. Me reuní en la Gavidia con el gobernador civil, un militar, el teniente coronel Vaquero, y el jefe de Policía. Allí trazamos un plan. El Ayuntamiento ponía los camiones, Obras Públicas la maquinaria. Un funcionario daba las llaves y un policía en la puerta de cada vivienda. El teniente coronel le dijo a los soldados: ustedes, a las órdenes del señor López.

"A mí no me llamó nadie. El partido hacía la lista. Yo iba de cinco y se lo cambié a Víctor Pérez Escolano"

-¿Qué aficiones ha tenido?

-Muy pocas. El fútbol, en la tele. Me gusta leer. Como de niño no aprendí, porque me sacaban de la escuela para cuidar del ganado en el campo, aprendí de mayor. Habían echado a todos los maestros de la República. Aprendí a leer en los tebeos. Los signos de interrogación, de admiración, las conversaciones de los personajes.

-¿Qué recuerdos guarda?

-Tengo una caja llena de fotos con el Papa, con el Rey, los dos cuando era concejal. De Carrillo con Carmen, mi mujer, en la Venta de Antequera. En el congreso de Roma en 1976 me llamaron para decirme que me habían hecho del Comité Central. He conocido a Tamames, a Alberti, del que tengo un libro dedicado que le di a mi hijo. Por este piso ha pasado gente muy importante de España y del extranjero. También vinieron a registrarlo y una vez quisieron tirar la puerta.

-¿Sigue siendo de pueblo?

-Eso no se pierde. Una vez llevé a todo el Ayuntamiento, incluido el alcalde, a comer a Casa Curro, un sitio de El Coronil famoso en el mundo entero.

-¿La política le dio mundo?

-Yo hasta los 21 años no había salido del pueblo y he ido muchas veces a París con pasaporte falso. Allí estuve con Carrillo, con Dolores. Cuando volvía había que romper la foto. Tras la última reunión, como ya había libertad, se lo di al Archivo de Comisiones Obreras.

-Le pusieron una estación de Metro al lado de casa.

-En mi época de concejal se creó el bonobús para pensionistas.

-La política dejó de ser tabú...

-Mi mujer, de Cazalla de la Sierra, ha sido una luchadora toda su vida. Y mis hijos, los dos enfermeros. Eugenio nació en el Cerro y María del Carmen en Juan XXIII.

-Usted entra en Comisiones en 1963, el año que muere el Papa Juan XXIII...

-Cuando detienen a Soto, Saborido y Acosta en el Proceso 1001 me tocó a mí reorganizar el sindicato.

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