Semana Santa

Conjunción cofrade en un día reluciente

  • El Albaicín y el Zaidín vibran en una jornada para el recuerdo con las cinco cofradías arropadas por miles de personas. El sol ganó terreno a las nubes de días atrás.

JUEVES Santo en Granada. Sinónimo de antigüedad y modernidad a la vez. Un binomio representado en el aroma cofrade que un año más brotó del Albaicín y el Zaidín. El sol no quiso perderse la jornada de ayer para confirmar que entre todos los jueves que hay en el año ese es uno de los que reluce más que el sol. Y así fue, no hubo que mirar al cielo como había ocurrido con anterioridad desde el Domingo de Ramos.

El monasterio de la Concepción centró la atención de todas las miradas a primera hora de la tarde con la salida de la hermandad de La Concha. Por segundo año consecutivo le sentó de maravilla tomar las calles a primera hora de la tarde, con la claridad del ambiente colándose por el callejón de Concepción de Zafra. Mucho calor y gentío a raudales. La Carrera del Darro estaba a reventar para presenciar el caminar del Señor del Amor y la Entrega, cuyo paso mostró el acabo completo del bordado de los faldones, a cargo del taller de José Manuel Martínez Hurtado. Detrás su madre, bajo la advocación de la Concepción, con su ya característico exorno floral compuesto por Boris Becker. El sabor romántico, presente de unos años a esta parte, se hizo patente por la presentación estética y el repertorio musical elegido tras el palio.

A las cinco de la tarde llegó el momento del arrabal zaidinero. La cofradía de La Redención partió de María Auxiliadora muy arropada, como siempre, por sus vecinos. La caoba del paso del crucificado brilló más que nunca, en su interior los costaleros distribuidos a lo largo de ocho palos después de la ampliación del número de trabajaderas transversales.

La Virgen de la Salud estaba de estreno. Saya -realizada en el taller de la hermandad-, rostrillo, daga y cruz pectoral lució la titular mariana. Novedades en el ajuar de la protectora de los enfermos. También en el patrimonio musical ya que la Banda de los Ángeles interpretó dos marchas dedicadas en su honor.

El interés retornó minutos después al Albaicín. En su parte más alta, la concurrida plaza de San Miguel Bajo esperaba la salida de la cofradía de la Aurora. Lo mismo ocurrió en la placeta de San Cristóbal para ver a la hermandad de La Estrella.

En primer lugar, el inmaculado blancor de los nuevas túnicas nazarenas de La Aurora de sarga y adornos en terciopelo rojo reforzó la extraordinaria puesta en la calle de un cortejo muy nutrido de camareras como acostumbra. La proeza costalera hizo superar una vez más, tanto a la ida como a la vuelta, el punto más álgido del recorrido. Los Grifos de San José rememoraron tardes y noches enigmáticas como sólo Granada ofrece. Un momento que dejó boquiabiertos a granadinos y visitantes. No cabía un alfiler para ver a Jesús del Perdón y María Santísima de la Aurora Coronada en una operación de gran belleza. Instantes antes, emotiva fue la llamá que realizó el padre Javier Alaminos. Unas palabras que sonaron a despedida.

Como el emotivo instante que se vivió justo antes de la salida dentro de San Miguel Bajo. Un grupo de musulmanes, a las plantas de la Virgen, rezaron junto a los hermanos 'auroros' para simbolizar la concordia entre culturas tras el atentado yihadista en la capital de Bélgica. El guiño a las causas sociales no quedó ahí. En la candelería del palio se pudo ver la bandera europea y la de Siria con la leyenda 'Paz' ante el problema de la emigración. Además, con un lazo morado se homenajeó el papel de la mujer.

'Pasión por la vida' es la frase que en el cirio derecho del palio de la Virgen de la Estrella también se podía leer. Esta vez en recuerdo a los donantes de órganos que facilitan el día a día a quienes precisan de ayuda para continuar el camino.

La puerta ojival de San Cristóbal se convirtió un año más en otro de los elementos arquitectónicos a sortear. La maestría costalera supo sortear con arte la dificultosa salida. El áureo canasto -frontal y trasera- del Señor de Pasión, que estrenó potencias de Alberto Quirós, desprendió por fin el brillo por el que la cofradía viene trabajando desde hace mucho tiempo alcanzando así un sueño anhelado.

No menos fue el paso de palio. A los sones de Ella, marcha compuesta por Víctor Manuel Ferrer, pronto arrancó el aplauso de los presentes en la recoleta placeta de los aledaños del templo más alto geográficamente de la Semana Santa de Granada. Acordes que volvieron a repetirse al paso por la tribuna oficial de Ángel Ganivet.

La Estrella, al igual que la Virgen de la Salud, lució puñal y saya donada por sus costaleros que cuenta con un diseño muy original. Y es que el dibujo de Benjamín Rodríguez materializado por Juan Spitzley ha plasmado en esta pieza el sello de la cerámica de Fajalauza, tan típica del Albaicín.

Ya en la Madrugada del Viernes Santo, la hermandad del Silencio marcó el contrapunto. Las bajas temperaturas no fueron impedimento para que la muchedumbre fuera protagonista al seguir el cortejo presidido por el imponente Cristo de la Misericordia. Un año especial para esta imagen al conmemorarse precisamente el Año de la Misericordia, motivo por el cual anoche culminó la estación de penitencia en la Catedral para presidir los oficios de este viernes.

En un Jueves Santo para el recuerdo, Granada volvió a demostrar que sus cofradías son únicas y el tránsito por los llamados marcos incomparables las hacen aún más singulares.

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