Semana Santa

Desastre meteorológico

  • Sólo se libró de la lluvia el acto de las tres de la tarde en el Campo del Príncipe para rezar a la Hora Nona

El Viernes Santo es uno de los días más castigados por el tiempo. Raro es el año que no está nublado, que no llueve y que los cortejos pueden salir sin tener que estar pendientes del cielo. Lo de este año ha sido de desastre. Desde por la mañana se auguraba lo peor. Llovía, hacía viento, el cielo estaba lleno de nubes negras y la temperatura descendió varios grados. Todo hacía prever que el Viernes Santo se suspendería todo.

La primera cita era a las tres de la tarde en el Campo del Príncipe. El acto del rezo de la Hora Nona no peligraba. Se realiza pese a las inclemencias del tiempo ante el Cristo de los Favores de piedra. Lo que sí peligraba era la llegada de la Virgen de la Soledad desde Santo Domingo. Pero apurando el tiempo al límite la cofradía de la Humildad decidió sacar su paso cuando terminó de caer la última gota y el acto pudo celebrarse, aunque con frío y muchas nubes, con todos sus elementos. El rezo estuvo presidido por el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez.

Pero fue un oasis en medio del desierto. Pese al claro que se había abierto en el cielo, las previsiones seguían dando lluvia para toda la tarde. Pero las dos hermandades que tenían que realizar primero su salida se agarraron a ese claro aunque por todos los lados las nubes presagiaban lluvia.

La primera en salir fue la hermandad de los Ferroviarios, que se encontró con las primeras gotas ya en Gran Vía. En ese momento la hermandad decidió continuar hacia la carrera oficial y tomar su decisión en Catedral según continuara el tiempo. Así, pidió venia en Ganivet y cuando el paso de palio salía de la tribuna oficial continuó la lluvia, que arreció dejando un fuerte aguacero acompañado de viento. En ese momento la hermandad estaba en la calle Mesones y la reacción en lugar de acelerar el cortejo e ir con a paso de 'mudá' hasta la Catedral fue la de continuar con su ritmo normal. Ya dentro del templo, pese a que lo lógico hubiera sido -en función de la reacción de todas las cofradías siempre que les sorprende la lluvia por el camino años atrás- dejar los pasos en su interior, la hermandad decidió seguir su camino de regreso cubriendo con un plástico el Cristo y con papel transparente el paso (en proceso de remodelación) así como con otro plástico sólo el manto de la Virgen.

El claro de primera hora de la tarde también lo vieron en los Favores y a él se aferraron. La hermandad decidió salir a su hora prevista y cuando el cortejo ya pisaba el Campo del Príncipe y el paso del Cristo de los Favores se encontraba frente a la puerta de San Cecilio una vez realizada su salida desde las capillas anexas, apareció la lluvia, la misma que cogió a los Ferroviarios por Gran Vía. La hermandad realejeña se arriesgó también pese a conocer los partes de lluvia y bastaron diez minutos desde que salieran para que en efecto comenzara a llover. Entonces la decisión fue regresar con el paso de Cristo a la capilla y el cortejo a San Cecilio y esperar media hora a ver si el tiempo mejoraba. Como la lluvia se hacía más intensa la hermandad decidió suspender definitivamente su salida. Algo obvio viendo el cielo ya que la decisión de salir era una auténtica temeridad viendo también los chaparrones que cayeron el Jueves Santo.

Las otras tres hermandades del día decidieron suspender directamente sus estaciones de penitencia. La hermandad de los Escolapios decidió en su cabildo de oficiales que no se salía y tras rezar ante sus titulares abrieron el templo para que la gente pudiera contemplar los pasos del Cristo de la Expiración y la Virgen del Mayor Dolor. La hermandad de la Soledad de San Jerónimo también decidió a tiempo su suspensión y tuvo que utilizar el plan b para efectuar el protocolo de liberación del preso autorizada por el Gobierno.

La cofradía del Santo Entierro, la oficial de la Semana Santa, fue la tercera en decidir que suspendía su estación de penitencia del Viernes Santo de 2011.

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