Si el olor de la Semana Santa es el del incienso, el sabor es el del bacalao. Los roscos, las torrijas o los pestiños son el toque dulce de estas fiestas, pero el producto estrella es este pescado que la tradición convirtió en el sustituto por excelencia de la carne con las restricciones católicas. Y si hay un sitio en Granada que es famoso por cómo lo guisa, ese es el Mesón Gregorio.

Hasta de más de cinco formas diferentes lo presenta en su carta y en estas fiestas suma un variante más. El Viernes Santo el Mesón Gregorio prepara también cazuela de bacalao, que se suma a sus famosas pavías, un plato que empezó a prepararse desde el mismo día en el que se inauguró el restaurante, en 1955. Hace más de una década que añadieron a su oferta el bacalao en salsa mozárabe, muy típico de la cocina granadina y que se ha hecho ya tan popular como sus pavías. También lo preparan a la sultana, a la marinera o trinchado limpio sin piel.

Cuenta Luis Dueñas, su propietario, que el Viernes Santo es el día más fuerte de todo el año. Además de por su bacalao, el Mesón Gregorio cuenta también con su estratégica situación para convertirse en un clásico de este día: el establecimiento, uno de los locales con más encanto de la ciudad, está localizado justo al lado del Colegio de los Escolapios, desde el que ese día sale el Cristo de la Expiración.

Los primeros que llegan allí a ver el encierro de la procesión se mezclan a partir de las dos de la mañana con los costaleros, que es frecuente que encarguen los bocadillos para reponerse en su barra del esfuerzo de la jornada, aunque este viernes finalmente la procesión ni siquiera llegó a salir.

Los costaleros y los amantes de la Semana Santa se mezclan estos días en sus salas con los numerosos turistas que aprovechan estos días para visitar la ciudad. "Este año lo está salvando el turismo", cuenta Dueñas, quien durante estas vacaciones abre su negocio en horario ininterrumpido para aprovechar el tirón de público.