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Sampaoli y cierto efecto gaseosa

  • Tras una primera vuelta galáctica irá a la Champions por la puerta chica y sin el prometido récord

Jorge Sampaoli dialoga con un auxiliar del árbitro en la banda del Sánchez-Pizjuán.

Jorge Sampaoli dialoga con un auxiliar del árbitro en la banda del Sánchez-Pizjuán. / julio muñoz / efe

Jorge Sampaoli dejará el Sevilla habiendo cumplido el objetivo marcado por el club al principio de la temporada. Tendría que ocurrir un desastre insospechado para que no fuese cuarto, dado que es impensable que Osasuna, ya descendido y encajando una goleada tras otra, pueda oponer la mínima resistencia para impedir que el equipo nervionense, al menos, empate en su última cita en casa. También puede alcanzar aún la tercera plaza, aunque el Atlético ha tomado ya una ventaja de cinco puntos y tendría que perder sus dos partidos y, lo que es aún más difícil, que el Sevilla ganase en el Bernabéu, además de a Osasuna. En definitiva, que terminará cuarto y jugará la ronda previa en agosto para poder disfrutar de los privilegios de la Liga de Campeones en toda su dimensión. No se puede hablar de desencanto, puesto que el logro ha llegado virtualmente con dos jornadas de antelación tras las derrotas de Villarreal y Athletic. Pero se puede concluir que no fue todo lo que prometió Sampaoli cuando luchó en la cima del torneo y aspiró a ser el rebelde de la Liga.

La sensación con Sampaoli ha sido decreciente, como la de una promesa a medio cumplir. Los amantes de su apuesta por el juego ofensivo se quedarán además con las ganas de ver las evoluciones de su idea de juego por segundo año consecutivo debido a la injerencia de la AFA y de la selección de Messi. Pero esto se veía venir desde que el técnico, en plena preparación del equipo en Hamburgo, en julio, estuviese más pendiente casi del móvil, por las llamadas desde Buenos Aires, que de conocer cómo iba captando su nuevo equipo su filosofía de fútbol. Él mismo se pregonó como un hombre al que la tentación de la albiceleste le daba un pálpito irresistible, como así será finalmente. Esta promesa sí la cumplirá.

En lo estrictamente futbolístico, el Sevilla, el Sevilla de Sampaoli y de Lillo, ha sufrido el mal del efecto gaseosa, pues tuvo un comienzo fulgurante, que llegó a su cénit en el mes de diciembre, con aquellas goleadas y despliegues de fútbol memorables ante Málaga y Real Sociedad, y rápidamente inició un declive insospechado, sobre todo después de la reforzadora remontada ante el Real Madrid en enero. Claro que ésta llegó antes de la depresiva eliminación en la Champions de manos de un equipo inferior, un rival que, como casi todo en la corta era Sampaoli, hizo frotarse las manos al hincha antes de tiempo...

El Sevilla del sin par técnico argentino quedará en la historia como el que logró la mayor puntuación histórica en la primera vuelta. Los estratosféricos 42 puntos que logró su equipo lo colocaron segundo en la tabla detrás del Barcelona e hicieron soñar con los ojos abiertos a analistas y aficionados con la posibilidad de disputarles el título a los dos gigantes del fútbol español. La tercera vía, el relevo del Atlético, el rebelde del fútbol español... Muchos fueron los calificativos que recibió el equipo de Sampaoli entre loa y loa a su fútbol atrevido, de sometimiento del rival con el balón en campo del contrario, aun a riesgo de sufrir contragolpes que ponían en evidencia que algo podía fallar en cuanto se torciera ese prometedor camino de gloria.

En aquellos momentos, en plena Navidad, pocos dudaban de que el récord de 76 puntos del Sevilla de Unai Emery en 2015, y que no le valió para ser cuarto, caería por la propia inercia ganadora del equipo de Sampaoli, aunque la segunda vuelta, con un calendario durísimo a domicilio, iba a ser otro cantar. Y así empezó a ser nada más caer en la Liga de Campeones ante el Leicester, un varapalo durísimo que se convirtió en la primera promesa sin cumplir de Sampaoli: el argentino, como le ocurriera a Manolo Jiménez en 2008 y en 2010, no pudo con un rival a priori inferior y se quedó en octavos de la Champions.

Tras el empate ante la Real Sociedad, la posibilidad máxima de puntos del Sevilla se ha quedado en 75, con lo que ya es imposible lograr la marca histórica de puntuación de un equipo que mientras ganaba y ganaba en la Liga en su vibrante persecución del Valencia levantó la Liga Europa en Varsovia. El salto cualitativo a la Champions impidió tocar plata este curso y, de paso, frustró con esa depresión que no fue capaz de atajar el entrenador la posibilidad no ya lograr ese récord, sino de amarrar un tercer puesto en el que llegó a gozar de una ventaja de 9 puntos sobre el Atlético que dilapidó en el nefasto mes de marzo, envenenado desde Leicester. Por el camino quedó también otra promesa incumplida, la de lograr el récord de puntos como local, que sigue en poder del Sevilla de Juande en la 06-07 con 47 puntos. Ahora, ganándole a Osasuna, el Sevilla alcanzaría 46, la segunda mejor marca histórica. No está nada mal y es un logro muy loable en un debutante en Europa. La sensación, empero, es otra, y la mejor muestra fue que a la final ante la Real Sociedad apenas acudieron 28.607 espectadores.

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