Standard | sevilla · informe técnico

Tembloroso en los partidos físicos

  • Sin Duscher es muy difícil; con Romaric, imposible · La falta de un centrocampista de cierre convierte el sistema defensivo en un flan al recaer toda la carga en los centrales y aborta la salida fresca del balón

La Ponferradina marcó el camino que ayer siguió el Standard de Lieja. Este Sevilla se convierte en un pelele defensivamente en partidos jugados con testiculina y en inofensivo igualmente en ataque. Llegar tarde a los cruces es la norma común cuando el rival impone físico y ritmo. El cansancio parece pasar factura, las jugadas no se hilan y, sobre todo, la defensa se descoloca con facilidad ante la ausencia de un medio centro que haga de sostén táctico. Una mala elección en la pareja de medios centro fue el principio del desastre.

Defensa

Es imposible sin un cierre de garantías. La figura de Duscher no puede ser más añorada en el sistema defensivo de un equipo que tampoco tiene ya al futbolista que mordía unos metros más arriba (Keita). El ritmo de Romaric no es apto para un fútbol exigente y toda la carga le fue cayendo desde muy pronto a los centrales, que esta vez tampoco tuvieron la ayuda esperada de Konko y Fernando Navarro. Palop tenía que salir de su zona constantemente, David Prieto y Escudé debían acudir a apagar fuegos a los terrenos del pivote defensivo, a las bandas (Adriano logró que hasta Fernando Navarro tuviera un día malo)... El ritmo medio alto que impuso el rival era un vendaval para futbolistas diesel y con el ralentí al mínimo como Maresca y Romaric. Éste es que ni siquiera persiguió a un enemigo en todo el partido. Renato era la tercera pata que hacía tambalear la mesa. El brasileño tampoco puede decirse que haya sido nunca un jugador de meter la pierna y el resultado fue que el Sevilla se vio con demasiadas piezas en el campo incapaces de ganar un balón dividido, un cruce, una pelea mínimamente exigente...

Ataque

Pero Renato no sólo no incordió, sino que se arrugó al primer soplido del fornido Onyewu. Así, Luis Fabiano era un tesoro en el arcén contrario de una autopista: inaccesible. Jesús Navas no tuvo jamás el apoyo de un compañero cercano y se iba empequeciendo ante tanta superioridad física y numérica. El partido de Adriano fue ridículo y Maresca se veía atosigado por dos rivales en el momento de recibir.

Virtudes

Pocas. ¿Que no haya más lesiones?

Talón de aquiles

Ni el Sevilla ni Jiménez reaccionan y en citas así hay que sacar de donde sea consistencia en el centro.

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