Sevilla 4- 0 Ponferradina

Un alivio fabuloso

  • El Sevilla impone su superioridad, remonta a una valiente Ponferradina y se clasifica para los octavos de final de la Copa · Luis Fabiano tira de su variado repertorio y firma un 'hat trick' que saca del apuro a Manolo Jiménez

Maresca, sobre la hora, firmó un 4-0 a favor del Sevilla que marca la diferencia que debe haber entre uno de los gallos de la Liga BBVA y un buen equipo de Segunda B. El Sevilla se aplicó a fondo, Luis Fabiano firmó un hat trick, Jiménez recupera crédito y los sevillistas estarán en los octavos de la Copa.

El partido, lógicamente, tuvo sus espinas. Salió la Ponferradina con una actitud valiente. Nada de cerrojazo. Con los volantes incorporándose al ataque en apoyo de Irurzun y Rubén Vega, los hombres más adelantados. Con la defensa lejos del guardameta Alejandro. Con los pivotes, Jonathan y Dani Borreguero, pidiendo la pelota con desparpajo. Quizá los leoneses jugaban la baza de la sorpresa inicial, por si caía en una jugada aislada ese golito que les haría creer de verdad. Ese golito que sería una cerilla para la gasolina de la grada, que la había.

Y al Sevilla le pilló de sorpresa esa salida intrépida de la Ponferradina. El primer cuarto de hora, la pelota circuló sin dueño de un campo a otro, un juego de ida y vuelta en el que el área visitante jamás era pisada por jugador de campo.

El guión previo anunciaba a un conjunto leonés con ocho o nueve jugadores por detrás de la pelota y un punta, o uno y medio, a cazar lo que le cayera cerca o a forzar una falta o un córner del que sacar petróleo. No fue así, y el Sevilla tardó en encauzar el partido el tiempo que necesitó Fazio para ver que había que presionar en el campo rival, apretar la salida del balón de Jonathan o Dani Borreguero. Así lo hizo el argentino, invitando al resto de compañeros. El Sevilla empezó entonces a recuperar pelotas e iniciar ataques con pocos metros que recorrer hasta el área de Alejandro y generosos espacios.

Romaric empezó a sentirse a gusto, tocó y abrió. Jesús Navas y Adriano encararon, aunque a veces no eligieron la mejor opción: centrar en lugar de penetrar, o viceversa. Con la pelota llegó el acoso, y con el acoso las ocasiones para marcar.

Necesitó pocas el bloque de Jiménez para igualar la eliminatoria. Romaric maniobró por el costado izquierdo en busca de un desmarque en el área y sirvió un preciso pase entre los dos centrales que cabeceó Luis Fabiano con maestría. Fue un toque sutil, bombeado, para salvar al portero por arriba. Corría el minuto 29 y hasta el descanso quedó en evidencia que si un equipo de Primera lleva el partido por donde debe llevarlo ante un rival dos categorías inferior, un cuarto de hora es tiempo sobrado para decantar definitivamente la eliminatoria.

Kanoute falló un control cuando se quedaba solo ante el portero, Squillaci estrelló un balón en el larguero tras centro de Jesús Navas desde el vértice del área y a Luis Fabiano se le fue alto por poco un pase atrás de Adriano tras una cabalgada en la última jugada de la primera parte. Pero no llegó el 2-0 y se anunciaban emociones fuertes para los siguientes 45 minutos.

¿Podía asustar la Ponferradina? Claro que sí. Primero, porque ofreció la mejor actitud para hallar premio; segundo, porque un gol se puede hacer en cualquier momento; y tercero por el ambiente enrarecido. Flotaba el tan traído y llevado plebiscito de Jiménez, y a poco que aflorara un fallo atrás, podían llegar los nervios. Y esos murmullos de Nervión...

Luis Fabiano no estaba dispuesto a que apareciera la guasa y a los tres minutos de la reanudación aprovechó un cabezazo de Jesús Navas para plantarse ante Alejandro y batirle de nuevo con una preciosa vaselina. Era el riesgo de la adelantada defensa de la Ponferradina, bastante más audaz que la de la mayoría de los que llegan al Pizjuán en la Liga.

Si el animoso equipo del Bierzo era valiente con 0-0, ya con 2-0 dijo que de perdidos al Guadalquivir. Tuvo veinte minutitos par creer aún en la gesta. El Sevilla dio un pasito atrás, las recuperaciones en el campo rival se esfumaron y en un balón suelto en la media luna, el ex sevillista Rubén Vega soltó un derechazo colocado que tras rebotar en el larguero y en el suelo, describió una parábola un tanto sospechosa. Iturralde y su asistente no vieron gol, y dos minutos después sentenció Luis Fabiano. Recibió una pelota de Renato en el área, se giró y soltó un colocado zurdazo.

La Ponferradina ya supo que el tren se le había escapado. Nervión respiró, Jiménez respiró aún más hondo y dio merecido descanso a Luis Fabiano, el hombre que estaba en deuda por lo de Valladolid. Lo único negativo, la lesión de Adriano, otra más para esa interminable letanía.

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