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Hasta que apareció la chispa

  • El mando de Romaric primero y Renato después tarda en reflejarse en llegadas y goles por los yerros en los controles en la mediapunta · La movilidad de Perotti en esa zona termina por derrumbar al rival

La chispa final de Chevantón y el premio a la movilidad de Perotti rubricaron con un triunfo el final feliz del Sevilla. Era un partido casi de pretemporada y se notó en muchos jugadores la falta de ritmo y precisión en un Sevilla con muchos futbolistas que apenas han competido después de superar sus lesiones, casos de Kone, Chevantón o Acosta. Manolo Jiménez quiso premiar también a otros que no han tenido continuidad, como Dragutinovic, Mosquera y Crespo. Y el resultado fue un equipo mandón gracias a la jerarquía con el balón de Romaric, pero sin la punta de velocidad y la precisión necesaria para tener llegada y profundidad. En dos zarpazos finales, el Sevilla solventó el bolo de verano, que da para pocas conclusiones por la falta de tensión.

Defensa

Jiménez propuso una línea defensiva inédita con Konko, Mosquera, Dragutinovic y Crespo. El Sevilla se defiende teniendo el balón casi siempre gracias al buen toque en corto y en largo de Romaric, con un escudero de lujo como Renato unos metros por delante. De esa forma, el Numancia apenas llega y Javi Varas es un espectador de lujo que incluso hace las veces de hombre libre en más de una ocasión. Aun así, Mario le encontró las espaldas a Konko alguna vez, en las pocas ocasiones en las que el francés se atrevió a saltarse el guión perdiendo el sitio en el lateral derecho. Por lo demás, Dragutinovic se bastó para ganarle la pelea a Aranda en las escasas oportunidades en que le llegó el balón al ex sevillista, que estaba demasiado aislado arriba.

Ataque

El manoseo de pelota de Romaric, sobre el que pivotaba en apoyos cortos Renato, dio para pocas llegadas porque en la corona del área, ya fuera Acosta o Kone el mediapunta, el balón salía escupido sin control. El Sevilla siguió insistiendo en su propuesta y se benefició de la movilidad de Perotti. Pero hubo poca profundidad y todo se solventó en dos chispazos finales de Chevantón y Perotti.

Virtudes

La apuesta por mandar siempre y no perder la fe pese a la intrascendencia del choque.

Talón de aquiles

La lógica falta de ritmo en algunos jugadores privó de llegada.

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