Sevilla fc

Lo que se le pedía

  • El Sevilla gana su segundo Carranza consecutivo y el sexto de su historia con un gol de Escudé y ofreciendo una imagen acorde con las exigencias aun sin apretar del todo.

El Sevilla cumplió en Cádiz el guión que se le exigía y se adjudicó por segundo año consecutivo y por sexta vez en su historia el Trofeo Carranza. Pero, lo que es más importante, dejó una imagen acorde con lo que se le pedía al llamado a ser la alternativa a los todopoderosos Barcelona y Real Madrid. No es que el equipo de Jiménez ofreciera un nivel alto de espectáculo junto a una playa de La Victoria que anoche era un hervidero de barbacoas, pero sí dejó muestras de ser superior a dos equipos de Primera, uno de ellos de los llamados gallitos o rival directo, el Valencia.

Y también dejó el trofeo gaditano dos cuestiones bien patentes en el aire. Una, que Adriano es a día de hoy el futbolista más en forma del equipo. El brasileño cuajó un Carranza primoroso, lleno de fuerza y de poderío físico, apuntando que puede ser una pieza decisiva en la exigente temporada que espera al Sevilla. La otra, aunque pertenezca más a la anécdota, es que Duda revalorizó su situación en los pocos minutos –los primeros este verano– que le ha dado Jiménez. Dos asistencias de gol, una para ganar la final, colocan al portugués en el punto de mira y da más interés a lo que pase con su futuro.

Pero Jiménez también utilizó la final, aparte de para dar minutos a los que no habían jugado el viernes, para probar a futbolistas en posiciones secundarias a lo que en teoría son sus roles de inicio. Así, alineó a Fazio de central, a Adriano de lateral izquierdo, a Lolo de pivote o a Alfaro de extremo zurdo, dando la mayoría de ellos prestaciones a un nivel interesante. Al gigante argentino se le vio suelto, más fino y más rápido. Si exhibe ese nivel de atención y le respetan las lesiones, debe ser una pieza importante en el proyecto, tanto en la zaga como delante de ella.

Adriano está como un cañón juegue donde juegue y ayer se crecía en cada balón que disputaba con el empujón moral que siempre da llevar el brazalete de capitán cuando uno no lo suele ser. Dos avances suyos desde esa posición fueron lo mejor de la primera mitad en ataque, uno terminado por él mismo y otro que no supo resolver Alfaro. El de La Palma echó de menos estar cerca del gol, pero hizo aperturas hacia dentro interesantes para descongestionar el juego. El segundo de los tres onubenses de la plantilla (el tercero es José Carlos) robó balones de andar muy listo en unos terrenos en los que el Sevilla debe basar su superioridad en los partidos. Ahí, la entrada de Romaric junto a Lolo se notó en positivo con respecto a lo que el equipo de Jiménez dejó de cara a la galería ante el Valencia. Circuló más y mejor el balón que su compatriota Zokora y el equipo lo agradeció.

La defensa sufrió menos que el día anterior y, por apuntar algo que corregir, quizá cedió demasiadas faltas innecesarias en el vértice del área –el izquierdo fundamentalmente–, cuando de por sí el Deportivo apenas inquietó.

En la segunda mitad el ritmo de juego de los ayer de rojo fue cayendo conforme a Romaric se le iban las fuerzas, aunque el sistema defensivo, con un Lolo sin dejarse notar nunca pero presente siempre, impedía que el Deportivo se hiciera con el mando real de la noche. Aun así, Javi Varas tuvo que ver el balón un par de veces de cerca, pero la defensa, unas veces, y él, otras, habían logrado dejar la cosa como estaba, con ese 0-0 que el Sevilla estaba obligado a romper.

Jiménez dio entrada a hombres de refresco en busca de la jugada decisiva y ésta estuvo a punto de llegar en un gran servicio de Romaric que Capel no acabó de controlar bien. Kanoute estaba en el campo, Kone, cansado por el esfuerzo del viernes, ya se había ido y Acosta era el que más brío ponía. Pero el que puso las cosas en su sitio fue el más inesperado, un Duda que en dos golpeos puso el Carranza camino de Sevilla. El Carranza y la imagen de un equipo serio que, sin pisar a fondo, convenció ante dos Primeras.

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