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Todos le piden convicción

  • Gabinete de crisis Álvarez, que tuvo una ilustrativa charla con Palop y Kanoute, centra las miradas del sevillismo en pleno, que está a la expectativa de su capacidad para enderezar el rumbo y la identidad del equipo

Antonio Álvarez se encuentra en una encrucijada que puede marcar incluso su futuro inmediato como entrenador del Sevilla. Tras el desastroso mes de agosto, excepción hecha del esperanzador debut liguero, la derrota en el estreno de la Liga Europa ha reabierto todas las heridas, las dudas y las suspicacias que se cernieron, demasiado pronto, sobre la figura del técnico sevillano, una situación que tiene como trasfondo las incógnitas que también ha despertado una planificación deportiva que no terminó de rematarse, con las llegadas de Alexis y Martín Cáceres, hasta después de la aciaga eliminatoria de Champions con el Sporting de Braga, cuya exhibición en Nervión fue presenciada por el ex valencianista desde el palco. Aquella noche empezó a torcerse una temporada que, pese a lo temprano de la misma, ya ha encendido las luces de alarma, con un nítido foco de atención: Antonio Álvarez.

Sin ser ni el principal ni el único culpable de la desazón creada, ahora mismo el entrenador sevillista está obligado a encontrar una urgente solución tras la paupérrima imagen que dio su equipo ante el París Saint-Germain. Porque, siendo el primer partido de la fase de grupos de la Liga Europa, no fue tan trascendente la derrota como el mensaje de desconcierto que transmitió su entrenador con sus decisiones y sus bandazos tácticos.

Álvarez se ha mostrado permeable al debate sobre el sistema de juego, recrudecido el jueves con la puesta en escena del 4-1-4-1, con dos interiores y un solo punta, y el paso atrás que él mismo dio de forma precipitada al hacer dos cambios en el descanso y un tercero en el minuto 61, lo que condicionó otra consecuencia negativa, la lesión de Jesús Navas, que hubo de jugar 25 minutos con un esguince de tobillo, sin posibilidad de ser cambiado.

La de ayer fue una mañana de caras largas en la ciudad deportiva. Y también de charlas y reflexiones. Fue muy llamativo e ilustrativo el diálogo que mantuvo Álvarez con las dos principales cabezas visibles de la plantilla, los capitanes Palop y Kanoute. En particular, el franco-malí fue muy expresivo y pareció hasta pedirle explicaciones a un técnico que no tiene otra, sin tiempo apenas para meditar, que tomar decisiones firmes sobre la identidad y el esquema táctico que quiere para su equipo. Y esas mismas respuestas firmes son las que espera todo el sevillismo, desde José María del Nido y Monchi, presente ayer en la ciudad deportiva, hasta los propios jugadores y el último de los aficionados. Porque la imagen de impotencia del Sevilla ante el PSG transmitió la idea de que los futbolistas no están captando los mensajes de un entrenador que se debate entre revolucionar el sistema sacrificando a Kanoute y/o Luis Fabiano o dejarse llevar por la inercia del 4-4-2, un sistema para el que algunas piezas, erosionadas por la edad o por las dudas del técnico, parecen no encajar ya, como se ha demostrado hasta ahora.

El tiempo, en este sentido, es un arma de doble filo para Álvarez. En lo positivo, queda mucha Liga y toda la fase de grupos del torneo europeo. Además, con el calendario apretado y partidos de domingo a jueves, la cúpula sevillista no tiene apenas margen de maniobra para adoptar una decisión drástica. Claro que si se produce una concatenación de derrotas...

Aun así, la imagen, más que los resultados, pesará sobre lo que pueda ocurrir en las dos próximas semanas previas al parón liguero. Por ello, es crucial que Álvarez abandone todas las dudas, que aparque los debates sobre el sistema y que apueste de manera firme por el que crea más conveniente, que sin duda pasa por reforzar de uno u otro modo el centro del campo. Porque un nuevo bandazo como el del PSG sería funesto para el equipo... y para él mismo.

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