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Stoichita y el riesgo de mirar

  • El autor de 'La invención del cuadro' defiende la astucia narrativa de Murillo e invita a analizarlo en el contexto de la cultura visual europea

Victor I. Stoichita (Bucarest, 1939), autor de libros esenciales para renovar nuestra visión del arte occidental como La invención del cuadro y Breve historia de la sombra, no se considera un especialista en Murillo "sino más bien un generalista" y al preguntarle por dónde cree que podrían seguir avanzando los estudios sobre el pintor sevillano, este catedrático de Historia del Arte en la Universidad suiza de Friburgo se toma su tiempo antes de responder. "Sobre Murillo se ha trabajado bastante últimamente y se han realizado exposiciones estupendas, incluidas éstas de Sevilla. Será después del Congreso del IV Centenario cuando se verá si quedan puertas por abrir. Quizá se podría profundizar en la mirada sobre Murillo en el contexto de la cultura visual europea y no sólo atender a las relaciones, ya muy bien estudiadas, sobre el pintor, Flandes, los coleccionistas, los grabados, la pincelada... Estudiar lo que significa la representación, la construcción de la imagen, el ver, algo que Benito Navarrete ha hecho muy bien en su libro Murillo y las metáforas de la imagen (Cátedra), que creo que es una de las vías que se abren en este momento más interesantes".

Navarrete, profesor en la Universidad de Alcalá de Henares, atribuye a la lectura de Stoichita el giro dado en sus investigaciones, algo que al aludido (y encargado de clausurar el congreso) le causa tanto pudor como alegría. "Es curioso porque yo no había escrito demasiado acerca de Murillo así que el hecho de que mis análisis hayan dado ideas a un investigador del nivel de Navarrete, que viene de una escuela muy bien cristalizada de especialistas en pintura española, es muy ilusionante".

La imagen del otro es un libro capital en su producción que también ha marcado a notables investigadores españoles, como ocurre con el profesor de la Universidad de Sevilla Luis Méndez, autor de una monografía esencial sobre la representación de los esclavos en la pintura sevillana del Siglo de Oro. "Hace unos 20 años -sigue Stoichita- entré en un grupo de investigación sobre la imagen del hombre de raza negra que trabajaba para la fundación Menil, que está ahora en Houston. Reflexionamos sobre ese aspecto y mi investigación se concretó inicialmente en un artículo de mi libro Cómo saborear un cuadro referido al esclavo mulato de Velázquez, Juan de Pareja. Pero seguí profundizando y cuando el Louvre me invitó a impartir un ciclo de conferencias sobre el tema de la alteridad en las artes figurativas occidentales decidí recoger esas indagaciones en este libro sobre la representación de negros, judíos, musulmanes y gitanos en los albores de la Edad Moderna, con muchos ejemplos de esta problemática referidos a cuadros de Tiziano que se conservan en el Prado".

Su primer flechazo con la cultura española fue a través de su esposa, la historiadora Anna María Coderch, que también es su traductora. "Al casarme con ella aprendí un idioma y viajando juntos por España comenzó una accesibilidad al arte del Siglo de Oro no sólo intelectual. Quizá la mirada del extranjero descubre algo que está en vuestro imaginario, en vuestro panteón de ilustres, y al hacer preguntas que pueden resultar naif se desgranan cuestiones esenciales".

En la trayectoria científica de Stoichita han resultado esenciales, por su influencia directa, tres maestros. "Mi primera carrera fue en Italia y mi tesina la realicé con Cesare Brandi, que era una autoridad en los años 70; nací como italianista más que como hispanista. Al trasladarme a Alemania trabajé con Hans Belthing en la Universidad de Munich, una personalidad muy innovadora, esa colaboración fue esencial para mí. Y citaría también al semiólogo y catedrático Louis Marin, que estuvo en mi tribunal de tesis en París y me enseñó la relación entre imagen y signo y cómo se podía leer, interpretar y comunicar el lenguaje de las imágenes. Fue gracias a Marin que publiqué La invención del cuadro, un libro de juventud que recoge mi tesis doctoral: aunque ahora me parece muy atrevido tal vez sea mi obra más importante. Estoy convencido de que hay que asumir riesgos, atreverse a mirar. A mí, hacerlo me ha aportado el gusto de la investigación y del pensar sobre la imagen. Por suerte escogí una profesión que es también un hobby y nunca me he aburrido, ni como investigador ni como profesor".

Entre las obras que no se cansa de mirar figura el autorretrato de madurez de Murillo que atesora la National Gallery. "Es un objeto semiológico muy interesante, con el trampantojo, la mano, la inscripción... El siglo XVII es un período en que los artistas se plantean problemas sobre la imagen y ese autorretrato, que comparé en mi obra con los de Poussin y Carracci, es muy especial porque su verdadero destinatario no eran los hijos de Murillo sino la posteridad".

En el sistema académico de las bellas artes, la pintura narrativa era en Italia y España el género más noble y genios como Velázquez se ejercitaron en ella. "Velázquez era el pintor del monarca, autor de retratos cortesanos y reales, pero su pintura narrativa comenzó siendo de ensayo hasta dejar varias obras maestras y llegar a la cumbre de Las hilanderas, que es narrativa pero completamente innovadora. Murillo también destaca como narrador de historias, lo vemos en estos lienzos del Hospital de la Caridad sobre las obras de misericordia, pero era un narrador francamente astuto que lleva hasta sus últimas consecuencias el tema del espectador implicado en el cuadro".

Goya, al que dedicó otro libro esencial junto a su esposa, El último carnaval (Siruela), fue para Stoichita "un problema de interés más que de gusto" y al abordar su estudio coincide con otros maestros como Todorov que ofrecieron una mirada particular del aragonés. "Me interesó mucho la personalidad de Goya, un artista innovador difícil de colocar en el contexto español pero también en el europeo: es romántico, es rococó, tiene siempre un carácter fuera de serie... Me gusta el libro de Todorov sobre Goya porque viene de un historiador de la cultura que arroja una mirada filosófica, la de un outsider, y ése es también mi contexto".

Muchos artistas de hoy citan a Stoichita entre sus grandes referentes intelectuales junto a luminarias como Didi-Huberman, un fenómeno, cuanto menos, curioso. ¿Le sorprende el alcance de su obra en ámbitos extra académicos? "Tengo la impresión de que mi manera de exponer la Historia del Arte y proponer preguntas sobre la imagen tiene parecido con los planteamientos que se hacen los artistas, quizá por eso son sensibles a lo que hago. Cualquier investigación tiene raíces personales autobiográficas, incluso en libros científicos hay un interés que viene de una historia personal. Y luego influye la sensibilidad del tiempo, que toma forma tanto en la creación actual como en la investigación de un historiador del arte, de ahí estos intercambios y el interés recíproco".

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