feria de san isidro | undécima en la plaza de toros de las ventas

Castella, trofeo por un arrimón

  • El francés es premiado con una oreja del buen quinto, 'Husmeador'

  • Padilla, en su despedida de Las Ventas, y Roca Rey, de vacío

  • Corrida de Jandilla, en conjunto sin fondo

El festejo de ayer, en el que se cumplió un tercio de la maratoriana feria isidril en Las Ventas, con cartel de No hay billetes con Padilla, en su despedida de esta plaza, Castella y Roca Rey resultó decepcionante en su conjunto. Castella consiguió el único trofeo del festejo.

Castella, quien contó con el mejor toro del encierro, el quinto, cortó una oreja. Cinqueño, negro, acapachado, Husmeador, tras emplearse en varas, embistió con movilidad y humillaba cuando perseguía las telas. El francés, que puso toda la carne en el asador por agradar, ganó terreno a la verónica. Y realizó una faena con dos fases distintas, una primera en la larga distancia, en la que asustó en su inicio con muletazos por la espalda. Con la diestra comenzó a bajar la mano y se marcó otras serie con ligazón que llegó mucho a los tendidos. Tras un desarme con la izquierda, que supuso la frontera y fractura, el diestro apostó por un serio arrimón -intercalando un circular invertido- y parte del público protestó. Mató de casi entera y fue premiado con una oreja.

Castella, ante su primero, se estiró bien a la verónica y realizó un trasteo ante un castaño sin poder alguno, ante el que comenzó con unos estatuarios y que rubricó con un bajonazo para ser silenciado.

Padilla, que había sido ovacionado al término del paseíllo por su despedida de Las Ventas, recibió al astifino que abrió plaza con unas buenas verónicas, un toro que no se empleó en varas. El diestro prendió banderillas con facilidad; siendo el más ovacionado el tercer par, al violín. El jerezano, tras un comienzo de rodillas con la diestra, no llegó a acoplarse con un toro de buenas condiciones. En la suerte suprema sucedió un hecho insólito: se partió la espada en el primer envite. Mató de una estocada con otra espada y un descabello, siendo silenciado.

El cuarto, negro, cinqueño, cuesta arriba, derribó a Justo Jaén tras romanear a la cabalgadura. Recibió un segundo puyazo de larga duración. Padilla perdió el engaño en el recibo de capa y Daniel Duarte lo bordó en la brega. Padilla se lució en el tercio de banderillas y, tras unos doblones, no tuvo una despedida feliz con un animal complicado, que fue desarrollando sentido. Mal con los aceros y silencio.

Roca Rey, derrochando valor, se esforzó ante su lote. El tercero, castaño, corniabierto, estuvo a punto de cogerle cuando se venció en un lance. En varas, hubo protestas del público, porque en el primer encuentro únicamente señaló el picador. En el siguiente, se partió la vara. Y en el tercero se le propinó un puyacete. Llegó parado y con la lengua fuera, sin poder alguno, para un trasteo del limeño que, tras un par de estatuarios y dos muletazos por la espalda ajustadísimos, careció de emoción. Estocada al primer envite y aplausos.

Con el mansísimo sexto, Roca únicamente tuvo la opción de plantarse con valor ante el animal en un trasteo laborioso junto a tablas, en el que tiró muy bien de la franela por ambas manos, ante las embestidas sin franqueza del astado. Una labor que comenzó con unos estatuarios a pies juntos y cerró con unas comprometidas manoletinas y una estocada para ser ovacionado.

Los resultados no correspondieron a la expectación, pese a que Castella fue premiado con un trofeo por una faena marcada por un arrimón en un espectáculo sin altura en lo artístico.

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