Vicente bejarano. matador de toros

"Perú supone un bastón para ayudarme a caminar como torero"

  • El diestro de La Puebla del Río viaja hoy al país americano, donde toreará cuatro festejos -entre el 16 de septiembre y 1 de octubre, con posibilidad de sumar otros dos.

El toreo es siempre grandeza, reza un aserto entre los aficionados. Pero no siempre es así. En un escalafón con más de dos centenares de toreros y sumidos en una voraz crisis por la que ha descendido extraordinariamente el número de espectáculos, las oportunidades apenas existen, salvo en las grandes ferias y para las figuras. Algunos diestros, para solventar su situación, emigran a América. Es el caso de Vicente Bejarano (La Puebla del Río, 1972), quien en el último lustro mantiene sus ilusiones de torero gracias a sus actuaciones en Perú. Pero su panorama en aquellas tierras tampoco es el del esplendor de las grandes ferias ni el de los hoteles de lujo. Su ilusión o su locura -según quien lo valore- le ha llevado a torear hasta en cosos perdidos en Los Andes, con altitudes excepcionales -ejemplo, Macusani, a 4.470 metros-, con el grave inconveniente de la carencia de oxígeno. En sus sorprendentes vivencias y adversidades se ha vestido de luces en un ayuntamiento o ha convalecido de una cornada en un hospital con gallinas en sus pasillos. Todo ello, "por sentirme torero"; asevera Vicente Bejarano, mientras hace las maletas en su casa.

-¿Le compensa torear en Perú?

-Económicamente me ayuda para tirar hacia adelante y moralmente para sentirme torero. No puedo vivir sin torear. Perú supone un bastón para ayudarme a caminar como torero. No estoy chalado. Lo siento así y el chispeante -traje de luces- hace que siga adelante.

-Festejos, plazas, carteles y fechas en las que torea.

-Viajo mañana -por hoy-. Son cuatro corridas. En Moho toreo el día 16 de septiembre, en mano a mano con Corpas. Y en Santa Cruz los días 29 y 30 de septiembre y el 1 de octubre, repitiendo cartel con el colombiano Paco Céspedes y el venezolano Morenito de Maracaibo. Estoy pendiente de cerrar otras dos corridas en Cajabamba, los días 11 y 12 de octubre.

-Por la crisis, en España, fuera de las grandes ferias apenas hay oportunidades ¿Cómo lo vive?

-Yo me adelanté y me he buscado la vida en Perú desde hace varias temporadas. La última que toreé en España fue en 2011 en Arromolinos de León, en Huelva, donde corté dos orejas en una corrida de Cuadri. Y en 2008, 2009 y 2010 no tuve ni una sola oportunidad aquí y en Perú toreé una quincena de corridas de media.

-Económicamente, ¿precisa otro tipo de ingresos?

-Sí. He estado seis meses jardineando, como yo digo, trabajando de jardinero en Palma de Mallorca y cuando vuelva de Perú me engancharé en la aceituna en el Aljarafe.

-Con parones tan largos, ¿se pierde el sitio?

-Poco a poco coges ritmo. Los parones se notan en el ruedo, sobre todo en el corazón, que te palpita más rápido, mientras que la ideas son menos claras.

-Asistencia, enfermerías... ¿otro peligro añadido?

-Lo de Perú no quiero ni pensarlo. Sé que no existen los medios que debería haber para uno estar tranquilo.

-¿Y cómo lo vive su familia?

-Mi mujer -Sara- me conoce desde que íbamos al colegio y sabe de mi locura por el toreo. Lo tiene más o menos asumido. Tengo una niña de 3 años, Lola Violeta, que me acaba de decir "¡Te voy a dejar ir a Perú para que torees!" "¡Porque eres el mejor!". Y tengo otra niña de ocho meses, María Sacsara, a la que le puse ese segundo nombre por una localidad peruana.

-Si no me equivoco, en la plaza de Sevilla no ha toreado desde 2003 y en la de Madrid desde 2000 ¿Ve imposible volver a ellas?

-Mi sueño es volver a torear en Sevilla. Yo, aunque trabaje, entreno y toreo de salón todos los días. En las dos últimas ocasiones en la Maestranza maté mis corridas dignamente. Nunca se me ha ido un toro. Y con anterioridad, en 2000 corté una oreja y en 1999 corté dos orejas en la Feria de Abril, una en la primera corrida, a un toro de Gavira, y otra en el cierre, a un guardiola.

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