La crónica · novena del abono en la maestranza

Retorno a la triste realidad

  • Corrida de Torrealta muy desigual; destacando por bueno el cuarto · Javier Conde, abroncado · Sebastián Castella y Alejandro Talavante, con destellos, no consiguen emocionar al respetable

Tras la borrachera de emoción a cargo de la victorinada con Pepín Liria, Antonio Ferrera y El Cid, volvimos a la triste realidad.

-Oiga, ¿en qué consistió esa triste realidad de ayer en los toros?

-Pues, mire usted, un torero con aires de artista que se paseó más que el baúl de la Piquer y que no acertó a dar un pase en condiciones y dos diestros, hijos de la neotauromaquia, que insistieron machaconamente en faenas sin alma ante una corrida a la que le faltó la casta de los toros de Victorino. Y es que este espectáculo, sin el toro-toro o sin arte, pierde su sentido.

La tarde lucía espléndida. Quizás un pelín calurosa. De dulce la Maestranza, abarrotada hasta las banderas. Pero el espectáculo transcurrió con más pena que gloria y la poca que hubo no corrió a cargo de los protagonistas principales, si no de varios picadores y banderilleros.

La corrida de Torrealta, de muy distintas hechuras y juego dispar, fue en gran medida culpable del tedio, si bien algunos toros no fueron aprovechados. Fundamentalmente primero y cuarto, el más completo de la corrida.

Javier Conde se limitó con el cuajado primero a brindar su labor a Miguel Báez Spínola 'Litri'. No sabemos que pensará el joven jubilado Litri sobre la faena, pero al público de la Maestranza no le agradó a tenor de los pitos hacia el malagueño, que estuvo más pendiente de andar con parsimonia delante del toro y de componer la figura que de torear. El animal, noble y con escasas fuerzas, no merecía ese trato.

Con el cuarto, un toro montado y muy bien rematado y armado, Conde lanceó con garra, pegado a tablas, dibujando un par de buenas verónicas. Pero todo fue un espejismo. Con la muleta anduvo con probaturas y más probaturas, entre pitos. Cada vez que citaba al toro, el animal metía la cabeza. Lo hizo por ambos pitones. Y el respetable no llegó a entender tanta y tanta precaución. Bronca ganada a pulso.

Sebastián Castella dejó escasa huella. Con el terciado segundo, con un pitón derecho potable y muy corto por el izquierdo, promesas al comienzo de una faena que se quedó en agua de borrajas. Inicio muy torero, con un recorte precioso, un pase de escándalo, tras un ramillete de telonazos. No hubo ligazón. Y salvo una tanda muy ceñida, el público ya no respondió. Ni siquiera cuando pisó terrenos del toro, en labor encimista. Se hinchó de pegar pases y pases sin llegar a calar en el público. La eficaz estocada sirvió para las únicas palmas de la tarde. En su tercio de quites se lució Talavante con unas apretadas chicuelinas, rematadas con una media.

El quinto era todo un tío, con ¡610 kilos!, que se rajó pronto y acabó en tablas. Castella estuvo firme, con quietud ante la violencia inicial del animal. Con el toro sin empuje, pases sueltos, sin ligazón y obra que no caló en el respetable. En la suerte suprema, horrendo metisaca.

Alejandro Talavante brindó su primera faena a Susana Hernández (antaño ligada a la ganadería de El Serrano), que ayer mismo enterraba a su madre. Su labor, en los medios, estuvo plagada de enganchones.

Con el torete que cerró plaza, muy parado, estuvo dispuesto. Buena colocación, mala presentación de la herramienta, cogiendo la muleta del cárcamo y pases sueltos sin que aquello transmitiera al personal, que salió disparado de la plaza nada más rodar el toro.

En espectáculo tan gris, hubo fulgores a cargo de picadores y banderilleros. Fueron muy ovacionados los picadores José Manuel Moreno Josele y José Doblado y los banderilleros Juan Manuel Molina y Curro Molina (para el que sonó la música). Pero también, sin que recibieran tantas palmas lo hicieron muy bien Francisco José Arijo con los palos y el picador Miguel Muñoz. José Doblado fue derribado peligrosamente por el quinto en la primera vara, tras la que afortunadamente cayó de pie tras rodar peligrosamente por encima de los pitones del toro.

La tarde, con muchos detalles, no despertó pasiones. Faltó toro y también… muchas, muchas cosas.

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