Luis Mariscal

"Salgo con la herida abierta, pero estoy eufórico"

  • El torero, corneado de extrema gravedad en el muslo izquierdo el 15 de agosto en la Maestranza, abandonó ayer la clínica

Un mes de calvario. El 15 de agosto un toro estuvo a punto de quitarle la vida en la Maestranza. Le reventó el muslo izquierdo. Femoral, safena, numerosos destrozos musculares. Cinco horas de operación... y el milagro. Ayer, Luis Mariscal, apoyado en unas muletas, sonriente, respiraba el aire sevillano al salir de la clínica USP Sagrado Corazón. A su lado, su esposa, Silvia Ruiz, y junto a ellos dos de sus ángeles protectores, los doctores Ramón Vila y Octavio Mulet. "¡Al fin!", exclamó el torero al atravesar las puertas del centro médico.

-¿Cómo lo celebrará?

-De momento, con mis niños, Lourdes, que tiene dos años, y Álex, que tiene cinco.

-¿Qué pensamientos y que sueños le han perseguido en estos últimos 30 días?

-Ninguno. Mi obsesión es curarme. Ahora mismo tengo todavía la herida abierta y no puedo mover el pie, pero estoy eufórico. A estas alturas -media tarde- me encontraba muy cansado todos los días en la clínica. Sobre todo los últimos días me dolía mucho el pie. Los médicos me dicen que al ir mejorando es normal que note más dolor. Me dicen que es bueno.

-¿Cuáles son las previsiones médicas?

-El doctor Vila me ha comentado que la rehabilitación la comenzaré muy pronto. En cuanto al dolor, me atenderá el doctor Miguel Ángel Merino.

-¿Se ilusiona pensando en un par de banderillas, aunque sea en el carretón?

-(Sonríe) ¡Ufff! No puedo ni andar. Tardaré mucho en recuperarme. Lo tengo asumido. Todavía queda mucho hasta que pueda correr y saltar.

-Antes de salir ha visitado a Jesús Márquez, que el pasado domingo sufrió otra cornada brutal en Sevilla...

-Está en la UCI, pero he podido verle. Le he dado muchos ánimos y le he comentado que tendrá que tener mucha paciencia. Lo he visto bien. Él también se ha preocupado por mí.

-¿Merece la pena vestirse de banderillero, pese a un tributo tan excesivo?

-Yo no creo que los banderilleros estemos en un segundo plano. A la hora de banderillear considero que soy el máximo protagonista y por ello acepto sin reservas el máximo riesgo.

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