Toros

Talavante, herido, en figura

  • El pacense consigue el único trofeo tras una gran faena, en la que fue corneado en el muslo derecho

  • Juan Bautista, correcto, y Andrés Roca Rey, sin suerte, de vacío

Cuando nos acercamos al ecuador de la Feria de San Isidro, las entradas continúan siendo buenas o, en el caso de ayer, excelentes: lleno de No hay billetes; tercero en lo que llevamos del ciclo en uno de los festejos que mayor expectación había despertado, con Juan Bautista, Alejandro Talavante, en su segundo paseíllo después de pasear una merecida oreja el pasado viernes, y Andrés Roca Rey, quien abrió la Puerta Grande el año pasado y cumplía con el primero de sus dos compromisos. La corrida de Núñez del Cuvillo, en conjunto bien presentada y encastada, resultó muy interesante en su juego.

Alejandro Talavante dio la talla de figura. Se la jugó ante sus dos toros, de distinto comportamiento, cortando una oreja a su segundo tras una gran faena en la que cayó herido. Muy bien Talavante ante ese quinto, negro, de buenas hechuras y encastado, que embestía con movilidad, pero sin clase. La faena resultó variada y como en algunas ocasiones sucede con este torero, comenzó sin estructura. Faena a pleno pulmón en la que se impuso con la sinceridad de su raza a la casta del astado. En una de las tandas con la diestra, el toro le lanzó un viaje y le empitonó el muslo derecho. Tras la paliza, cayó de pie. El diestro continuó herido y consiguió los mejores muletazos en una serie al natural, mientras la taleguilla se iba empapando con su sangre. Un cambio de mano deslumbrante fue puro lujo. Con el público rendido, el pacense citó en la suerte de recibir y, al tiempo, rubricó su obra con una estocada. Cobró un más que merecido trofeo y, con gallardía, entró a la enfermería por su propio pie.

Corrida de Núñez del Cuvillo, bien presentada y muy interesante en su juego

Anteriormente, el segundo, un jabonero de agresiva cornamenta, fue protestado por el público por su peso (518 kilos) -¡como si los kilos decidieran el trapío-. El animal, encastado y repetidor, puso a prueba a Alejandro Talavante, muy dispuesto, aunque le faltó poso en su labor. Logró lo mejor en una serie al natural ligada al pase de pecho; en otra diestra, con un cambio de mano y en el cierre por luquecinas. Tras pinchazo y estocada fue ovacionado.

Andrés Roca Rey, quien fue medido como figura, se entregó sin reservas ante su primero y no tuvo opción con su segundo, que se lesionó en la lidia. Muy variado en el capote en su turno y en quites (verónicas, chicuelinas ceñidísimas, caleserinas, saltilleras, gaoneras...).

El tercer astado, colorao, bien presentado, fue a menos. Comenzó metiendo bien la cabeza tras la capa y en una primera tanda, pero fue acortando el recorrido de sus embestidas durante la lidia. Roca Rey se mostró seguro y decidido en un trasteo que comenzó con ayudados y en el que logró una serie diestra de mano baja excelente, muy jaleada. Con la zurda intentó alargar los muletazos. Ya en el epílogo, tras una capeína el toro echó prácticamente el freno de mano. Espadazo defectuoso y silencio.

Roca Rey, con el astifino sexto, negro, poco o nada pudo hacer. Tras el triunfo de Talavante, se preveía una batalla dura por parte del limeño. Pero el toro, que se había lastimado en el capote, no aguantó más que un par de carreras tras la muleta del diestro, que se la jugó alternando muletazos por la espalda.

Juan Bautista cumplió sin más. Abrió fuego con un toro bastote, de llamativa pinta salinera, que resultó noble y fue repetidor tras la muleta del diestro francés, quien realizó una faena aseada, pero de escaso calado artístico, que se vino abajo tras un desarme. Mató de estocada y descabello.

Con el cuarto, colorao, bajo, corniabierto, noble y al que le faltó brío, Juan Bautista, que se marcó unas crinolinas, que solía hacer José Miguel Arroyo Joselito, anduvo con oficio en una labor muleteril correcta, pero a la que nuevamente le faltaron quilates de arte. Mató de estocada.

Tarde de máxima expectación en la que descolló un Talavante, en figura, que cayó herido ante una muy interesante corrida de Núñez del Cuvillo.

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