Feria de córdoba

Al borde del divorcio con Finito

  • El diestro cordobés se niega a dar la vuelta al ruedo tras cortar las dos orejas a un toro del hierro de La Palmosilla, mientras que El Fandi y Rivera no consiguen estar a la altura de un buen encierro

Finito se negó ayer a dar la vuelta al ruedo tras cortar las dos orejas al segundo de su lote. Se las entregó al banderillero Óscar Padilla y se limitó a saludar desde el tercio. La gente esperaba verle pasear el anillo en triunfo tras una faena que le reconciliaba con la afición de Los Califas. Pero él, en vez de optar por la paz, se decidió por la ruptura en un gesto descortés y sin estilo. Lo que hizo Finito ayer hacia la afición de Córdoba confirma que él y su público de siempre están al borde del divorcio. Lo mismo a él le da igual porque parece ir de vuelta en esto del toreo, pero a los aficionados que le han apoyado durante los últimos 20 años les da mucha pena que el matrimonio se rompa de una forma tan chunga, tan lamentable. Finito, al que todos estaban deseando aplaudir una faena de las suyas por encima de desencuentros y de los cuatro notas que le pitan –sin sentido a veces–, no podrá quejarse nunca más del público de Córdoba porque ayer le hizo un grave desaire, pues los mismos que le pitan, los mismos que le exigen porque saben que podría ser el número uno si quisiera, ayer le pidieron las dos orejas con mucha fuerza, con unanimidad. Y va él, acordándose de lo que ha ocurrido en sus tardes anteriores, y se niega a dar la vuelta al ruedo. ¿Por qué? Eso sólo lo sabe él, pero si buscaba polémica la ha encontrado.

Si algo grande tiene la Fiesta es cada tarde debe ser un mundo aparte. ¿Cuántas veces hemos visto a Curro Romero cosido a almohadillazos y, al día siguiente, hemos disfrutado viéndolo bordar el toreo? A la gente, con Finito, esta Feria y quizá alguna de las anteriores le pasa algo similar a lo que pasó con aquél que le dijo al maestro de Camas: “Curro, te odio”, pero no es que lo odiara, es que este aficionado quería tanto al Faraón que le dolía que se evadiera y que no estuviera a la altura de sus capacidades lidiadoras.

Es lo mismo que le pasa a Córdoba con Finito, que sufría porque no veía a su torero como Córdoba sabe que el torero puede estar. Pero ayer lo vio, y disfrutó de su impresionante capacidad con la muleta, de su plasticidad. De sus muletazos templados... Y luego va Finito y lo fastidia todo en un acto sin sentido y que sólo ayuda  a la polémica. Los mismos que le pitaban le pidieron las orejas, las lanzas se podrían haber tornado cañas. Y, por cierto, si se negó a dar la vuelta al ruedo, ¿por qué luego salió a hombros en una puerta grande deslucida por la pitada que se llevaron él y El Fandi, que, el pobre, nada tenía que ver?.

Porque Finito estuvo bien con el segundo de su lote, un jabonero noble de La Palmosilla que se apagó en el último tramo de la faena. No fue una faena redonda porque hubo altibajos, pero si analizamos su labor por tandas aisladas encontramos derechazos largos y aseados, rematados atrás, marca de la casa. Comenzó por el lado derecho el diestro. Pronto brotaron dos muletazos largos y bien ejecutados. El de pecho fue de cartel de toros. Luego llegaron, en otra serie, otros tres muy encajados y toreros. A ésta le siguió otra serie del mismo tenor y se cambió de mano para dejar dos o quizá tres naturales enormes. En ese momento restó algo de distancia al toro y la faena bajó de intensidad. También el animal se iba apagando, pero Finito solventó esta circunstancia cambiando de nuevo de mano para dejar dos adornos por bajo muy plásticos. Un molinete sirvió para engarzar otro buen muletazo por el derecho. Los ayudados del final se frustraron porque el toro, que había tenido calidad y nobleza, estaba ya en la UVI. Lo mató y le dieron dos orejas baratas –la estocada tampoco cayó en el sitio–, como todos los dobles trofeos que se han dado esta Feria, donde se ha bajado mucho el listón de la plaza. Y si a José Tomás le dieron dos el otro día, pues dos para Finito también, y en paz. Lástima que él los destrozara todo después.

En el toro que abrió plaza pudo dar muletazos aislados de calidad, pero la faena tuvo muchos vaivenes y él no acabó de estar tan acoplado ni tan centrado cómo con el otro toro. Tampoco hubo nada por el pitón izquierdo porque el animal no quería por ahí. Muletazos sueltos de calidad, pero sin una labor de conjunto redonda. El Fandi fue el otro damnificado por el gesto de Finito porque salió a hombros mientras la plaza pitaba, aunque no contra él. Fandi, al igual que Rivera Ordóñez, desaprovecharon las bondades que tuvo casi toda la corrida de La Palmosilla, que fue chica pero muy válida para los toreros. El segundo del granadino fue el toro de la tarde y quizá el de la Feria. Se iba de largo con gran nobleza. El Fandi no estuvo a la altura, aunque consiguió muletazos sueltos por el lado derecho reposados y de calidad, pero nada más. Ni ligazón ni faena armada y compacta. Fue una faena en la que dio fiesta al toro cuando lo que debió primar era el toreo grande. Y nada, Le dieron dos orejas inmerecidas porque estuvo muy por debajo de su oponente, que, como mínimo, era de vuelta al ruedo en el arrastre. Con su primero, El Fandi no consiguió nada de interés con la muleta. En banderillas, estuvo mejor con el segundo de su lote que con el primero, al que clavó siempre fuera de cacho, acompañándolo todo con alardes físicos marca de la casa.

Y Rivera. ¡Ay Rivera! El primero de su lote fue el otro gran toro de la tarde y Rivera apenas remató algún muletazo suelto. Con el segundo ni nos enteramos de que andaba por allí. Al menos tres de los seis toros de ayer se fueron sin torear. Una pena. Aunque de lo que al final se habló era del posible divorcio entre Córdoba y Finito. Habrá que esperar a ver cómo evoluciona la separación.

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