En esta novillada iban actuar Pepe Moral, Salvador Barberán y Miguel Ángel Delgado, quienes iban a estoquear un encierro de Guadaíra.
El presidente justificó su decisión señalando que "el ruedo no se ha arreglado en tres días y estaba enfangado" además de recalcar que había tomado esa drástica medida "en base al peligro que corrían los toreros" además de explicar que prefería suspender antes del comienzo "antes de verme obligado a cortar la corrida al segundo toro".
El malestar de la empresa era patente en los minutos posteriores a la suspensión.
Eduardo Canorea, cogerente de la empresa Pagés, señalaba que "los toreros no son sinvergüenzas ni golfos, son matadores de toros y de novillos; estos señores no son nadie para decir si se torea o no se torea".
Canorea afirmaba estar "muy en desacuerdo con la redacción del artículo 62", que permite a los presidentes suspender los festejos sin tener en cuenta la opinión de los actuantes.
En la misma línea, Ramón Valencia, el otro cogerente de la empresa, también afirmaba que "la empresa quería darla", antes de desvelar que los tres novilleros anunciados esta tarde serán reubicados, por orden de antigüedad, en los puestos libres que la empresa Pagés había previsto en las novilladas de abono.
Los tres novilleros firmaron el acta de suspensión incluyendo en su redacción su voluntad de torear. Después abandonaron el ruedo con evidentes gestos de desolación e impotencia.
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