Antonio García Falla, platero y orfebre

"En este mundo no se acaba de aprender nunca"

  • Toni García Falla remata los últimos trabajos para esta Semana Santa antes de trasladar su taller al Parque Empresarial

Antonio García Falla, (Jerez, 24 de junio de 1973), anda estos días entre Jerez y Sevilla, a donde se desplaza para buscar las piezas que necesita para acometer los trabajos que lleva en marcha, entre otras cosas, la candelería para el palio de la hermandad de la Borriquita de Chiclana.

En su pequeño taller de la calle Corredera, en donde trabaja a medias entre el patio de su casa y una pequeña habitación repleta de maquinaria, Toni, como le gusta que lo llamen, recibe la ayuda de Samuel y, en menor medida, del que le metió en este mundo, su padre Antonio, que se encarga de trabajos para particulares y que a su vez aprendió el oficio también de su padre Antonio. Tres generaciones de Antonios ligados a la plata.

Toni aprendió el oficio de platero de su padre, mientras que el de orfebre lo aprendió en Sevilla de la mano de Jesús Domínguez durante tres años. "Al platero lo que le falta para ser orfebre es el cincelado, el dibujar la pieza, el sacarle los relieves", explica para los no entendidos en la materia.

Su primer gran trabajo se tendría que haber quedado en su hermandad del Santo Crucifijo, de la que es miembro de la Junta de Gobierno y capataz de la Encarnación, aunque por cosas de la vida fue a parar a Chipiona. "Estaba haciendo a ratos mientras practicaba una corona para regalarla a la hermandad, para la Virgen. Pero entonces vinieron unos clientes de Chipiona para platear unas varas, vieron el trabajo, les gustó y al final acabaron comprándomela", relata. Así y todo, su primer trabajo 'oficial' fue la restauración de la Cruz de Guía de su hermandad. "Desde entonces no paré", afirma.

A diferencia de los grandes talleres de Sevilla, en donde la crisis ya se está notando, en el suyo, por el momento, ha pasado de largo. "Con cuatro o cinco buenos trabajos da para seguir adelante", comenta. Ahora mismo tiene bastante de la hermandad de la Borriquita de Chiclana para la que, entre otras cosas, está concluyendo la candelería del palio, una obra que, según él, "va a dar mucho que hablar, porque va cincelada entera a mano, no hay nada de serie". También en estos días ha culminado la restauración y el plateado del baquetón del palio de la Virgen del Desamparo, de la hermandad del Prendimiento.

Sobre su mejor trabajo, no reseña ninguno en especial ya que, entre otras cosas, considera que “en este mundo no se termina de aprender nunca, porque no es un trabajo matemático, hay que innovar mucho, calentarse mucho la cabeza de cómo se va o no a hacer”. Además, afirma que "cada trabajo es nuevo y a cada cosa le pones una nueva ilusión", aunque no niega que entre sus más destacados figuran los que llevó a cabo para la hermandad de La Cena, (las potencias del Señor, los ciriales y la restauración del palio), así como la restauración de los candelabros de cola de la Soledad, una obra del sevillano Cayetano de la Calle que cataloga Toni como "algo fuera de lo normal".

Tras la Semana Santa llegará el traslado al Parque Empresarial, ya que el taller se le ha quedado pequeño para la cada vez más ingente carga de trabajo. Comenzará así una nueva etapa para este jerezano con un futuro cada vez más prometedor.

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