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La Alhambra reaviva la esencia nazarí

  • Además de la incorporación del burro Manías, el Patronato refuerza su patrimonio inmaterial con música en la Torre de la Justicia y la recuperación de cultivos y oficios históricos como el de acequiero

El Patronato de la Alhambra apuesta por recuperar su patrimonio inmaterial y suma a la rehabilitación de estancias y palacios una mirada al pasado por la que ha reintroducido olivos centenarios y granados amargos, el uso de burros o rebaños de ovejas y oficios históricos como el acequiero.

El burro Manías se convirtió en la última incorporación a la plantilla del Patronato de la Alhambra. El fichaje de este ejemplar de burro andaluz de 10 años es una buena muestra de la apuesta del monumento por recuperar la esencia y modos nazarís y mirar al pasado para garantizar su futuro. El Patronato de la Alhambra mima sus estancias y tiene eternamente colgado el cartel de obras para recuperar la minuciosidad de sus decoraciones, la pulcritud de sus artesonados y conservar así sus palacios para combatir el paso del tiempo.

Pero va más allá en una clara apuesta por reavivar la esencia de Al-Andalus a través de sus costumbres, de su flora, de resucitar semillas y oficios en desuso para que las maneras de otros siglos rebroten.

Para lograrlo, la lectura y la música han vuelto a ocupar la Torre de la Justicia, uno de los principales accesos al monumento construido en 1348 y en el que cada sábado toman protagonismo partituras y escritos para rememorar que estas mismas estancias fueron, en el siglo XIX, el origen de la Biblioteca de la Alhambra.

La Alhambra se ha convertido así en el primer monumento con este servicio en España, una muestra de la importancia que otorga el Patronato a su patrimonio inmaterial y artístico. "Queremos reivindicar nombres históricos como el de Ángel Barrios y recuperar paisajes culturales, no solo como imagen sino como muestra de la sabiduría pasada, hablar como en la época nazarí y volver al trabajo manual y a las técnicas y oficios de Al-Andalus", explica el director del Patronato, Reynaldo Fernández.

En esta senda, Manías no ha sido el único animal en adentrarse en la fortaleza andaluza, ya que este verano se le adelantaron las 660 ovejas de raza segureña mezclada con murciana que pastorea Francisco Plaza y que se alimentaron del pasto del Generalife.

El monumento apostó así por el pastoreo de trashumancia, convirtió en sultanas a estas ovejas y sustituyó el desbroce a mano por el ruido de cencerros y balidos de unos animales que se comen el riesgo de incendios y recuerdan por qué la Alhambra incluye entre sus tesoros un rincón que se llama la Puerta de los Carneros.

La responsable de Bosques, Jardines y Huertas del monumento, Catuxa Novo, recuerda que este rebaño pastó junto a los olivos centenarios de la Alhambra, que ha recuperado su colección de granados amargos y ha visto florecer en sus huertas medievales 80 kilos de bulbos de azafrán, el mismo que tiñó antaño este espacio.

Fernández indica que el monumento apuesta así por recuperar especies autóctonas, las que marcaron el olor y el color alhambreño, y mantiene pequeñas producciones que dona a centros de menores, residencias de ancianos y ONG de la provincia.

Esta línea de trabajo persigue además recuperar oficios antiguos como el de arriero o acequiero para restaurar la Acequia Real y que el trabajo monumental de la Alhambra se haga como en siglos pasados.

Para mantener esa esencia, el Patronato diseña un catálogo de vid y productos hortofrutícolas y quiere tener su propia ganadería en extensivo, sus burros y algún mulo para hacer visible la ciudad nazarí que hizo grande el monumento y que el tiempo ha desdibujado.

La Alhambra busca así poner color a las postales en blanco y negro de un tiempo que pide volver y mimar su otro patrimonio, el inmaterial.

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