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Construyendo "la máquina de la belleza"

  • Momento único junto a La Esperanza: la fundición de la cera y el montaje de la candelería del palio de la Niña de Santa Ana

Aunque ya ha empezado la primavera, el tiempo no da tregua. El mercurio registra una baja temperatura pero más aún junto al río, en Plaza Nueva. Al calor del infernillo, en el interior de la iglesia de Santa Ana, la Semana Santa se encuentra en plena ebullición. Empujamos la puerta del templo y entramos. Los goznes chirrían de un modo recio y solemne, y nos recibe un hermano de La Esperanza con un uniforme salpicado de cera junto a una olla con cera hirviendo. Entre sus manos, un cirio a medio desmenuzar, resto de la candelería de la última estación de penitencia.

Irrumpimos en la intimidad de un momento especial y singular: la fundición de la cera y el montaje de la candelería del paso de palio de Nuestra Señora de la Esperanza. El equipo de priostía y albaceazgo lleva meses sumido en los preparativos aunque es ahora, tan sólo a una semana de que este paso de palio -uno de los grandes de nuestra Semana Santa-, vuelva a deslumbrar a las miles de personas que se agolpan el Martes Santo a la salida de la cofradía.

En el interior del templo nadie da órdenes, nadie da instrucciones de cómo hacer las cosas. Y es que, tras más de dos décadas de bagaje, todos conocen cuál es la forma de proceder. Santiago Delgado y Luis Juncal se encargan, al menos desde 1998 (ya han perdido la cuenta), del montaje de la candelería. Subidos en el paso de palio se distribuyen las funciones: uno aguanta un cacillo con cera y un soplete; el otro tras verter un poco de la cera en la boquilla del candelabro, inserta el cirio en su interior. Palabras clave -imposibles de reproducir, por no desvelar ese misterio interior de la liturgia cofrade- indican desde abajo y los laterales del paso de palio si el cirio está recto. Breves correcciones. Una breve pausa para dejar enfriar la cera y vuelta a empezar. Así, hasta 70 veces. Tantas como piezas tiene la candelería del palio de la Niña de Santa Ana.

Algo tan sencillo (en apariencia) como colocar velas en un candelabro tiene tras de sí un depurado conocimiento. La pericia, la experiencia y el no innovar cuando algo que siempre se ha hecho sí funciona, marca el ritmo y el procedimiento a la hora de actuar. "Nosotros siempre seguimos el mismo ritual", dice Santiago Delgado, prioste de la hermandad. "Cuando llega la cera, sacamos los cirios, les quitamos el escudo con alcohol, les sacamos brillos, cortamos el pabilo y los ponemos a los pies de la mesa del altar". Un reguero de cirios, de diferentes tamaños, aguardan aquí a que los auxiliares de la priostía vayan acercándolos al paso para ser fundidos. Luis Juncal prosigue: "Dentro de ese ritual está quién se sube al palio, siempre Santi y yo. Desde hace más de veinte años. Nos acercamos a la Virgen, nos encomendamos a ella, le besamos la mano; y empezamos".

La prioste segundo (que no albacea), Elena Delgado, también apunta parte de esta liturgia que siguen los hermanos: "Mi hermano, Santi, por ejemplo, siempre usa la misma ropa para este día. Además, sólo la usa para este día". Otros apuntan, por ejemplo, cómo siempre quedan este día en el mismo lugar y toman un café antes de empezar. Entre las tradiciones, algo ciertamente singular: "De todo el excedente de cera que tenemos para la candelería, reservamos esos cirios para fundirlos en la siguiente puesta de cera". De esta manera, para esta Semana Santa se están empleando los cirios que sobraron de la Semana Santa anterior. Así, toda la cera que ahora sobre será la que en octubre sirva para fundir los cirios que alumbrarán a La Esperanza en su coronación. Una manera de preservar, en cada montaje, la esencia del anterior.

CONFIANZA, SINTONÍA Y ENGRANAJE

Para los hermanos de La Esperanza una de las cosas del éxito en el montaje del paso de palio es la confianza entre los miembros que participan, conocerse bien entre ellos para crear la sintonía necesaria. "Esto es parte de un engranaje", apuntan el prioste y el albacea. Y es que estar tranquilos, trabajar con la justa presión y saber qué papel debe jugar cada uno, es la clave del éxito. "Y ya no sólo entre los hermanos, también con la parroquia", dice Jose el sacristán. Las inmejorables relaciones con los párrocos es otra de las variables que garantizan el funcionamiento de todo.

Esto es lo que luego permite que, una vez en la calle, todo fluya. Y es que como comenta el prioste: "Yo salgo de costalero, no veo cómo está yendo todo, pero la tensión del momento se sobrelleva con la confianza en el trabajo que se hecho… aunque el sentido de la responsabilidad muchas veces me puede".

Cuando abandonamos la hermandad todavía quedan horas para que termine todo el montaje. Darán las primeras horas de la madrugada… y esto no será nada. Aún quedan días de desvelos, de retranqueo, de puesta de flor. Ha arrancado el montaje de la "máquina de la belleza", que diría el padre Iniesta, pero esto no ha hecho más que empezar. Restan días de sacrificio pero que, gracias a la ilusión y al disfrute, se sobrellevan mejor. Aunque estas madrugadas en la cofradía les roben el sueño a sus protagonistas.

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