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Navidad con V de vegetal

La decoración de las viviendas con plantas es una tradición muy antigua. Los griegos y los romanos adornaban sus casas con hiedra, los celtas utilizaban el muérdago y otras plantas de hoja perenne como el laurel y las ramas de pino o de abeto.

Las plantas que se utilicen en estas fechas deben tener una procedencia provenir de:

Los árboles han tenido a lo largo de la historia un significado muy especial: en todas las culturas poseen aspectos simbólicos de carácter antropológico, místico o poético. Los beneficios múltiples de los árboles para el hombre han dado lugar a infinitas leyendas que lo relacionaban con un sentido mágico y ritual. En varias culturas el árbol representa la unión del cielo y la tierra y para ciertas religiones, el árbol es signo de encuentro con lo sagrado, punto de encuentro entre el ser humano y la divinidad. Otros significados ampliamente extendidos sobre los atributos mágicos del árbol concernían a la fecundidad, al crecimiento, a la sabiduría y a la longevidad.

Una de las teorías más extendidas sobre el origen del árbol de Navidad, defiende que proviene de los celtas de Europa central, quienes empleaban árboles para representar a varios dioses. Además, a finales de año celebraban el nacimiento de Frey, dios del Sol y la fertilidad, adornando un árbol. Tenía el nombre de Idrasil, que significaba 'Árbol del Universo'; en su copa se hallaba el cielo y en las raíces profundas se encontraba el infierno.

San Bonifacio, uno de los principales evangelizadores de Alemania, entre los años 680 y 754, entendiendo que era imposible arrancar de raíz esta tradición de la decoración del árbol, decidió 'adoptarla' dándole un nuevo sentido. Cuenta la leyenda que cortó con un hacha un roble, que representaba a Odín, y en su lugar plantó un pino, que por ser de hoja perenne simbolizaba el amor de Dios, adornándolo con manzanas y velas. Las manzanas representaban el pecado original y las velas, la luz de Jesucristo.

La opinión más generalizada es que el árbol de Navidad, tal como lo conocemos hoy, decorado e iluminado con luces, para dar la bienvenida a la época navideña, tiene su origen a principios del siglo XVI, en la orilla izquierda del río Rhin. Desde Estrasburgo, la capital de Alsacia, la tradición de los árboles de Navidad, principalmente abetos, se propaga por toda Alemania y al conjunto de Europa, y pronto, al resto del mundo cristiano.

Desde Alemania fue llevada por los soberanos de la casa Hannover hasta Gran Bretaña en el siglo XVIII. Jorge III, coronado como soberano de Inglaterra, en 1762, y su mujer, la reina Charlotte, oriunda de Alemania, fueron los primeros en adornar su palacio con un abeto doméstico, aunque no fue hasta varias décadas después, cuando la sociedad inglesa empezó a reproducir, en sus casas, lo que habían visto en el palacio de Windsor, habitado, por entonces, por la soberana Victoria y su esposo, el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo, un noble de origen alemán que introdujo el árbol en las navidades de la sociedad victoriana, poco después de contraer matrimonio en 1840.

A los hogares españoles esta costumbre llegaría a finales del siglo XIX, a través de una princesa de origen ruso llamada Sofía Troubetzkoy, que después de enviudar del duque de Morny, hermanastro de Napoleón III, contrajo segundas nupcias con el aristócrata español José Osorio y Silva, marqués de Alcañices, uno de los mayores promotores de la restauración borbónica que permitió a Alfonso XII reinar. Se cita la Navidad del año 1870 como la primera en la que se colocó un árbol navideño en España en el madrileño Palacio de Alcañices en el Paseo del Prado.

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