Jerez

El Festival da un nuevo paso hacia su consagración

  • La edición de la muestra de baile y danza que ha finalizado ha sido la que mayor número de estrenos ha programado en Villamarta, seis estrenos absolutos y tres espectáculos con carácter de reestreno

Toca balance tras dieciséis intensas jornadas de Festival de Jerez. Expiró una nueva edición de la muestra y la organización ya piensa en el siguiente proyecto. Es la suerte de saber quiénes somos, qué queremos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Esas certezas, en cambio, no son sinónimo de autocomplacencia, por lo que necesariamente hay que seguir mejorando y ambicionando cotas programáticas y artísticas superiores. Probablemente, la edición de la muestra de baile y danza que ha finalizado haya sido la que mayor número de estrenos ha programado en Villamarta —seis estrenos absolutos y tres espectáculos con carácter de reestreno—, lo que supone un excelente indicador para calibrar la relevancia y repercusión de un certamen que ya es elegido abiertamente por compañías y artistas para presentar sus nuevos trabajos y propuestas escénicas. Pese a los altibajos de un cartel marcado, como casi todo, por la crisis económica, más del 50% de los espectáculos programados ha agotado las localidades a la venta, mientras que la vertiente formativa, la columna vertebral de la muestra, ha vuelto un año más a registrar una ocupación del 100% de las plazas ofertadas. Estos fríos porcentajes tienen el significado que tienen:el Festival está más que consolidado como marca y evento de reconocido prestigio, y es rentable como emblema cultural de la ciudad —que se abre más que nunca al mundo en estos días— capaz de generar riqueza y empleo a su alrededor.

Inversión privada

Con los datos en la mano, el Festival puede y debe sacar pecho a la hora de arrastrar a todos esos logos de grandes marcas y empresas que inundan los carteles de otras muestras con menos eco y dimensión. Sólo de ese modo podremos al fin disfrutar de un cartel sin fisuras ni retales de última hora, tanto en Villamarta como en el resto de escenarios. Sólo de esa manera se podrá acabar con el extendido bulo de que esta edición ha tenido sabor netamente jerezano con el claro objetivo de ahorrar viajes, dietas y alojamiento. Porque puede que esa haya sido, en parte, la realidad, y puede ser perdonable si tenemos en cuenta el duro contexto económico actual, pero un evento cultural de primer orden debe sobreponerse a esos escollos con imaginación e insistencia, llamando y llegando a donde sea necesario llamar y llegar. Más allá de todo lo anterior, se sigue echando en falta un equipamiento de primer nivel alternativo a Villamarta. Tal vez ese auditorio previsto en lo que se dio en llamar Ciudad del Flamenco.

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