Balance del XVIII Festival de Jerez

La ciudad encuentra en el Festival una razón para el negocio

  • La XVIII edición finaliza con mejores números que 2013 y poniendo de manifiesto el compromiso de los artistas jóvenes. El descenso en la afluencia al Villamarta, la única nota negativa

A pesar de las dificultades económicas con las que cada año se encuentra el Festival de Jerez, el certamen ha cerrado su dieciocho edición con una ocupación del 91,5%, un dato que mantiene la media de los últimos años y que, viéndolo desde el punto de vista del optimismo, aporta buenas noticias con respecto a 2013 ya que se ha subido un 1'5% más. 

 

Ese pequeño bajón suscitado en la anterior edición ha quedado en mera anécdota, pues del mismo modo que las cifras de ocupación han tenido un incremento de ese uno y medio por ciento, el área formativa también ha experimentado una importante subida respecto a 2013. Si en aquella ocasión se alcanzaba uno de los peores registros en este sentido, el 88,6%, en este 2014, la ocupación de los cursos ha vuelto a instalarse en la media habitual con un 94%.

 

El único dato negativo de esta edición que acaba de finalizar lo encontramos en el Teatro Villamarta, donde la afluencia ha descendido notablemente. Evidentemente, tampoco es un dato real, toda vez que uno de los espectáculos programados, el de Tomatito, fue suspendido por la muerte de Paco de Lucía, y de alguna manera su celebración habría aumentado algo, siempre hablando desde la hipótesis, esa cifra, el 82'5%. No obstante, para toparnos con una media tan baja habría que remontarse hasta los primeros años de vida de la muestra, el año 2001, cuando en los trece espectáculos programados, los mismos que esta vez, se llegó sólo al 80%.   

 

Los números, de alguna manera u otra, siempre hablan por sí mismos, y si ahondamos en el dato podemos sacar varias conclusiones, una la falta de atractivo de la programación en Villamarta, que para ser objetivos ha bajado el nivel con respecto a otras ediciones debido al tema económico,  y una segunda la misma crisis, que impide a ese otro público, el que está al margen de los cursillistas, a ir al teatro. 

 

Artísticamente hablando, "el festival de la creación", como lo definió el día de la presentación Isamay Benavente, directora del Festival, también se ha visto afectado por el clima de pesimismo social que existe en todo el país, más si cabe en el mundo de la cultura. El color de esta edición ha sido indiscutiblemente el negro, y al contrario que otros años, los artistas han preferido elegir palos clásicos, desde la soleá a la seguiriya pasando por el taranto, y olvidarse de esa variedad de otras ediciones en las que la guajira o los abandolaos (el que más ha caído pues apenas los hemos escuchado) estuvieron muy presentes.

 

La mayoría de edad de la muestra ha servido también para poner en valor el empuje con el que vienen las nuevas generaciones de artistas, cada vez más comprometidos con el baile y el flamenco en general. Aparte de ese interés creativo, demostrado en Villamarta y sobre todo en la Sala Compañía, hemos encontrado un interés por la historia, por respetar el legado de los antiguos, y eso, en una sociedad en la que los muchos valores brillan por su ausencia, es digno de mencionar. 

 

El Festival nos deja además a una ciudad cada vez más comprometida con la muestra y que por fin, después de muchos años de ceguera, ha abierto los ojos para explotar uno de los eventos más importantes del calendario de actividades de Jerez. 

 

Exposiciones (como 'En la gloria', del fotógrafo Miguel Ángel González en la plaza del Arenal o la 'Jerez & Japón' en el Hamman, que han tenido gran éxito), cursos de baile off, recitales y una programación seria y comprometida, como la ofrecida por la Guarida del Ángel, Damajuana y tabancos como El Pasaje o el Telescopio, han hecho que esta edición dé un salto cuantitativo y cualitativo en este sentido, un dato que nos hacen afrontar el futuro con mucho optimismo. 

 

Esta dieciocho edición quedará para la historia por la noticia luctuosa que conocíamos a primera hora de la mañana del día 26 de febrero, el fallecimiento del maestro Paco de Lucía. Todos, absolutamente todos los artistas además de la organización y los medios que cubrían la muestra, quedaron atónitos con el duro e inesperado golpe. Y todos, hicieron, cada uno a su forma, el homenaje pertinente durante el resto del Festival.

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