¡Spirou pour toujours!

¿Qué levante la mano quién siendo un jovenzuelo no ha tenido un ídolo? Actualmente, debido a la infinidad de medios audiovisuales, son multitud los rostros que se han hecho famosos, seguidos por miles, millones de los llamados followers.

Pero echemos la vista atrás, concretamente a los años cuarenta. En plena contienda bélica, en las ciudades y pueblos de Bélgica sufrieron la invasión de las tropas alemanas, que sofocaban con rapidez y expeditiva crueldad cualquier tipo de lo que para ellos supusiera un atisbo de rebelión.

En la localidad de Marcinelle vamos a conocer a un peculiar grupo de niños, que aún siendo muy diferentes entre ellos, comparten la pasión por un personaje que seguro que muchos de vosotros ya conocéis y seguro que más de uno ha disfrutado con sus apasionantes peripecias.

Cada vez que la publicación Le journal de Spirou llegaba al quiosco era motivo de alegría y alboroto pero, de manera totalmente inesperada, ésta es cancelada por los mandos nazis, que ven en sus páginas una fuente 'subversiva'…

El golpe es demoledor para George, Pierrot, Paulo y Armand, que de repente se encuentran un poco más desvalidos sin su ración de aventuras, y más sabiendo que ellos siguen al pie de la letra los preceptos del código de honor de los amigos de Spirou.

Y, de repente, este cuarteto se verá engrosado por la llegada de una chica, que comparte el color de su cabello con el del famoso botones. Ella es Miche, y es la única superviviente de una familia de origen judío que es arrestada con crueldad y conducida hacia un incierto destino.

Pasará el tiempo y la pandilla de niños tomará una decisión que, sin ellos saberlo, los convertirá en héroes, pese a que tengan que pagar un alto precio por su osadía. Y es que, valiéndose de una antigua imprenta y, sobre todo, del talento para el dibujo de Miche (o mejor dicho, Spirueta, que es su nombre en clave) crearán un panfleto que repartirán de manera harto original en su localidad, causando el estupor y enfado entre las tropas y mandos germanos.

Todas estas peripecias nos serán narradas por un personaje muy importante en esta verídica historia. Se trata de el famoso Huronero, o mejor dicho, Jean Doisy, redactor jefe de Le journal de Spirou que, apesadumbrado, rememora aquellos tiempos junto a un sacerdote, al que narra toda la auténtica aventura que vivió este grupo de chavales.

Hablar de guionista galo Jean-David Morvan es nombrar a uno de los creadores más prolíficos del mercado francobelga, cuya trayectoria es imposible de repasar en unas pocas líneas, y que aquí combina a la perfección el humor, sazonado con varios toques dramáticos y, sobre todo, una narración no lineal que da varios saltos en el tiempo, pero sin perdernos en ningún momento.

Y para ellos cuenta con la genialidad de los dibujantes Benoit Bekaert y David Evrard, que nos van a trasportar, con un estilo caricaturesco, muy colorido, a esta época, con unas páginas llenas de detalles, en las que merece la pena zambullirse.

La primera entrega de esta apasionante historia que narra hechos verídicos queda cortada por uno de esos momentos en los que la respiración se detiene, dejándonos expectantes ante su ansiada resolución.