AGR Andalucía

Hay vida más allá de la arbequina, la picual y la hojiblanca

  • El Ifapa acoge una colección de más de 900 muestras de aceite de oliva. Buscan variedades para resistir a las plagas o soportar el cambio climático.

LA superficie de olivar y el mercado del aceite de oliva están dominados por tres variedades: arbequina, picual y hojiblanca. Y, sin embargo, más allá de ellas hay mucha vida y muchas posibilidades de sabores, olores, resistencias a enfermedades y adaptación a los cambios climáticos que se nos están viniendo encima.

En el centro de investigación del Ifapa de Alameda del Obispo, en Córdoba, saben de la inmensidad de variedades que hay y de las que se pueden obtener, que son muchas más. Allí se ubica la Colección Mundial de Variedades de Olivo que fue iniciada -según sus responsables en el Ifapa- en 1970, con un proyecto en colaboración con el Gobierno español, representado por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA), y el apoyo del Consejo Oleícola Internacional (COI). Esta colección -que forma parte del "banco de germoplasma"- cuenta con "900 accesiones (derechos) provenientes de 25 países de la Cuenca Mediterránea y de otras zonas con cierta tradición olivarera como Sudamérica".

Y junto a esta colección, en este centro del Ifapa se trabaja también en un programa de mejora de variedades del olivar, en el que trabajan los investigadores Raúl de la Rosa y Lorenzo León Moreno. El programa busca encontrar nuevas variedades que solucionen los problemas a los que se enfrentan los agricultores y a la vez "dote de riqueza a nuestros aceites", según explica De la Rosa. Entre estos proyectos destacan los que buscan variedades que se adapten al olivar en seto, pero con las características que da la picual, u otras que resistan enfermedades como la verticilosis, o que sean inmunes a la xylella fastidiosa, que tras arrasar los olivares italianos de la Pulia tiene con el corazón en un puño a los olivareros europeos.

Así, entre los objetivos de la colección están los de salvaguardar, enriquecer, evaluar, documentar y facilitar la utilización de todas las variedades cultivadas de olivo a nivel mundial. A su vez -según el Ifapa- se sigue trabajando para enriquecer y ampliar la colección con nuevas variedades extranjeras y nacionales. En este sentido, en el marco de un proyecto de excelencia de la Junta de Andalucía se está trabajando para recuperar variedades locales cuyo uso se está perdiendo. "Esto es muy importante -explican desde el Ifapa-, considerando que muchas de las variedades tradicionales que actualmente se conservan en la colección han caído en desuso y las nuevas plantaciones de olivo realizadas en las últimas décadas se han basado en muy pocas variedades ".

Por otro lado, la colección ha sido evaluada por numerosos grupos de investigación para características muy diversas como porte del árbol, producción, características de fruto y del aceite y resistencia a enfermedades o a limitaciones de suelo como caliza o sequía. "Para todos los caracteres evaluados se ha observado una gran variabilidad genética, la cual está permitiendo la identificación de una serie de variedades que podrían adaptarse bien a las condiciones climáticas de España", según los investigadores, que añaden que la diversidad genética encontrada en dicha colección está sirviendo de base para un programa de mejora genética orientado a la obtención de nuevas variedades de olivo más adaptadas a las nuevas tendencias de la olivicultura moderna.

Así, fruto de la colaboración entre la Universidad de Córdoba y el Ifapa se registró hace unos años la variedad sikitita (chiquitita), especialmente adaptada para el cultivo en seto y que, según De la Rosa, ya está ampliamente implantada en los olivares andaluces.

En cuanto a las variedades tradicionales de olivo, se considera que podrían ser una fuente de diversidad muy útil ante nuevos e imprevistos cambios climáticos. Muchas de las variedades de la colección proceden -según explican- de zonas geográficas de muy baja disponibilidad de agua, lo cual les confiere una gran capacidad de adaptación a la sequía. Por otro lado, relatan que existen también "genotipos con capacidad de floración y producción bajo condiciones muy diversas, por ejemplo en ambientes con temperaturas relativamente altas en invierno. Estas variedades se podrán usar como genitores en el programa de mejora de olivo enfocado a las condiciones cambiantes del clima en un futuro no muy lejano".

De hecho, según Raúl de la Rosa, dentro del programa de mejora del olivo en el que él trabaja ya se están haciendo experimentos con algunas variedades en las Islas Canarias, en concreto en Tenerife, que dispone de climas variados para ver como se comportan ante un aumento de las temperaturas, y sobre todo para ver cómo se puede lidiar con la floración no uniforme que provocan los inviernos cálidos, del que este año hemos tenido un ejemplo claro.

Otra línea que sigue el centro del Ifapa es la búsqueda de variedades de olivo que aguanten bien las tierras calizas, en las que ahora va bien la variedad hojiblanca pero no la arbequina o la picual. En concreto, están buscando fincas para probar con olivos de pie de hojiblanca injertados en las otras variedades para conseguir la resistencia de la primera y las cualidades de la segunda.

Otro proyecto en marcha se basa en ver la adaptación de otras variedades como es la griega koromeiki, que resiste bien en tierras calizas y que da un aceite intermedio entre el picual y la arbequina, y que, según De la Rosa, es "muy demandado internacionalmente", aunque a los agricultores no les gusta demasiado por el pequeño tamaño del fruto, y ello pese a que sí da mucha producción.

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