Gabriel Amat ha vuelto a amoldar el PP de Almería a su medida y sigue teniendo un respaldo absoluto. En el congreso provincial de ayer casi un 98% de los sufragios lo refrendaron para el que tiene toda la pinta de ser su último mandato. De los 1.016 votos emitidos por los compromisarios, 994 apoyaron la única lista presentada, 22 lo hicieron en blanco y se declararon 11 como nulos. Amat volvía a ser el presidente del PP de Almería con el 97,8% de apoyo.

El comité de dirección se articula en torno a los dos pilares que Amat tiene en la Diputación, de la que es presidente -Javier Aureliano García que sigue como secretario general-, y en el Ayuntamiento de Roquetas, del que es alcalde -Eloísa Cabrera debuta de número 3 de la organización-. Pocos cambios más (no hacía falta a tenor de los resultados electorales) salvo la irrupción de uno de los jóvenes cachorros de los que gusta rodearse, en esta ocasión la del concejal de Cultura de Almería, Ramón Fernández Pacheco, ascendido a la vicesecretaría de Organización. Hay que dejar constancia del regreso de Francisco Amizián a otra de las vicesecretarías, y de la entrada de uno de los fundadores del partido, el actual subdelegado, Andrés García Lorca.

El respaldo a Zoido y el agradecimiento a Arenas protagonizaron también un Congreso que tuvo al PSOE como diana permanente. Antes había defendido Amat el "orgullo de tener como candidato a alguien como Zoido" y de "sentirse respaldado por una provincia". El veterano dirigente aludió, de un lado, a un PSOE "que parece que no se acuerden que han estado gobernando ocho años", y de otro, a un Mariano rajoy "que está tratando de darle la vuelta a la tortilla en momentos difíciles". Sobre todo, quedó patente el "orgullo de pertenecer a un partido que hace las cosas bien y que nos permite ir con la cabeza muy alta".

Particularmente significativa fue la intervención de Javier Aureliano García, apuntado como un más que posible sucesor de Amat (cualquier otra alternativa sería impensable). Sólido y más duro que el de su mentor, defendió su informe de gestión con uñas y dientes. Repartió las habituales puyas a Zapatero y Rubalcaba a quienes acusó de tener "alzhéimer político"; a la Junta que "obstruye la labor de los Ayuntamientos", y apoyó las medidas tomadas "en unos tiempos difíciles, pero absolutamente necesrias".