¿Arrepentidos?

El PP dejó pasar en diciembre la única ocasión, con el rechazo al Presupuesto, de justificar un adelanto electoral andaluz

Acertar en la gestión de los tiempos es uno de los retos más difíciles de la actividad política. El cuándo es tan importante como el qué y el cómo. Y a veces hasta más.

A los miles de andaluces que siguieran en directo -sólo en el Teatro de la Maestranza estábamos unas 1.800 personas- el discurso del presidente de la Junta el lunes 28 en el acto institucional del Día de Andalucía no les quedó ninguna duda de que tenemos un claro horizonte electoral. El tono -por momentos mitinero- y el mensaje -de autoafirmación de lo andaluz- de Juanma Moreno ratificaron que era el último 28-F de la legislatura, y ya no anticipa un triunfo seguro.

La situación política es ahora menos favorable para el Gobierno de la Junta que hace sólo un par de meses largos, cuando en los extertores de 2021, a la oposición de izquierda se sumó el voto de la derecha extrema de Vox para tumbar el Presupuesto que el Ejecutivo andaluz había remitido al Parlamento autonómico. No es que haya habido ningún problema estrictamente regional, ni siquiera el que señala las protestas por el estado de la sanidad pública, que son fruto de una campaña (legítima) de los partidos de izquierda y de los sindicatos que les hacen, como siempre, de correa de transmisión.

No. En política hay cuestiones que tienen que ver mucho con las sensaciones. Y al PP, que es el que se la juega en estos comicios, para revalidar el Gobierno -Cs está en la lucha por la supervivencia parlamentaria y parece abocado a la irrelevancia-, febrero se le ha indigestado.

Tres hechos coronan un cúmulo de despropósitos. Todos nacionales. En primer lugar, el bochorno que supuso que el Ejecutivo de Pedro Sánchez salvase in extremis la reforma laboral por la torpeza de un diputado del PP. En segundo lugar, un resultado electoral en Castilla y León que en vez de una victoria pareció una derrota. Y, en último lugar pero el más importante, la crisis de liderazgo que le ha costado la carrera política a Pablo Casado, por confiar todo su futuro a un pirómano como Teodoro García Egea.

Está por ver qué efecto tiene en las urnas andaluzas la rebelión de los barones regionales, Moreno incluido, y la aclamación de Alberto Núñez Feijoó como nuevo líder. Que el congreso extraordinario de los populares sea en Sevilla persigue justamente restañar parte del daño e impulsar al PP andaluz a una victoria que le permita gobernar en solicitario o con apoyo sólo externo de Vox.

El rechazo al Presupuesto en diciembre dio la única ocasión de justificar el adelanto electoral en un momento de máximos en los sondeos. Febrero obliga a que el calendario electoral se aproxime a su fecha natural. La cuestión es si, cuando votemos, se arrepentirán o no de cómo gestionaron los tiempos un año antes.

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