Andalucía

Combustible en el monte

  • La falta de financiación deja en la estacada cerca de 5.000 proyectos de limpieza forestal en Andalucía y los propietarios temen que llegue el verano y el fuego

"Si no se actúa ahora, como en verano prenda el fuego va a empezar por Cádiz y va a salir por Jaén". La apocalíptica predicción viene de uno de los técnicos forestales de Asaja Cádiz mientras muestra uno de los 200 proyectos que la organización presentó el pasado mes de junio para trabajos forestales subvencionados al 75% por Europa. Nada se ha hecho desde entonces porque las otras dos administraciones que tienen que completar la financiación, Gobierno y Junta, no han liberado su parte, aunque los proyectos están aceptados desde el pasado octubre.

En toda Andalucía son más de 5.000 proyectos los que están a la espera de que haya dinero para quitar "combustible" (mucha madera seca, mucha suciedad, alimento para las llamas) de las fincas forestales de propiedad privada de la región. Europa pone 51 millones sobre la mesa, por lo que a la Junta le correspondería poner algo más de cinco millones y un poco más el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente.

La escala de lo que supone este plan dormido para los pueblos que tradicionalmente han vivido del monte se puede calcular con los 200 proyectos presentados por Asaja Cádiz. Según su secretario general, Cristóbal Cantos, las solicitudes entregadas por su organización afectan a 35.000 hectáreas, generarían 120.000 jornales y liberarían 9 millones y medio de fondos europeos, pero para ello habría que contar con 950.000 euros de la Consejería.

Mientras tanto, en pueblos como Alcalá de los Gazules, puerta del parque de Los Alcornocales, no ven una peonada en el monte desde hace mucho tiempo. "Lo último más o menos grande que se hizo fue la limpieza de monte bajo los tendidos eléctricos. Hará tres años y dio jornales para seis meses. Desde entonces no se ha limpiado el monte a conciencia", explica Juan González, uno de los muchos parados de esta localidad que se acerca cada cierto tiempo al Ayuntamiento para ver si han llegado peonadas. Nunca llegan.

Sin embargo, fuentes de la Consejería de Agricultura aseguran que los efectos del plan de choque de empleo en el mundo rural, dedicado a trabajos forestales y caminos, se van a empezar a notar en los pueblos a partir de marzo. En total, son 90 millones destinados al programa de mejora forestal y regeneración medioambiental . "La inversión forestal es una prioridad, pero se ha enfocado hacia el monte público", afirma un portavoz. Los proyectos para fincas privadas de prevención de incendios y gestión forestal sostenible tendrán que esperar.

De momento, llama la atención la diferencia de proyectos presentados entre la anterior convocatoria y la actual en lo que se refiere al monte privado. En la provincia de Cádiz se ha pasado de 175 solicitudes a 433. Los asociados de Asaja explican que este incremento se debe a que en años anteriores no se ha trabajado en el monte y se ha ido acumulando combustible. Hay miedo a lo que pueda pasar este verano. Desde la Junta garantizan que el Plan Infoca tendrá limpio el monte para cuando llegue la temporada de incendios, como lo ha estado todos los años.

En Asaja son escépticos. "El tiempo se nos echa encima", advierte Cantos. El técnico forestal de Asaja muestra el proyecto tipo, uno de los 200 presentados por ellos. En él se incluye el inventario, la distribución del corcho que se genera y el estado de los alcornoques y el obligado certificado de que las actuaciones que se proponen son sostenibles. Y, a continuación, se detallan los trabajos que se tienen que acometer: resalveos, podas, corta de pies enfermos y cortafuegos. El cortafuegos figura en todos los proyectos. Es el temor en Los Alcornocales.

Por eso, Manuel Vázquez, presidente de Asaja Cádiz lanza una propuesta a la desesperada: cofinanciación privada. "No perdamos el dinero de Europa. Hay propietarios dispuestos a adelantar el dinero. Pero limpiemos el monte".

En el monte se escuchan sierras mecánicas en la lejanía. Pilas de lentisco y acebuche se están levantando en este mismo instante por todas partes en los alrededores de Los Alcornocales. Empieza el rito de la fabricación del picón, un acto de rebeldía contra el precio del kilovatio , calor de carbón frente a la estufa eléctrica,pero también una forma muy artesanal de limpiar el campo.

"Mi abuelo era arriero -cuenta Miguel, carpintero en paro, junto al lentisco-, llevaba sacos de carbón en los burros al tren de Algeciras. Serían los años 40. Alcalá era un pueblo próspero que vivía de lo que daba el monte, tendría unos 15.000 habitantes. En los 60 la gente emigró a las fábricas, a la ciudades, donde se ganaba más dinero, dimos la espalda al monte, lo abandonamos. Ahora no seremos más de 5.000". El propietario de la finca en la que nos encontramos afirma que esta tierra no da más productividad que el pasto para el vacuno y los huevos de las gallinas y los ajos y las patatas de una pequeña huerta. Recuerda que "la gente de dinero tenía lujosas copas [braseros] de metal con tapas que hoy son reliquias, piezas de decoración; la gente pobre tenía copas de lata, pero el combustible era el mismo, lo que nos calentaba era el picón".

El picón, un carbón menudo, combustible de batalla, no se vende en ninguna tienda. Se vende en las casas por el boca a boca. Y hay muchos parados, gente sin recursos, que vende picón. Un saco cuesta diez euros de media y sirve para calentarte durante un mes. Producirlo es un trabajo duro. Si lo hiciera una sola persona tendría que trabajar una mañana entera para lograr ese pequeño beneficio, siempre y cuando consiguiera colocarlo en este mercado tan saturado como el de los espárragos, las tagarninas y los caracoles, que es con lo que espantan la miseria centenares de familias de este lugar azotado por la crisis.

Carlos, en paro ya no sabe desde hace cuánto tiempo, es uno de los piconeros con los que fabricaremos picón. Se protege del frio con un forro polar naranja en el que en grandes letras se reivindica a Holanda. "¿Empezamos?" "Empezamos". Juan el piconero prende la bulaga. Momento mágico. El fuego.

"Poquito a poco, deja que respire la candela". "El viento es poniente, es bueno, suave". "La leña está verde, lo suyo habría sido cortarla y dejarla secar tres o cuatro días". "Primero echa la seca y luego la verde, hombre". "Ya está arrancando, echa ahora lo gordo, que si lo echas al final se te queda crudo". "Ya va tirando, échale lo seco en lo alto que es donde el viento tira de la candela". "Hazle una buena base de gordo". "El lentisco es más lento que la mar". "Muy alegre no está ese fuego". "Espera que se ponga alegre, entonces ni te acerques". "Las pavesas que caen queman, hacen agujeros en el jersey". Un géiser de fuego nace de la entraña del lentisco, las hojas del lentisco arden y se transforman en pavesas que el viento lleva con el humo en una cuadrilla migratoria. "Cuidado con las pavesas". "Bueno, que salgamos uno o dos chamuscados, pero no seamos tan carajotes de quemarnos todos, poneos al lado contrario del viento". El crepitar es ensordecedor. "Venga, venga, ahora es cuando vienen los toreros, hay que acercarse". "Arremete esos bigotes". Carlos se aproxima a la hoguera que desprende una temperatura solar.

Carlos, el hijo de Octavio, una institución en Alcalá que acaba de cumplir 86 años y que en su juventud era conocido por sus capacidad hercúlea de transportar sacos de carbón de más de cien kilos, refrigera la pira. Juan, un hombre de monte, con 50 años y grandes manos, le observa. Ha trabajado toda su vida hasta que dejó de haber trabajo en el monte. "El monte está sucio. No hay dinero para limpiarlo. Algún día arderá como arde este lentisco", augura. Juan tiene hijos y nietos. Todos viven en la misma casa. "¿De qué vives?. "De la caridad, de mis padres, de algún saco de picón". Combate las lágrimas. No hay ningún ingreso en casa, el monte no da peonadas. Se humedece el rescoldo de la fogata. Zumban en todo el monte las sierras mecánicas.

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