Andalucía

Garantizan que el ADN del acusado por el crimen de Almonte fue bien recogido

  • Los peritos de la Guardia Civil avalan el método utilizado para recoger las toallas donde se encontraron restos de Francisco Javier Medina

  • Las cerraduras de la vivienda no fueron forzadas

El acusado, Francisco Javier Medina, ayer a su llegada al Palacio de Justicia.

El acusado, Francisco Javier Medina, ayer a su llegada al Palacio de Justicia. / fotos: CANTERLA

Los investigadores de la Guardia Civil que inspeccionaron el escenario del doble crimen de Almonte defienden su labor en la sesión del juicio por los asesinatos de Miguel Ángel y María Domínguez el 27 de abril de 2013. Ayer comenzaron en los Juzgados de Huelva las declaraciones de los peritos que darán al jurado su versión del caso que tiene como único acusado a Francisco Javier Medina.

Los agentes del Instituto Armado certificaron ante el jurado popular la pulcritud con la trabajan para tomar muestras de las evidencias que les parecen más relevantes en la escena del crimen que inspeccionaron entre el 7 y el 11 de mayo de 2013. El especialista, completamente cubierto por un traje protector que evita la contaminación del área investigada, "recoge todo con guantes y precinta la muestra, que nunca se separa de la documentación pertinente" y se remite al Servicio de Criminalística con todas las garantías. Y este protocolo, remarcaron ayer los agentes, también se llevó a cabo cuando se recogieron las tres toallas en las que el Instituto Nacional de Toxicología localizó abundantes restos genéticos epiteliales del acusado.

La defensa de Medina anunció la semana pasada que solicitará la nulidad de la prueba de ADN que relaciona a su cliente con los crímenes por considerar que la cadena de custodia pudo romperse en algún momento y que no se documentó con todas las garantías la toma de muestras genéticas del almonteño.

Por lo que pudieron presenciar los dos expertos en criminalística -que cuentan con más de 15 años de experiencia-, hay que descartar de plano el móvil económico del doble asesinato de Almonte, ya que incluso una hucha de la niña -que estaba parcialmente abierta- contenía dinero en su interior. La vivienda tampoco estaba revuelta, más allá del escenario en el que se produjo la encarnizada lucha que acabó con las vidas de María y Miguel Ángel Dominguez. Entienden que "la carga de violencia se llevó a cabo en un tiempo probablemente demasiado corto" y dan por "muy probable" que el asesino utilizara alguno de los baños de la casa para asearse.

En la habitación de María, sobre su cama, hallaron una "mancha de sangre muy importante sobre la colcha". Ello les lleva a concluir que María pasó "un tiempo prolongado en la cama". Estaba viva. Porque el sangrado abundante "se corta cuando el corazón no bombea". La menor, malherida, consiguió bajar posteriormente al suelo, donde fue hallado su cadáver. "En el suelo sí había signos de pataleo de la niña, de más lucha", detallaron.

A la pregunta del abogado de la defensa Juan Ángel Rivera sobre si consideran que el asesino conocía la vivienda, los agentes testificaron que sí, porque "la distribución de la casa sí me llamó la atención, tenía una pequeña complejidad, porque no te esperas que la puerta de la habitación de matrimonio esté a la derecha y que el pasillo sea en forma de L".

Por vídeoconferencia desde Guadalajara y Madrid prestaron declaración ayer los dos especialistas del Departamento de Balística y Trazas Instrumentales del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil que analizaron las cerraduras de las puertas de acceso al domicilio almonteño. Ratificaron sus informes, donde concluyen que ninguna de las dos cerraduras de las puertas -ni la de acceso desde la calle ni por la que se entra al piso tras subir las escaleras- fue forzada o manipulada "ni exterior, ni interiormente".

Sin embargo y aunque lo ven altamente improbable, no se puede descartar completamente que alguna de las puertas se abriera utilizando algún elemento plástico como una tarjeta o una radiografía. Para ponerlo en práctica, subrayaron los expertos, hay que ser "muy hábil", especialmente para no llamar la atención del grupo de personas que a la hora de los crímenes se arremolinaba en la terraza del bar ubicado bajo el piso de Miguel Ángel Domínguez. "Creo que cualquier persona que intentara abrir con este sistema de forma pública necesitaría emprender una maniobra de distracción para que esa gente no se percatara", agregó uno de ellos. Lo que sí admitieron los guardias civiles es que ellos sólo estudiaron las cerraduras. Es decir, el bombín ya extraído de las puertas y analizado en el laboratorio, no en su contexto original.

Juan José Hellín, perito de la acusación, descarta plenamente en su Estudio sobre la cerradura de una puerta la posibilidad de la apertura con algún elemento plástico, después de analizar in situ las puertas: "Es imposible introducir algún objeto entre el marco y el canto de la puerta donde están ubicados los elementos de seguridad", concluye. Su hipótesis es que el asesino "accedió al inmueble mediante el uso de llaves".

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