El resto del tintero

Ser o no ser (Gobierno)

  • A Susana Díaz le quedan dos semanas para decidir si adelanta las elecciones: si no es así, deberá esperar a final de la legislatura, en 2016, o hacerlas coincidir con Mariano Rajoy.

SUSANA Díaz cuenta con dos semanas escasas para convocar elecciones anticipadas; después de ello, deberá esperar para siempre. Es decir, hasta el final de la legislatura, allá por marzo de 2016, o hacerlas coincidir con las de Mariano Rajoy. Entre una elección y otra, hay que guardar un espacio legal de dos meses de calendario. Como las municipales se celebran el 24 de mayo de 2015, las andaluzas deberían ser como muy tarde el 22 de marzo, y éstas tendrían que ser convocadas con casi otros dos meses de antelación. En definitiva, que si Susana Díaz no mueve su única ficha en los próximos días, deberá ir a después del verano y decidir, entonces, si le conviene convocar junto a Rajoy o por su cuenta.

El Gobierno andaluz de coalición atraviesa durante estos días un proceso de separación sin acuerdo, motivado por un tercero: Podemos, que amenaza con dar un bocado al PSOE y enviar al extraparlamentarismo a Izquierda Unida. Esto es lo que está sacudiendo a la coalición, y en cierto modo es hasta normal que, en estas circunstancias, IU se debata en la cuestión: ser o no ser, enfrentarse a Podemos desde dentro o desde fuera del Gobierno, sobrevivir por separado o iniciar la convergencia.

El Sahara es en sí un problema sin solución, de los que hay que sobrellevar. 40 años llevan los refugiados esperando a volver al Atlántico y otros tantos desde que Marruecos comenzó la colonización demográfica del territorio. El vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, se empeña en ir a Tinduf, sede de los campamentos de refugiados, ahora que el Gobierno andaluz ha trenzado unas nuevas relaciones con Marruecos. Desde 1999 no recibía el rey Mohamed VI a un presidente andaluz, y en septiembre se reunió, con propuestas, con Susana Díaz. Gobernar es elegir, y Valderas debe decidir si una supuesta visita al Sahara es más importante que estrechar lazos con Marruecos. Así de claro, no se trata de cortar la ayuda andaluza a los saharauis, sino de viajar o no viajar a cambio de una relación. Pero esto no es lo relevante: lo sustancial es que IU y PSOE, con tal de diferenciarse, son capaces de discutir por la orientación del viento que más conviene a Andalucía, y esto, realmente, es inaguantable. Una coalición no puede resistir 12 meses así, y menos con el elemento de interinidad que supone el referéndum interno de IU en junio. Será, entonces, cuando IU someta al designio de sus bases si la federación debe seguir en el Gobierno, pero junio es después de mayo, y en mayo, son las elecciones municipales, de tal modo que la coalición camina por un rumbo desconocido hacia un lugar ignoto.

Desde el PSOE, se culpa a los dirigentes de IU Antonio Maíllo y Alberto Garzón de la desafección de la federación de izquierdas con el Gobierno andaluz. Es una opinión, Maíllo y Garzón, a quienes se diferencia desde San Telmo de los dirigentes del viejo PCE, supuestamente más pragmáticos, serán los cabeza de cartel de IU en las autonómicas y en las generales, y van a llevar sobre sus espaldas todo el peso de las siglas. Si Susana Díaz tuviese una verdadera voluntad de aguantar toda la legislatura, una crisis de Gobierno le serviría tanto para reforzar la agenda política de su Ejecutivo como para fortalecer la alianza con IU. El vicepresidente Diego Valderas ha dejado de ser determinante en su organización, y es Maíllo el que debería asumir la responsabilidad de Gobierno. La presidenta Susana Díaz y sus colaboradores se vienen quejando amargamente desde hace meses de la actitud de IU: tienen que decidir si están o no están, si son Gobierno o son oposición. La entrada de Maíllo en el Ejecutivo acabaría con esta duda. Hágase la oferta, pues, y vean cuáles son las respuestas. Un período de calma, y de gestión, no vendría nada mal a un Gobierno que brilla más en lo mediático, en lo excepcional y en la razón de Estado que en la cotidianeidad de la administración. ¿Está alguien pensando en la Andalucía de dentro de ocho años? Ésta es la cuestión, y a eso se debería de dedicar un Gobierno andaluz.

Pero Susana Díaz tiene otra opción: la de adelantar y romper ya con la situación de interinidad. A su favor, cuenta con que va primera en las encuestas, que el PP de Juan Manuel Moreno no está hecho aún y que Podemos, además de ser más débil en Andalucía, todavía no está cuajado. Bien es cierto, que le queda poco. A mediados de febrero, contará con un secretario general, posiblemente Teresa Rodríguez, y tendría que convocar unas primarias para elegir candidato. Es posible que Susana Díaz gane las elecciones, pero es muy difícil que logre una mayoría absoluta, por lo que debería probar fórmulas de alianza inéditas en Andalucía. Pero el riesgo es vital, un traspiés en las elecciones sería definitivo para toda su carrera política.

Y aún hay una tercera opción, pero se debe descartar: que el PSOE rompa el pacto, y aguante solo en el Parlamento. En minoría, esto es casi imposible. Por tanto, a Díaz y a Valderas no le queda más remedio que recapitular, reforzar su Gobierno y aguantar. Como buzos debajo del agua.

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