Andalucía

Historia de una colisión

  • Alfonso Guerra participa en Sevilla en la presentación de un libro sobre la crisis catalana desde el punto de vista del derecho constitucional, obra de German Teruel

Alfonso Guerra, en el paraninfo de la Universidad de Sevilla.

Alfonso Guerra, en el paraninfo de la Universidad de Sevilla. / Jose Ángel García

El profesor Germán Teruel se dio cuenta durante un seminario en Heidelberg que tenía que escribir un libro para explicar el proceso independentista catalán. Allí, junto a varios colegas constitucionalistas, se sorprendió a sí mismo explicando que lo que había pasado en Cataluña en el otoño de 2017. "Esto no es la primavera árabe; España es una democracia plena", dijo entonces este profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Murcia. Esa misma idea ha fraguado en un "librito" que sirve como relato de aquellos hechos y que se ha presentado este jueves en el paraninfo de la Universidad de Sevilla en un coloquio entre el autor del libro y el ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra. 

El "librito", como lo ha definido el propio autor, se titula Crisis constitucional e insurgencia en Cataluña: la defensa de la Constitución en perspectiva jurídica y es un "esfuerzo pedagógico" por explicar cómo se fraguó un "intento de golpe de estado contra una democracia", en palabras de Teruel, y "una insurgencia ilegal e ilegítima que bien puede considerarse un golpe de estado", según ha dicho antes Guerra durante su glosa del texto.

El veterano ex dirigente del PSOE llegó al libro por medio de otro profesor de Constitucional, Francesc de Carreras, que prologa la obra de Teruel. Y ha sido otra constitucionalista, la catedrática Ana Carmona, quien ha presentado el coloquio entre el autor y Guerra, al que ha definido como la "voz del arranque del sistema constitucional". El político sevillano ha dado buena cuenta de ese papel protagonista al recordar los "enormes esfuerzos" que se hicieron entonces por implicar a los nacionalistas en la elaboración de la Carta Magna. "Fuimos demasiado lejos en algunas cosas", ha admitido.

Esos esfuerzos tuvieron su fruto en un “cierto acuerdo” se reflejó en el fracaso de una enmienda que defendía la inclusión en el texto constitucional del derecho de autodeterminación. Los nacionalistas vascos se abstuvieron y los catalanes votaron no y, además, el apoyo en Cataluña al referéndum del 6 de diciembre de 1978 fue superior que en la media del país.

Sólo dos años después, cuando Jordi Pujol se convirtió en presidente de la Generalitat, ese acuerdo saltó por los aires, explicó ayer Guerra. “Pretendía construir una Cataluña sin España y contra España”, señaló el ex vicepresidente, que cargó con parte de la responsabilidad de esta “colisión” a los suyos. Concretamente, a Pasqual Maragall por impulsar “un estatuto que nadie había solicitado” y al “candidato Zapatero” por la “desgracia” de decir que el Estatut que saliera del Parlamento catalán se aprobaría en elCongreso de los Diputados.

El camino emprendido por Pujol en los 80 acabó en las leyes de desconexión y la efímera declaración unilateral de independencia, en definitiva, “la intención del Parlament de convertirse en un dictador soberano” que se acabó incumpliendo, según Guerra por el discurso del Rey Felipe VI en la noche del 3 de octubre de 2017. “Estaba fuera del planteamiento del nacionalismo y vino a quebrar su camino”, explicó Guerra que miró al futuro con pesimismo al reconocer que la sociedad española “necesita un pacto consigo misma” que hoy el ex vicepresidente del Gobierno no es capaz de detectar.

Ese pacto del que habla Guerra es imprescindible para reformar la Constitución de 1978, una salida que Germán Teruel cree que podrían haber tomado los independentistas al proponer la recuperación de la enmienda de autodeterminación que no entró en el texto hace ya más de cuatro décadas. Ese nacionalismo que entonces tumbó una propuesta a la que hoy se agarra con fuerza es, para este profesor murciano “enemigo de la idea constitucional”. Y para luchar contra él, Teruel propone una “guerra cultural” que sirva para afirmar una “España plural” que, por ejemplo pueda tener al Tribunal Constitucional en Cádiz. “Hay que recuperar la presencia del Estado en todo el territorio”, defendió el profesor, que llamó a abandonar la idea de que “Madrid es España y que quien quiera hacer España tiene que venir a Madrid”.

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