Eduardo Madina movió ficha, y Susana Díaz replegó fuerzas. Al menos, de momento. Pero mientras en el entorno de la presidenta de la Junta la opinión mayoritaria es que no debería optar a la carrera por la Secretaría General del PSOE, y mucho menos ahora que Madina ha saltado al ruedo con el apoyo encubierto de parte de la dirección federal, Susana Díaz recibió el respaldo de nueve secretarios generales. Los de Valencia, Madrid, Castilla-La Mancha, Canarias, La Rioja, Murcia, Navarra, Aragón y Cantabria fueron sucediéndose a medida que pasaba la tarde en lo que ha sido una respuesta de estas organizaciones a la decisión de Eduardo Madina. Sin embargo, Susana Díaz aún medita qué hará ante este congreso extraordinario, aunque ha dejado claro que se mantendrá como presidenta de la Junta. El mismo Rubalcaba, acuciado por las críticas de falta de neutralidad ante su supuesto apoyo a Madina, valoró que el puesto de presidenta es compatible con el de secretaria general.

Dos diputados andaluces, el cordobés Antonio Hurtado y el granadino Martínez Olmos, también apoyaron la candidatura de Díaz desde el Congreso.

No obstante, algunos de los colaboradores más cercanos de Susana Díaz mantienen que la mejor decisión sería no optar en estas condiciones al congreso, aunque se muestran seguros de que, si es así, la presidenta andaluza podría ganar la Secretaría General incluso con el voto directo de la militancia. Sus socios de gobierno, los dirigentes de IU, también opinan que la presidenta debe dedicarse en exclusiva a este puesto. El portavoz del PP en el Parlamento, Carlos Rojas, se lo pidió ayer en la sesión de control: "Andalucía necesita una presidenta a tiempo completo, con los cinco sentidos, no tiene derecho a abrir un nuevo tiempo de inestabilidad". Díaz le respondió que era "plenamente consciente de mi responsabilidad".

En el PSOE andaluz, el malestar con la decisión de Rubalcaba es mayúscula. De un lado, se le acusa de promover a Madina desde una dirección que debería guardar neutralidad ante el congreso extraordinario; de otro, se critica que haya dado cabida a la posibilidad de variar el método de elección del secretario general. La dirección mantiene que Rubalcaba tendría que haber dejado paso a una gestora que se hiciese cargo del partido. Los congresos propiciados por la dimisión de los secretarios generales han venido precedidos de la constitución de una gestora.