Primera jornada de vuelta a las aulas en la guardería onubense Clarines II, a la que asistió el pequeño José el pasado curso. En su interior, la alegría de las paredes de colores contrastaba con el triste brillo de las miradas de las educadoras, que se afanaban en colocar los juguetes en su sitio y en decorar el centro para hacerlo más agradable a los chiquillos.

Un pequeño grupo de niños fue el único que inauguró ayer la nueva temporada escolar en el centro infantil onubense, aunque hay matriculados 90, según indicó a este diario su directora, Pepa Gavino. Visiblemente afectada por los últimos acontecimientos, con la voz temblorosa y los ojos vidriosos, aseguraba que "lo estoy pasando muy mal porque no sé cómo afrontar todo esto". De hecho, uno de los alumnos menores de tres años que asistió a clase ayer "me pregunta que si ya hemos encontrado a Ruth y José y que si los han matado con una pistola; son cosas que te rompen el alma y una no sabe qué decir".

Para ayudar a que tanto Gavino como las otras once educadoras de la guardería hagan frente a esta situación, la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía en Huelva envió ayer al centro a un psicopedagogo que les aportó algunas claves para sobrellevar mejor el asunto. El estado de conmoción de la plantilla era tal que "nos hemos visto por la mañana después del verano y ni siquiera hemos hablado sobre el tema; es el silencio lo que reina ahora mismo, ha sido todo muy impactante", declaró la directora de Clarines II, al tiempo que señaló que "todos necesitamos ayuda psicológica: hemos tenido aquí a un niño maravilloso que ya no está, pero también hemos tenido contacto con un monstruo sin saberlo", resumió refiriéndose a José Bretón. "Los niños tienen miedo, están asustados porque piensan que les va a pasar algo", apostilló.

Antonio Martín es padre de Pablo, uno de los críos de nuevo ingreso en la guardería de Huerto Paco. En su opinión, "toda ayuda psicológica es necesaria porque los niños se dan cuenta de todo y van a notar la falta de José". No comprende que un padre pueda arrebatarle la vida a sus propios hijos: "No me entra en la cabeza, porque me puedo separar de mi mujer, pero mis hijos siempre serán mis hijos". El onubense ya Barruntaba "que era Bretón el que había hecho desaparecer a los dos niños". En el colegio público Federico García Lorca, la comunidad educativa volvía al tajo tras las vacaciones estivales. A primera hora de la mañana el claustro, capitaneado por el director del centro, José Romero, guardaba un minuto de silencio en memoria de su alumna Ruth y de su hermano, que había sido matriculado en la escuela pese a su desaparición. "Ha sido el minuto de silencio más emotivo que hemos vivido y muchos, los que más contacto mantuvieron con Ruth, han derramado lágrimas".

En la mente de todos, su recuerdo, pero también una gran preocupación: "No queremos que los alumnos vean en sus padres la figura de Bretón, que los identifiquen como a un posible asesino, sino como esas personas que los quieren y los protegen".

Cuando el lunes que viene comience el curso, "un psicólogo vendrá al centro para ayudarnos a todos". No obstante, Romero pedirá a la Junta que adelante su visita al viernes próximo para "que nos dé algunas pautas para saber cómo proyectar a nuestros niños una necesaria imagen de fortaleza y unidad que nos vaya liberando de este ambiente depresivo y nos devuelva a la normalidad".

Los docentes han decidido transmitir al alumnado "la verdad, omitiendo detalles escabrosos, pero diciéndole que Ruth no va a volver". Solicitó en paralelo la ayuda de los padres, "que deberán apoyarnos y evitar que los niños vean imágenes desagradables como las de los últimos días (las de los restos óseos que podrían pertenecer a los menores) para que vayamos todos en la misma dirección".

Con la piel de gallina, el director del García Lorca recordó que la niña tendría que empezar el próximo lunes 2º de Primaria y que "el año pasado apenas disfrutó 15 días del paso del patio de arena de Infantil al de los mayores, cuando empezó en 1º".

Ella estará "siempre con nosotros, porque es historia viva de este colegio". No descartan hacerle un homenaje en el futuro, cuando los ánimos estén más calmados, "pero no queremos convertir el colegio en un santuario porque eso nos dificultaría volver a la normalidad", aclaró.

Los más de 40 maestros que conforman la plantilla del García Lorca "queremos enviar nuestro pesar a Ruth Ortiz y un abrazo muy fuerte a toda la familia". Todos desean que se haga justicia y "que caiga todo el peso de la ley sobre el que haya hecho esto a nuestros niños: si pidieran 25 años por cada uno sería injusto, porque también ha matado en vida a su madre, por lo que ha quitado la vida a tres personas y no sólo a dos". A su juicio, "el que hace una cosa así no puede tener el privilegio de volver a ver en la vida el sol fuera de las paredes de una cárcel".