Andalucía

De Olona a García-Page: los versos sueltos de la política española

Macarena Olona, en el Parlamento andaluz.

Macarena Olona, en el Parlamento andaluz. / José Ángel García

Macarena Olona reaparecía a final de agosto para hacer el Camino de Santiago, animando a sus seguidores a acompañarla. Tras haber abandonado la portavocía de Vox en el Parlamento andaluz por motivos de salud, su vuelta al escenario público levantaba las suspicacias de su antiguo partido. A partir de ahí se han sucedido una agitada conferencia en Granada, un viaje a Latinoamérica, una aparición junto a Mario Conde, la petición de reunión con Santiago Abascal… La agenda de Olona ha generado tal malestar en Vox que han tenido que aclarar que las puertas están cerradas para ella. Pero aún así, Olona no se rinde: este viernes ha aprovechado su cuenta de Twitter para asegurar que “no hay espacio hoy para un nuevo partido político”. Hoy. Y no ha quedado ahí: también ha señalado que “es tiempo de menos testosterona y más sentido de estado. Los españoles nos demandan unidad. Seguimos caminando. Vosotros marcaréis el camino”.

El caso de la abogada del estado es muy singular, pero no único. Olona es la última de una larga estirpe de versos sueltos y libres en los partidos españoles, políticos con un perfil propio que han causado más de un dolor de cabeza en sus formaciones y que, en muchas ocasiones, han sido penalizados por ello.

Francisco Serrano. Francisco Serrano.

Francisco Serrano. / Raúl Caro | Efe

En Vox ha habido más de un caso sonado. El del juez Francisco Serrano, que fue candidato en las elecciones andaluzas en 2015 y 2018, es el más llamativo. Durante su paso por la judicatura ya tuvo algunas actuaciones polémicas, una de ellas le llevó a ser inhabilitado por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, aunque posteriormente fue rehabilitado por el Constitucional. Tras obtener 12 parlamentarios en las autonómicas de 2018, lo que supuso no solo la entrada de Vox en el Parlamento de Andalucía sino su primer éxito nacional, el líder andaluz comenzó a resultar incómodo al partido por sus polémicas declaraciones, hasta el punto de provocar una desautorización pública cuando aseguró que la sentencia de La Manada la había dictado “la turba feminista supremacista”.

Pero el punto culminante se produjo en 2020, cuando la Fiscalía Superior de Justicia de Andalucía presentó una querella contra el juez y su exsocio por un supuesto fraude en subvenciones por una ayuda de 2,4 millones de euros para un proyecto que nunca se ejecutó. Entonces anunció que dejaba Vox pero no su escaño, aunque finalmente acabaría haciéndolo. Tras ser reintegrado a la carrera judicial, pidió una excedencia para ejercer como abogado, su actividad actual.

Alberto Ruiz-Gallardón Alberto Ruiz-Gallardón

Alberto Ruiz-Gallardón / José Martínez Asencio

En el PP hay una larga tradición de cargos que no siguen la disciplina de partido situados en posiciones preeminentes. Cada presidente del partido ha tenido los suyos y le han causado más o menos problemas. A José María Aznar y Mariano Rajoy les tocó Alberto Ruiz-Gallardón. Presidente de la Comunidad de Madrid, alcalde de Madrid y ministro de Justicia, en cada una de esas etapas se le atribuyó un carácter díscolo, sumado a una gran ambición política. Criticado en un primer momento por unas posiciones relativamente progresistas dentro de su partido (se enfrentó a la postura oficial del PP al asegurar que casaría a personas del mismo sexo), al final de su carrera generó un problema por todo lo contrario: la reforma de la ley del aborto, aprobada por el Consejo de Ministros en diciembre de 2013, fue retirada en 2014 en medio de una gran polémica por su carácter restrictivo y Gallardón dejó el Ministerio poco después. En 2017 refundó su despacho de abogados de su padre, donde trabaja con su hijo. La Comunidad de Madrid ha sido prolífica a la hora de generar versos sueltos: Esperanza Aguirre e Isabel Díaz Ayuso no pueden faltar en la lista.

Cayetana Álvarez de Toledo Cayetana Álvarez de Toledo

Cayetana Álvarez de Toledo / Jesús Marín

Con Cayetana Álvarez de Toledo han tenido que lidiar ya tres presidentes del PP. Su último episodio disidente data de este mismo jueves: la exportavoz popular en el Congreso apoyó en la Cámara una propuesta de Vox que pedía la intervención de la autonomía catalana para garantizar la enseñanza en castellano en las aulas. Justo lo contrario de lo que pedía Alberto Núñez Feijóo. En diciembre, su grupo ya la había multado con 500 euros por romper la disciplina y votar en blanco, en lugar de a favor, la candidatura de los magistrados al Tribunal Constitucional. Álvarez de Toledo más que un verso suelto es un poema entero: tras numerosos enfrentamientos, dejó el PP de Rajoy criticando que “en estos cuatro años de mayoría absoluta, la democracia ni se ha regenerado, ni se ha defendido”. Pablo Casado la reintegró a la vida de partido con muchas voces en contra y estas acabarían llevando la razón: en agosto de 2020, destituía a la portavoz tras numerosas polémicas, como la generada cuando llamó “hijo de terrorista” a Pablo Iglesias, perjudicando la estrategia de su partido contra el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

Emiliano García-Page. Emiliano García-Page.

Emiliano García-Page. / Pepe Fernández | Efe

En el PSOE, un caso muy actual es el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que ha desatado una oleada de críticas en su partido tras hacer unas declaraciones en una entrevista en El Mundo en la que consideraba que "bastantes" miembros de Unidas Podemos llevan "en su código político la voluntad de desestabilizar el Estado, de atacarlo e incluso romperlo", por lo que "son malas compañías". "Si no trabajamos en un modelo mayoritario y seguimos con las mismas compañías es evidente que va a haber un castigo", aseguraba. Era la última disensión pública del socialista, que había criticado anteriormente la postura de su secretario general por su relación con los independentistas. Y en esta última entrevista, en plena campaña de descrédito del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, lo ha defendido, asegurando que tiene un "buen concepto" del popular en lo político y lo personal.

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