Alberto Grimaldi

agrimaldi@grupojoly.com

Oposición disoluta

El presidente de laJunta sale más reforzado de lo que entró al debate de investidura

Juan Espadas felicita a Juanma Moreno tras su reelección como presidente de la Junta de Andalucía.

Juan Espadas felicita a Juanma Moreno tras su reelección como presidente de la Junta de Andalucía. / José Ángel García

LA mecánica de los debates de investidura en el Parlamento de Andalucía permite desde siempre el lucimiento del candidato en la primera jornada, día en el que sólo se pronuncia su discurso, que apenas es contestado por una breve valoración ante los medios de comunicación por los portavoces de los grupos de la oposición.

La segunda jornada se supone que debe ser otra cosa. El candidato debe fajarse ante la oposición.

Pero ayer no fue así. La oposición absoluta que esperaba Juanma Moreno, ya presidente de la Junta de Andalucía investido por el Parlamento, fue más bien disoluta: entregada licenciosamente al vicio de ser irrelevante.

Puede decirse que el presidente salió más reforzado que cuando entró al debate. Y no por su segura investidura, sino porque resolvió con solvencia la jornada de confrontación con los otros cuatro grupos que obtuvieron representación en las urnas el 19 de junio.

La sesión vespertina debía ser la que pusiera en el brete al presidente. Se abría con la intervención del líder de la oposición, Juan Espadas.

Pero el presidente del grupo socialista sigue cometiendo los mismos errores de una campaña caótica que terminaron por concretarse en el peor resultado de la historia de las doce elecciones habidas en 40 años de Autonomía.

Quizás el más grave fue decir que “nunca hacer tan poco fue tan rentable electoralmente”. Un desprecio en toda regla a la mayoría de los andaluces, que han apostado por respaldar el ejercicio moderado de Gobierno que Moreno hizo en la anterior legislatura, incluso dependiendo de los votos de los populistas de derechas de Vox para tener mayoría suficiente.

Moreno no iba a dejar pasar la oportunidad y le afeó que diese tan poco valor a la decisión de los andaluces, hasta el punto de que le preguntó si pretendía decir que los ciudadanos votaron engañados.

Insistió también Espadas en atarse a Pedro Sánchez, al igual que en la campaña. Según él los logros que vende Moreno tras su primera legislatura en el palacio de San Telmo se deben al dinero que envía el presidente. Literal.

La réplica del candidato le dejó en evidencia, porque la financiación la da el Estado, y se recibe porque Andalucía es la comunidad más poblada de España. Pero es más, es que Moreno le advirtió con ánimo de ayudar al líder socialista que las elecciones acaban de demostrar que los andaluces rechazan las políticas erráticas y las alianzas indefendibles de Sánchez.

Pese al consejo no pedido, Moreno no perdió tampoco la oportunidad de recordarle que él, como jefe de la oposición, apoyó la reclamación de 4.000 millones más de financiación que la hoy ministra María Jesús Montero reclamó como consejera a Mariano Rajoy y que hoy niega desde el Gobierno.

Tampoco Macarena Olona inquietó nunca al ya presidente. Todavía no sabe si quiere ser oposición o muleta de un Gobierno que no necesita a Vox para nada. Sus dos intervenciones lo acreditaron, pero nada lo sintetiza mejor que su voto en voz alta: “afectuosa abstención”.

Con la izquierda fragmentada, Moreno desplegó sus mejores formas para zafarse del verbo contundente de Teresa Rodríguez-Rubio y las críticas  suavizadas por el tono de Inmaculada Nieto.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios