Andalucía

Pablo Iglesias levanta al PSOE

  • La actitud "agresiva" y "frívola" del líder morado llena de razón a los barones recelosos de Podemos. Los socialistas retrasarían su congreso si hay elecciones, en las que repetiría Sánchez de candidato. El PSOE seguirá con el acuerdo de Ciudadanos para negociar con otros partidos.

EL beso y el látigo, el crimen de Estado y el Gobierno de coalición, la cal viva y el abrazo fraternal, la camisa blanca y la camisa negra. "El amor fluye en la política española, Pedro, sólo faltamos tú y yo". "Su problema es que no le dejan pactar con nosotros personas como Felipe González, que tiene manchado el pasado con cal viva". Estas dos frases definen este ir y venir de Iglesias respecto a los socialistas, dos sentencias leídas el miércoles y el viernes que alejan al PSOE, casi de modo definitivo, de los morados. En el mejor de los casos, los dirigentes socialistas lo califican de agresivo y frívolo. Quizás era ello lo que Iglesias buscaba, colocar un cebo que nunca podría ser tragado, pero que serviría para llegar hasta otras elecciones y ahondar las divisiones dentro del PSOE, pero su táctica ha resultado tan evidente, tan descarnada, que ha saltado por los aires.

Pablo Iglesias Turrión, bautizado así por sus padres en honor al fundador del PSOE, ha conseguido algo que no estaba en sus planes: unificar la opinión de un partido con grandes diferencias desde las elecciones del 20 de diciembre. Todos se han convencido de que es imposible llegar a un acuerdo con Podemos. Pablo Manuel Iglesias Turrión ha terminado por dar la razón a los barones más críticos, Susana Díaz entre ellas, que prefería mirar hacia la derecha, hacia Ciudadanos, para formar Gobierno. Si fuese posible, claro, porque la aritmética ha impuesto sus inmutables reglas. A partir de ahora, se explica desde el PSOE, Pedro Sánchez se mantendrá leal al acuerdo de 200 puntos firmados con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera; estas bases seguirán sirviendo como un acuerdo programático incluso si hubiera elecciones el 26 de junio. Porque algo habrá cambiado: si hay que repetir comicios porque en estos 55 días que restan no se produce un acuerdo, los partidos no podrán presentarse ante los ciudadanos en la campaña electoral con la consabida frase de que ellos no pactarán con otras formaciones ni entrarán en Gobierno alguno si no ganan: quien sostenga eso, tan habitual en las campañas pasadas, debería de ser expulsado del juego porque el final del bipartidismo conlleva de modo obligatorio el acuerdo y la transacción.

"Felipe González no es Zapatero", explica un ex consejero de la Junta. González es la memoria más inmediata de los militantes, el presidente del Gobierno que querrían ver repetido en los nuevos líderes, un hombre que aunó la reivindicación social de la izquierda con el sentido de Estado, un líder. O, mejor explicado, el líder. Cuando Pablo Iglesias citó la cal viva con la que fueron enterrados los cuerpos de Lasa y Zabala, sólo había que observar el gesto de su compañero Íñigo Errejón para darse cuenta de que su táctica había quedado al descubierto. Las alusiones a la oligarquía socialista, a Solchaga, a la pérdida de la S y de la O no sólo han roto las relaciones, sino que muchos dirigentes creen que la sangría de votos desde Podemos al PSOE se ha detenido. Es más, es posible que haya algo de resaca. Al menos así opinan algunos en Ferraz. Iglesias, y ése es el segundo motivo de diferencia insalvable, buscará ahora apoyos en una izquierda aún más radical, en el abertzalismo de Arnaldo Otegi y en los soberanistas de ERC. Hay un corrido de Podemos hacia las fuerzas independentistas, que lo alejarán de esos votantes que consiguió el 20 de diciembre sólo para castigar al PSOE y al PP.

En la última encuesta del Egopa, la más importante que se hace en Andalucía, los dos líderes peor valorados por los andaluces eran, precisamente, Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez. En el entorno de Susana Díaz se sienten satisfechos de que el Comité Federal del 28 de diciembre les ha venido a dar la razón cuando impusieron dos líneas de negociación: ni PP ni quienes defienden el referéndum de independencia. Más tarde, el 30 de enero, en otro Comité Federal, el extremeño Guillermo Fernández Vara advirtió que pactar con Podemos era la muerte y Susana Díaz se opuso, a las claras, a un Gobierno de coalición con los morados.

Pedro Sánchez seguirá hablando con los demás, pero su referente será Ciudadanos; de hecho, es posible que desde el PSOE se rechace la reunión que el líder de IU, Alberto Garzón, ha propuesto a cuatro bandas con los dos partidos, Podemos y Compromís. Con sólo dos escaños y amenazado por una opa hostil por Iglesias, no parece que Garzón sea el más recomendado más allá de las oportunidades que le hayan dado la cortesía.

Pero Pedro Sánchez no ha perdido. El rostro que mostraba el viernes en el Congreso era de una extrema preocupación, pero como ha explicado un ex presidente de la Junta, Mariano Rajoy lo ha salvado, le ha consolidado de momento como secretario general. Las dos negativas de Rajoy al Rey, que pasarán a la historia de nuestra democracia como algo que nunca más hará un candidato ganador, dieron a Sánchez una oportunidad que ha sabido aprovechar, a pesar de los riesgos que entrañaba.

Es cierto que ha fracasado, pero ha presentado un programa, se ha fajado en el Congreso y ha revivido a un partido que estaba muerto. "Estábamos muertos", repiten de modo insistente quienes más defienden a su candidato.

A partir de mañana, el Rey volverá a hablar con el presidente del Congreso, Patxi López, pero no propondrá a Mariano Rajoy como candidato mientras éste no consiga más apoyos que los 122 del Grupo Popular. El veto que Albert Rivera le ha puesto a Rajoy como presidente de un Gobierno de cambio y la brecha abierta entre el PSOE e Iglesias llevarán a unas elecciones si antes del 3 de mayo no se produce un cambio radical en las relaciones entre los partidos. La opción de la repetición se ha instalado en todas las formaciones. Ante ello, es posible que el PSOE retrase el Congreso Federal previsto para los días 20, 21 y 22 de mayo. De seguir con este calendario, los militantes deberían votar el 8 de mayo a su nuevo secretario general, y eso sería sólo cinco días después de que España hubiese certificado que habría elecciones el 26 de junio. Tanto desde Ferraz como desde el PSOE andaluz se ha apuntado a esta posibilidad, aunque nadie lo va a solicitar públicamente ahora. Se apunta que sería una anacronía embarcarse en un Congreso Federal cuando el país se mete de lleno en otra campaña electoral.

Ahora bien, en caso de elecciones, los socialistas sí tendrían que elegir a su candidato a La Moncloa en unas primarias. Al día de hoy, parece muy improbable que alguien dé el paso para competir con Pedro Sánchez en esta ocasión. Si lo ha comenzado, que lo termine, coinciden las fuentes.

Sería después de las elecciones de junio cuando el PSOE afrontase un Congreso Federal en el que los nuevos resultados serían definitivos para ver las posibilidades reales de un recambio en el liderazgo socialista.

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