El pasillo

La Segunda Modernización

Acomienzos de la presente década, cuando el Gobierno andaluz presentó el documento de lo que denominó Segunda Modernización de Andalucía, algunos tuvimos la impresión de que aquella grandilocuente declaración de intenciones no era sino la repetición de un discurso ya pregonado. Los propósitos enumerados en dicho proyecto eran la conclusión de varios meses de reflexiones en las que habían participado multitud de expertos y miles de andaluces de a pie a través de sus aportaciones vía internet, aunque en su mayoría coincidían casi al 100% con los criterios que pocos años antes habían sido formulados por otro amplio grupo de expertos, también convocados por el presidente Chaves, en el Foro Andalucía Siglo XXI.

Las conclusiones de ambos documentos indicaban la necesidad de que Andalucía construyese un modelo de desarrollo basado en las nuevas tecnologías, con mayor peso de la iniciativa privada, gracias al impulso de las cajas de ahorro, y en el que el sector público, amén de modernizarse con métodos de gestión privada, fuera perdiendo peso.

Las acertadas advertencias realizadas este viernes por el Observatorio Económico de Andalucía vienen a demostrar que en la práctica no se han seguido muchas de las recomendaciones planteadas por los expertos de ambos foros. Los cuatro pilares del innegable desarrollo de los últimos años, la inmigración, la construcción, las ayudas de la Unión Europea y un marco de financiación autonómica favorable, comienzan a tambalearse o están próximos a hacerlo sin que haya alternativas aún sólidas.

La Administración se ha descentralizado con la creación de empresas públicas, pero la adopción de los métodos de gestión privada se ha aplicado sólo en los salarios -más altos para los directivos, más bajos para los trabajadores- no en la eficacia de una labor que es puesta a menudo en solfa por la Cámara de Cuentas por su opacidad y competencia desleal. Las cajas de ahorros, pese a que hace décadas que se viene hablando de la necesidad de que se impliquen como entidades públicas en el desarrollo de la comunidad, parecen ser un coto cerrado en el que sus responsables olvidan pronto quiénes y para qué los nombraron, en tanto que la concertación social de la Junta con la patronal y los sindicatos es un círculo cerrado de intereses de difícil evaluación.

Como el Foro Siglo XXI o la Segunda Modernización, la Junta presenta ahora el Estatuto de Autonomía como el conejo sacado de la chistera que acabará con los problemas. Las disposiciones estatutarias que garantizan la inversión estatal y el abono de la deuda histórica, con ser importantes, son soluciones de aplicación temporal. El Gobierno andaluz ha frenado los primeros síntomas de la desaceleración económica gracias a la inversión en obras públicas de 3.500 millones de euros en los primeros meses del año, pero ese dinero se agotará y la solución no pueden ser ni el Fondo de Suficiencia ni el Fondo de Compensación Interterritorial de los que echamos mano las comunidades autónomas menos acaudaladas para atender nuestras necesidades. Modernizarse no consiste en eso.

(Decía Oscar Wilde que los periodistas piden en privado disculpas por aquello que dicen en público. Llevémosle la contraria. Días atrás dije erróneamente, como amablemente me recordaron algunos colegas, que Gaspar Zarrías cuenta con 63 primaveras a sus espaldas, pero el vicepresidente primero aún tiene cuerda para rato puesto que son sólo 53 años. Quizá sea el tapado en la sucesión de Chaves).

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