Han bastado cuatro meses de rodaje por la autopista real de la política para que una buena parte de la opinión pública conozca algo que ya sabían sus compañeros de la Unión de Juventudes Comunistas: que Pablo Iglesias es un tipo brillante, pero también histriónico, altivo y soberbio. Después de que consiguiese colocar a Podemos como primera fuerza en algunos sondeos del año pasado, su partido ha caído, según el CIS, hasta un 17,3% de apoyos, tres puntos menos que en las elecciones del 20 de diciembre. Y él, el hombre que iba a asaltar los cielos, que en alguna ocasión aseguró que se retiraría si no lograba ser presidenta a la primera, es el político peor valorado junto a Mariano Rajoy. El sorpasso, el adelantamiento por la izquierda del PSOE con el que Julio Anguita soñó en los años noventa, ha estado a punto de convertirse en un sopapo del electorado a quien durante esos meses ha ido de vicepresidente, ha espolvoreado de cal viva a la militancia socialista, ha repartido besos y latigazos de manera alterna y se ha cargado con nocturnidad a todo un secretario de Organización, Sergio Pascual.

Sin embargo, la alianza con IU puede venir a salvar esta situación de deterioro, de tal modo que el propio sondeo del CIS del viernes pasado indica que el sorpasso, en efecto, podría producirse si se sumasen las intenciones de voto de los de Alberto Garzón con Podemos. Un 23,1% morado por encima del 21,6% socialista. Pero la suma no es ni mucho menos automática, y quienes hacen los cálculos en el PSOE vaticinan que el adelantamiento no se producirá. Pero, incluso, así, la alianza resultaría muy rentable para ambas formaciones, y podría obtener de tres a seis escaños más en Andalucía, ya que o Podemos o IU se quedaron muy cerca de obtener estos resultados el 20 de diciembre.

Podemos cuenta ahora con diez escaños andaluces, no fue una buena cifra, parte de las expectativas de los morados a nivel nacional el 20 de diciembre se esfumaron en Andalucía, donde el partido está muy marcado por Anticapitalistas, grupo al que pertenece su líder, Teresa Rodríguez. Sin embargo, en las provincias de Jaén y de Sevilla se quedaron a muy pocos votos del PSOE y de Ciudadanos, respectivamente. Hubiesen bastado 750 votos más en Jaén para obtener el único escaño de Podemos a costa del PP y en Sevilla, la confluencia con IU, puede darles el tercer diputado para quitárselo a Ciudadanos. Además, en Málaga, IU se quedó a 3.500 sufragios del diputado, con lo que ahora podría sumar un tercero a los dos con los que cuenta Podemos.

De este modo, y casi sin apenas cambio en la intención de voto, con un incremento de tan sólo en el 1% de apoyos gracias al efecto de la alianza, Podemos pasaría de tener 10 a 13 escaños andaluces. Si la subida fuese del 2%, ganarían tres escaños más en Granada, Cádiz y Córdoba. Por tanto, una previsión conservadora otorga tres escaños a la alianza; una optimista para la formación, pero posible, harían seis.

Se da una circunstancia que se muestra paradójica: el PP el partido más perjudicado. Esta formación se quedó con algunos de los escaños conseguidos en los restos, de tal modo que si no sube de modo proporcional a la alianza de izquierdas, perdería dos escaños. Se quedaría con 18, mientras que los socialistas andaluces podrían clavarse en los 21 que ya tienen si compensan la pérdida de Jaén con una muy posible ganancia en Granada. Pero con independencia de estos detalles, las alarmas han saltado en la sede de los populares, porque lo mismo les ocurre en el resto de España. Para Ferraz es casi peor, si se produce el sorpasso, aunque sólo fuese en número de votos, supondría el fin del liderazgo que el PSOE se ganó en la Transición en una dura competencia con el PCE de Santiago Carrillo. A priori, nada estaba dicho, el PCE fue un partido más fuerte que el PSOE durante todo el franquismo, y sólo la figura templada de Felipe González fue capaz de detener lo que hoy podría producirse: el adelanto de los comunistas, aunque renovados, a los socialistas.

La presidenta Susana Díaz sostiene que es posible mantenerse en el 30% de los apoyos y seguir con los 21 escaños, de modo que ampliaría la distancia con el PP debido al efecto de la alianza de izquierdas. La sevillana ya ha entrado en modo campaña electoral, con actos todos los días, incluido los fines de semana, no sólo necesita ganar, sino mostrar las diferencias frente al candidato nacional Pedro Sánchez, con quien sostiene una sonora rivalidad desde el pasado otoño.

La alianza roja y morada, sin embargo, aún no está acordada, y es posible que tampoco esté lista este fin de semana. Alberto Garzón ha conseguido superar el escollo que Íñigo Errejón levantó en diciembre, cuando Podemos propuso que IU formase confluencias en algunas provincias y se sumase, con otro nombre, a su partido. Varias fuentes han explicado que la coalición, que será entre Podemos e IU, ha sido una victoria de Alberto Garzón y de Pablo Iglesias al imponerse sobre las tesis errejonistas. Pero aún deben consensuar asuntos bastante espinosos como la dirección de la campaña electoral -IU no quiere a Errejón con un único mando-, el reparto de la carga económica y la gestión del grupo parlamentario. Ambos partidos tienen de plazo hasta el 13 de mayo, fecha en la que se deben registrar las coaliciones.

Y las listas. Una vez acordados estos asuntos, habrá que encajar a candidatos de IU en puestos de salida. Algunas fuentes sostienen que IU quiere que sean de ocho a doce -ahora cuentan con sólo dos-, pero los sondeos corren a su favor. En Andalucía, y por razones muy diferentes, hay dos huecos en los primeros puestos de Almería y de Jaén. David Bravo, un abogado experto en propiedad intelectual, no irá de número uno por Almería, nunca estuvo vinculado a esta provincia y su familia vive en Sevilla, donde reside un hijo pequeño al que desea dedicarle más tiempo. Se trata de una retirada, puramente, personal. En Jaén, Andrés Bódalo sigue encarcelado. En esta provincia hay un hueco con muchas posibilidades de convertirse en escaño en el Congreso.

El malagueño Alberto Garzón desea presentarse por Madrid, es una de las exigencias de IU, aunque desde Podemos se apunta la opción de que vaya por Sevilla o por Málaga. Esto es, difícilmente, negociable, se trata del que fuera candidato a la Presidencia del Gobierno. Para su formación, Garzón tendría que ir en la lista de esta provincia por detrás de Pablo Iglesias o, en el peor de los casos, de número tres, pero esta posición ya se la ha prometido Iglesias a Íñigo Errejón. Si Garzón fuese el primero por Sevilla, desplazaría a Sergio Pascual, defenestrado por la dirección morada. Es difícil que IU se preste a esta carambola. Y más ahora que los sondeos le otorgan un crecimiento y una buena valoración de su líder, situado en las antípodas de Iglesias, que deberá escoger entre el sorpasso o el sopapo. Imaginen.