Andalucía

El asalto se cerró días antes tras coaccionar al vigilante

  • El hurto continuado del trabajador, de unos 100 kilos entre noviembre y diciembre, despertó el interés de un narco de Sevilla. El ideólogo y dos ayudantes están en busca y captura

Como en las películas. Un descampado, de noche, todoterrenos, encapuchados, violencia contra testigos incómodos y coacción y amenazas a un anónimo, clave para acceder a un botín cuantioso al que su particular aventura se le fue de las manos. A falta del desierto de Nevada, bien sirvió un campo en los alrededores de Huelva. Allí se gestó una noche de diciembre uno de los robos más espectaculares de los últimos años, noticia de alcance nacional y motivo de sonrojo para las autoridades. Esas consecuencias espolearon una investigación exhaustiva que dio sus primeros frutos a finales de febrero. Ahora, una vez levantado el secreto del sumario, el caso del asalto al depósito de drogas en la Aduana en Nochevieja está "totalmente cerrado y solucionado", según la Policía. Aunque después de 16 detenciones, aún falta por capturar al principal  ideólogo, un narco sevillano, y dos de sus lugartenientes. Los tres están identificados pero no localizados. Sólo sus detenciones terminarán por mitigar la vergüenza por el vuelo de una tonelada de hachís en pleno centro de la ciudad.

El subdelegado del Gobierno en Huelva, Enrique Pérez Viguera, y el comisario provincial, Antonio Placer, ofrecieron ayer a la prensa los detalles de la investigación policial. Ya avanzaron hace unos días que el descubrimiento del papel clave del vigilante de seguridad en el asalto sirvió para tirar del hilo y poner en pie una historia singular, con detalles espectaculares, aunque mucho menos sofisticada de lo que se había pensado en un principio.

Todo apunta a que la banda que actuó con las campanadas de Año Nuevo no era profesional. Fueron delincuentes habituales con antecedentes contra la propiedad privada y la salud pública, jóvenes radicados en su mayor parte en Gibraleón y, dentro de la capital, en la barriada de Marismas del Odiel, contratados expresamente para el robo, según ha podido averiguar este diario. El plan fue cosa de un traficante sevillano, atraído por lo que parecía droga fácil y abundante de un confiado trabajador anónimo, bien situado.

El robo de droga en la Aduana de Huelva from Joly Digital on Vimeo.

"El vigilante llevaba años trabajando en la Aduana, más de doce. Al parecer -contó el comisario- había encontrado el procedimiento de llevarse ciertas cantidades de hachís, puesto que era el responsable de la custodia y de la seguridad del edificio y del depósito".

Todo empezó, explicó Placer, cuando se le ocurrió pagar con tabletas de droga al mozo que le cuidaba su caballo. El joven recurrió a terceros para darle salida al excedente de su consumo personal y éstos plantearon a su suministrador la posibilidad de acceder a cantidades mayores. Así fue creciendo la pelota con los presuntos hurtos del vigilante, cada vez mayores, superando la capacidad de distribución de los traficantes hasta subir "cinco escalones" progresivamente y sustraer "hasta tres fardos de droga, alrededor de cien kilos, desde noviembre hasta poco antes de perpetrarse el robo".

Una muestra del hachís acabó en manos del narco de Sevilla, que, muy interesado, movilizó la cadena hasta lograr un encuentro con el vigilante de la Aduana. "Lo citaron en un descampado, de noche, acudieron encapuchados, en todoterrenos y expulsaron violentamente a los intermediarios que lo habían llevado hasta allí para quedarse con él a solas. Tenemos acreditado que en principio utilizaron la coacción y la fuerza física con el vigilante, que incluso declaró que le amenazaron gravemente con su familia", aseguró el comisario.

El hombre clave les informó de cantidades de droga, ubicación, métodos de acceso, y supuestamente les proporcionó el mando a distancia del recinto y las claves de seguridad. "Fue allí donde se gestó el robo, no muchos días antes, en diciembre", apuntó.

El espectacular asalto se produjo y el vigilante siguió actuando con normalidad. Tanta como para pasar en la madrugada del 1 de enero por el lugar de los hechos. "Dicen que los delincuentes siempre vuelven a la escena del crimen y aquí parece que ocurrió. Hasta estuvo hablando conmigo mismo -confesó Placer- me dijo que se había tomado dos copas, que pasaba por allí y le había resultado extraño la presencia de la Policía".

Desde esa misma noche, en la investigación se apostaba por la intervención de personal interno de la Aduana, pero pasaron semanas hasta que se logró desenmascarar al topo. Restos de ADN lograron identificar algunos autores, aunque las llamadas de móvil efectuadas durante el asalto en teléfonos prepago desechados y, sobre todo, una realizada desde un teléfono público cercano dieron con el personaje principal en la trama.

Con los autores identificados, según ha conocido este diario, la Policía trató de seguir la pista de la droga durante días con el análisis de incautaciones realizadas a camellos y consumidores de la capital onubense, sin éxito. "Mil kilos de hachís, desde el 1 de enero, están repartidos y supongo que vendidos y fumados", aventuró ayer Antonio Placer.

Se sucedieron los controles en zonas como Aljaraque pero la paciencia del Ministerio del Interior se agotó. Durante una reunión de alto nivel en Sevilla se exigieron resultados y esa misma semana, la madrugada del 22 de febrero, se activó un espectacular operativo que dejó los primeros detenidos de los 16 sospechosos puestos a disposición judicial.

"Las familias de muchos de los que hemos participado en la operación van a celebrar ahora el Año Nuevo. Hay policías que no han tenido ni un día completo de descanso desde el 1 de enero por el reto y el desafío que suponía un asunto de estas características", afirmó el comisario.

El subdelegado del Gobierno, satisfecho y agradecido, destacó la actuación policial, "inmediata y continuada hasta el esclarecimiento total de los hechos". "Hay que agradecer el esfuerzo y trabajo diario que realizan los agentes", añadió Pérez Viguera.

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