En pocas oportunidades Huelva ha estado tan presente en toda la geografía nacional. Desde Madrid, donde los plenos del Congreso y Senado guardaron un minuto de silencio; los empleados de la Biblioteca Nacional, donde Laura ejerció como becaria haciendo ilustraciones, ocuparon las escaleras del edificio en recuerdo de su compañera; en Zamora, su ciudad natal, las instituciones recordaron a su paisana; en el colegio Amor de Dios, donde estudió la profesora, colocaron un crespón negro en la puerta y los niños salieron a la calle a guardar un minuto de silencio y lágrimas; Sevilla, Santiago, Canarias y centros educativos repartidos por todo el país mantuvieron vivo el recuerdo de Laura y, tal vez por primera vez, volvieron su recuerdo hacia Huelva.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que en la mañana del lunes utilizó Twitter para enviar un mensaje de ánimo a los familiares de Laura Luelmo, quiso expresar su pésame nada más tomar la palabra al inicio del Pleno del Senado y explicó que “las primeras investigaciones apuntan a que se trata de un crimen violento contra una mujer. Al margen del autor y los motivos de esta pérdida, la violencia machista es una realidad que ensucia el país”, por lo que animó a los legisladores a “reforzar el compromiso contra esta lacra. Quienes creemos en la democracia, la Justicia, la libertad, la convivencia, seguiremos luchando contra ella con leyes que amparen a las mujeres por encima de todo. Descanse en paz”.

En la Cámara Baja, la presidenta, Ana Pastor, expresó el “firme compromiso” del Congreso para eliminar todo tipo de violencia ejercida contra las mujeres. También, “en estos momentos de tristeza y duelo” Pastor transmitió, en nombre de los diputados, sus condolencias a los familiares de la profesora zamorana.

En su tierra natal, Zamora, alumnos, profesores, padres y toda la comunidad educativa del colegio Sagrado Corazón de Jesús Amor de Dios que tantas veces pisó Laura Luelmo se concentraron a las puertas del mismo para colocar un gran crespón negro en señal de duelo en su fachada. “Tenía sueños como todo el mundo, como todos los que están aquí en el colegio y se han truncado. Los sueños de una joven que empezaba su vida se han venido abajo”, expresó con la voz entrecortada Rosa, la directora del centro.

La ciudad castellana fue un clamor de repulsa por la muerte de Laura.

Miles de personas abarrotaban la plaza de La Marina en Zamora, donde se concentraron cientos de personas encabezadas por el consejero de Empleo de la Junta de Castilla y León, Carlos Fernández Carriedo; el delegado territorial de la Junta en Zamora, Alberto de Castro; la presidenta de la Diputación, Mayte Martín Pozo; el alcalde de Zamora, Francisco Guarido, y representantes de partidos políticos, sindicatos y empresarios mostraron su pesar por el trágico final de la joven de 26 años. “En nombre de todos los zamoranos, todas las instituciones, toda Castilla y León, Ayuntamiento y Diputación”, Alberto de Castro quiso “expresar a la familia de Laura su pésame, cariño y apoyo con el deseo y la confianza absoluta en las Fuerzas de Seguridad del Estado para que esclarezcan lo antes posible el caso. Zamora ha hablado y el duelo y el dolor está en las calles”.

Era una profesora que encaraba su primer trabajo lejos de su origen, en una comunidad donde la mayoría de los centros educativos andaluces quiso recordar a una de las suyas. No se dieron directrices, ni fue necesaria una convocatoria. Por una vez, la rigidez en este tipo de actos se saltó por la espontánea reacción de un colectivo que se siente, más que ninguno, dolido por la pérdida incomprensible de alguien que sólo quería hacer su trabajo. El mismo que todos ellos hacen a diario.