Antropología 150 años de la publicación de 'La evolución de las especies'

Los darwinistas andaluces

  • El sevillano Machado y Núñez y el granadino García Álvarez fueron los pioneros en explicar en España las teorías evolucionistas · Este año se rinde homenaje a éstos y otros científicos que situaron a Andalucía en la vanguardia

"Tengan cuidado los ratoncillos de nuestras escuelas con los gatos de la ciencia moderna". La advertencia iba dirigida al abuelo del poeta Antonio Machado y a otros "sabios sin fe" que en 1860 se enfrentaron, sin más argumentos que el conocimiento, a los sectores más conservadores de la Iglesia católica. Pero no pudo amedrentar a Antonio Machado y Núñez, que supo combinar las teorías de Darwin con sus creencias religiosas y situar a Andalucía a la vanguardia del mundo al difundir estas teorías revolucionarias.

Muy pocos osaron hace siglo y medio suscribir lo que el naturalista británico Charles Darwin decía en La evolución de las especies, un libro maldito para teólogos como el sevillano Mateos Gago, el autor de la cita anterior, y que levantaron una polémica, más que científica, ideológica y política. Todavía hoy, el debate sigue vigente en países como Estados Unidos, donde hay pensadores que defienden que el creacionismo se enseñe en los colegios, una corriente que se ha extendido y ha llegado hasta los foros universitarios de España, donde autoridades científicas han sabido poner freno, según confirma la profesora de Antropología Social de la Universidad de Sevilla Encarnación Aguilar.

La misma institución que, hace 150 años, se convirtió en altavoz de Darwin. "Las especies no han sido independientemente creadas, sino que han descendido, como las variedades, de otras especies". Esta cita del célebre británico fue el origen de la controversia y las teorías se enseñaron aquí, en Andalucía, antes que en ningún otro sitio. De hecho, entre el reducido número de científicos españoles que hablaban con autoridad de las nuevas teorías figuraba un nutrido grupo de andaluces. El libro apareció en 1859 y en 1860 ya era parte del temario de Historia Natural en la universidad hispalense. "Lo temprano de la fecha refleja las estrechas relaciones de profesores como Antonio Machado y Núñez con los centros de investigación europeos", comenta Aguilar, que acaba de publicar un artículo sobre los darwinistas andaluces en la revista Andalucía en la historia, que edita el Centro de Estudios Andaluces.

El abuelo del poeta sevillano nació en Cádiz y estudió Medicina pero pronto dejó la profesión para dedicarse a la ciencia. Progresista y republicano, a pesar de la hostilidad del clero católico, introdujo las teorías de Darwin desde su cátedra de Ciencias Naturales la Universidad de Sevilla, que consiguió en 1846, y en cinco artículos publicados en la Revista Mensual de Filosofías, Literatura y Ciencias.

Esta publicación fue fundada por el propio Machado y Núñez y uno de sus aliados en el ámbito académico, el catedrático de Metafísica Federico de Castro. Durante el sexenio revolucionario, ambos, krausistas, dieron un gran impulso a esta institución académica creando el Gabinete de Historia Natural y la Biblioteca universitaria. "En aquellos tiempos ser krausista o darwinista significaba, ante todo, apostar por la renovación social y científica de ese país", comenta Aguilar.

Sevilla se convirtió en un importante foco de pensadores liberales, con correspondencia en ciudades como Granada. Allí, en el Instituto de Segunda Enseñanza -hoy sede del IES Padre Suárez- enseñó las teorías evolucionistas Rafael García Álvarez, otro intelectual ilustrado, cuyas ideas llegaron a ser consideradas como heréticas por el Sínodo de la diócesis de Granada. Es más, un discurso suyo de apertura del curso en su instituto, de 1872, fue incluido en el catálogo de libros prohibidos, lo que provocó una fuerte polémica contestada en la prensa desde distintas posiciones. Tuvo que esperar una década para obtener el respeto como científico en su ciudad.

En publicaciones como La Revista de Andalucía, creada en 1874 aparecieron numerosos artículos de García Álvarez, entre otros. Los editores también jugaron un papel importante en la difusión del darwinismo. En Málaga las teorías se explicaron gracias al impresor García Taboadela o Antonio Luis Carrión, diputado republicano y editor de la anterior revista. Una década más tarde, el profesor Cesáreo Martínez Aguirre fue el encargado de introducir el evolucionismo en el libro de texto con el que enseñaba a los malagueños, según relata el profesor Ángel Granda.

A partir de 1875 las colaboraciones de intelectuales comprometidos con el darwinismo aumentan en Andalucía en un clima de recorte de la libertad para el debate intelectual. Ese año un grupo de profesores universitarios krausistas fue separado de sus cátedras y constituyeron un proyecto de Universidad libre, la Institución Libre de Enseñanza.

Vinculados a ella estaba Salvador Calderón, madrileño con cátedra en Sevilla y muy interesado por la biología en Doñana. También el meteorólogo sevillano Augusto Arcimís, que conoció en Cádiz a Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Instituto Libre de Enseñanza. En el mismo círculo se movió otro gaditano que logró explicar la formación del Tajo de Ronda, José Macpherson, colaborador de Machado y Núñez y de Domingo de Orueta y Duarte, que llegó a Madrid desde Andalucía.

Todos ellos aportaron sus ideas a un debate que, un siglo y medio después y para celebrar el aniversario de la publicación de La evolución de las especies, retomarán algunos ratoncillos y gatos de la ciencia moderna.

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